La siguiente semana Abigail se la pasó fastidiando, molestando, importunando y todos los adjetivos semejantes de estas palabras al pobre de Vicente. Le preguntaba el nombre de su novia, qué hacía, dónde la conoció, etcétera. Él siempre esquivaba las preguntas de su amiga.
—Ay, por favor, dime… No le voy a decir a nadie, lo prometo.
Él suspiró.
—No me vas a dejar de fastidiar hasta que te cuente, ¿verdad?
—Jamás. Toda tu vida te estaré molestando con eso, hasta que me digas.
—Mejor cuéntame cómo te va con Rodríguez.
—Él es muy lindo… Pero no me cambies el tema.
—¿Han salido más veces?
—Pues sí, hemos ido al cine, a bailar y… Espera… Vicente, no me cambies el tema.
—¿Ya lo besaste?
—¡Vicente!
—Es incómodo, ¿verdad? Que se metan en tu vida personal.
La rubia frunció el ceño.
—Sí, ya lo besé. Ahora cuéntame.
—¿Por qué eres tan curiosa? No eras así.
—Es mi naturaleza, así nací, nada más que antes me controlaba.
—Está bien. Te voy a decir, pero por favor, no debes contarle a nadie.
La chica lo miró con sospecha pero en seguida asintió con la cabeza.
—Es Valeria.
—¡Qué curioso! Así se llama tu hermanastra… —Vicente la miró con cara de «¿es en serio?»—. ¡Noooo! ¿Es ella?
—Sí, pero baja la voz.
—¿Pero cómo?
—No sé, Abigail, solo pasó.
La chica lo miró con atención.
—Sí, ya sé, debes pensar que soy un pervertido. —Vicente bajó la mirada.
—No pienso eso. Pienso que todo es raro, pero lindo.
—No te creo.
—Sí, en serio. Con razón ese día me insultó, de seguro estaba celosa.
—Yo creo —murmuró él.
—¿Y la quieres mucho? —Preguntó de repente.
—Demasiado —respondió.
—Pero dijiste que no le agradabas, ni que ellos te agradaban mucho.
—Es extraño… Ves, por eso no te quería decir — susurró. Sin embargo, en el fondo se sintió bien por poder confiarle su secreto a alguien.
—No, Vicente, yo te comprendo muy bien… ¿Ella te quiere? —Preguntó luego de una pausa.
—Ella me ha dicho que sí.
—Una cosa es que lo diga y otra muy diferente que lo sienta. ¿Tú puedes sentir el amor de ella?
—Sí —contestó con rapidez.
—¿Cómo lo sabes?
—Es difícil de explicar.
— Lo sé, pero trata —insistió. Abigail quería lo mejor para él y no quería que terminara sufriendo por un mal amor.
—Lo percibo, no sé cómo pero puedo sentirlo.
Abigail sonrió.
—Eso está muy bien. Vas a ver que todo saldrá perfecto con Valeria.
Vicente le devolvió la sonrisa. En seguida su mirada se enfocó en Rodríguez, que fue a buscar a Abigail. Se veía un poco celoso, lo cual le pareció ilógico, pues, según lo que le comentó su amiga, ya le había explicado a Rodrigo que su relación se basaba puramente en amistad. Recordó, con fastidio, que Germán le comentó que Rodríguez era un idiota por ponerse celoso de él, puesto que el joven era alto, de buen cuerpo, cabello castaño claro y ojos azules.
—Te buscan, Abigail.
La joven volteó hacia Rodríguez y le sonrió con timidez.
—Está bien. Nos vemos luego, Vicente.
—Sí, hasta luego, Abigail. —Hizo un gesto con la mano y se despidió. Posteriormente se despidió de Rodrigo—. Hasta luego, Rodríguez.
—Hasta luego, Ortega.
Cuando la chica se fue junto con su acompañante, Vicente se quedó pensando en si hizo bien o no en contarle a Abigail quién era la dueña de su corazón. «Bueno, ya lo hice y no hay vuelta atrás» pensó. En seguida buscó su cartera y sacó el dibujito que Valeria le regaló —decidió guardarlo allí para llevarlo siempre con él—. Sonrió complacido, observando la nota que le escribió. Después volteó a ver su muñeca izquierda y vio el reloj que la castaña le dio. Esos obsequios significaban mucho para él, pues fuera de sus padres, nadie le había dado regalos tan apreciados hasta el momento en que Valeria le entregó esos dos presentes. No dejó de sonreír en ningún instante y su alegría aumentó al llegar a casa y pasar el resto de la tarde con aquella joven que quería tanto.
***
El siguiente fin de semana, los padres de Adrián decidieron ir a hacerle una visita a Juliana para ver cómo estaba. Su hijo aprovechó para visitar a Valeria. De hecho los señores decidieron ir porque el joven les insistió, ya que quería ver a la chica. Juliana los recibió con cortesía y le comunicó a Valeria que tenían visitas para que fuera a saludar; Flavio salió con unos compañeros de la escuela al billar y Vicente estaba encerrado en la oficina hablando por teléfono con su primo.