Mi motivo de vida se convirtió en ella. Estaba obsesionado, tal vez, pero solo podía verla a ella.
____________________________________________________Todo empezó un día normal en la escuela. Era mi primer día allí después de volver desde Estados Unidos, donde había vivido desde los 10 años.
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Estoy muy nervioso porque es mi primer día en esta escuela; después de mudarme desde Estados Unidos no sé si podré adaptarme a este lugar. Estoy realmente nervioso por lo que pueda pasar.
Los pensamientos inundaban mi mente mientras caminaba hacia mi aula.
TIEMPO DESPUÉS
Por fin logré encontrar mi aula. Me había perdido mucho por no conocer la escuela y ya estaba demasiado cansado. Ser nuevo es difícil porque todos te ven como un extraño.
Eso pensaba mientras escuchaba a la maestra empezar a hablar.
—Buenos días, estudiantes. Hoy tenemos un nuevo alumno transferido. Espero que se lleven bien con él. —Ming, puedes pasar al aula.
Al escuchar mi nombre entré al aula y sentí todas las miradas sobre mí. Esto me hizo ponerme aún más nervioso.
La maestra me indicó:
—Ming, por favor, preséntate ante tus nuevos compañeros.
Respiré profundo antes de empezar a hablar.
—Hola, mi nombre es Ming. Vengo desde Estados Unidos. También soy coreano y tengo 16 años. No domino totalmente el coreano, pero puedo hablarlo con fluidez.
Todos en la clase se quedaron mirándome como analizándome.
Necesito verme bien para dar una buena impresión. Sé que será difícil adaptarme, pero tengo que empezar, pensé mientras me observaban.
De repente escuché la voz de la maestra:
—Ming, puedes buscar un asiento, las clases están a punto de empezar.
Mientras buscaba con la mirada, una chica que me estaba mirando fijamente alzó la mano enseguida.
—Ming, puedes sentarte al lado mío, aquí hay un asiento disponible —dijo.
La miré y me sentí aliviado de que alguien se ofreciera. Caminé hacia su asiento con todas las miradas sobre mí. Cuando me senté, volteé y me percaté de otra chica que no estaba prestando atención a la clase. Al sentir mi mirada, ella también me miró. Yo levanté la mano para saludarla y ella me devolvió el saludo.
Quién hubiera imaginado que ese simple saludo cambiaría toda mi vida. Tal vez, si no le hubiera hablado, nada sería como ahora.
—Ming, puedes sentarte mejor al lado de Harin. Creo que será mejor para que estés cerca de los profesores, ya que eres nuevo y necesitarás ayuda para entender el ritmo de las clases —dijo la maestra.
La chica que me había ofrecido el asiento se molestó, y yo me quedé confundido. No sabía quién era Harin, pero al voltear vi que era la chica a la que había saludado antes, porque su nombre decía “Harin” en la mesa.
Me levanté y caminé hacia su asiento. Ella seguía distraída y ni cuenta se daba de que me acercaba.
—Hola, mi nombre es Ming… Bueno, ¿no te importa que me siente a tu lado? —pregunté tímidamente.
Esta chica es… no sé cómo describirlo. Tiene una vibra misteriosa, pensé.
—No importa, puedes sentarte aquí —respondió sin voltearme a ver.
Me senté y saqué mis cuadernos. Me di cuenta de que seguía súper distraída. Entonces vi un libro: por eso estaba tan concentrada.
Quiero sacar conversación con ella… si vamos a compartir asiento, quiero llevarme bien, pensé.
—Ese libro se ve que es bueno… —dije con la esperanza de que no me ignorara.
Harin volteó a verme y sonrió.
Su sonrisa era realmente bonita.
—Sí, es súper bueno. Te entretiene mucho —respondió.
—¿De qué se trata? —pregunté curioso.
—Va sobre una chica que está viviendo su adolescencia y le pasan cosas muy interesantes. Vale mucho la pena leerlo. Por cierto, soy Harin, creo que no llegué a presentarme.
—Ah, mucho gusto, Harin. Bueno, ya te lo dije… soy Ming.