Amor o Venganza...

CAP 2. PIES SANGRANDO.

 

Kansu

Estaba tan impresionada por todo lo que había visto, la vedad esto era un mundo nuevo mundo para mí. En ese mismo instante recordé cuando tenía 8 años, estaba nevando y la mansión se veía como un palacio de hielo; veía a los demás niños jugar con la nieve y con el hielo. Tal vez yo li podía tener todo, cosas que esos niño no tenían, pero siempre les envidié esa alegría y esa libertad. Cada vez que mis padres me veían más allá del portón de la entrada principal me agarraban de la manos y me entraban poniéndole seguro al portón, cuando hacía eso me regañaban, y así se empezó a escapar ese sueño de ser libre.

— Disculpe señorita, quiere una gorra?.— un vendedor de accesorios me saco de mis pensamientos. Me acerque a ver las gorras que vendía y una con joyas de fantasía me gustó muchísimo.

—¿Cuánto cuesta esta de aquí?

—16 liras señorita, son de muy buena calidad; para una mujer tan bella como usted están en 12 liras.—Cuando las personas que no eran mi familia me alagaban se sentía bien, se sentía real...

—muchas gracias señor— saco doce liras de mi bolso y se las entrego, me puse la gorra y continúe con mi recorrido.

Ya pasaron 37 minutos, pero creo que aún no han terminado y conociendo al abuelo, de seguro les está contando sus anécdotas. Aún no volveré, estoy disfrutando de esto y además me queda mucho por recorrer.

Mientras caminaba y me tomaba mu soda ví a Risa y empecé a correr, porque si me encontraba mi madre estaría en serios problemas, mi padre pondría el grito en el cielo y yo estaría decapitada.

Corrí tanto como pude, tanto que me tropecé y me choque con alguien derramando mi soda en su camiseta.

—Ayyy, perdón señor discúlpeme, no sabía por dónde iba. — Le dije al hombre limpiándole la camiseta con un trapo, esto era tan vergonzoso, más bien parecía una loca desbocada escapando del loquero. Pero me distraje sintiendo el pecho tan trabajado de aquel hombre.

—No se preocupe, solo es una camisa, lo importante es que usted esté bien.— seguía limpiándome la camiseta, estaba muy nerviosa y ansiosa, lo peor era que seguía contemplado el pecho del hombre.

Levanté mi cabeza para ver al misterioso hombre y al verme su expresión fue... Inesperada. Estaba asombrado, incrédulo y un poco nervioso.

—¿Estas bien? —Le pregunté mientras miraba que Risa no estuviera cerca.

—Si estoy bien, como está usted?— me contestó como si nada hubiera pasado, eso en verdad me pareció muy extraño.

Tenía los ojos puestos en su rostro, sus ojos oscuros, sus labios grandes y su barba bien definida, creo que nunca había visto un hombre tan bien formado, más bien parecía una cavernícola, como si nunca hubiera visto a un hombre.

—bien entonces yo......—ví a Risa acercándose a dónde estábamos y no se me ocurrió más que tomar a ese hombre de la mano y correr porque si no lo hacía no solo yo estaría en problemas, también el hombre misterioso ya que mi padre era demasiado celoso y no dejaba que ningún muchacho se me acercara.

No podía creer lo que acababa de hacer, tomar a un extraño de la mano y salir corriendo, eso de verdad parecía una comedia.

—Señorita está bien?—me preguntó el hombre mientras corríamos.

—si...si estoy... Bien—estaba muy agitada, pues nunca había corrido así, y más encima tenía unos botines de tacón alto lo más irónico era que aquella situación me parecía graciosa y  alocada, no todos los días hacia eso, pero sentir la adrenalina subir por todo tu cuerpo era una experiencia que jamás había sentido.

Alaska

Era ella, definitivamente era ella, Kansu, estaba en frente de mi, pero esa niña que había estado estudiando por años no era la que tenía en frente. La Kansu que yo había estudiado era refinada, engreída y malcriada, pero me había equivocado; la niña que estaba hay se veía inocente, alocada y se podría decir que algo temeraria.

—¿Estas bien?—me preguntaba ella, y desde luego porque había puesto una cara de imbécil.

—Si estoy bien, usted está bien?— le respondí y al mismo tiempo le pregunté, pero lo más extraño era sentir los latidos agitados y fuertes de mi corazón, más sus delicadas manos sobre mi pecho algo totalmente espeluznante y al mismo tiempo hermoso... Por dios que estoy pensando, ella es... Es... Demonios ni siquiera se lo que siento.

De repente ella me respondió un poco nerviosa, miró atrás, me tomo la mano y salimos corriendo, definitivamente ella estaba loca.

— Señorita está bien?— le pregunté mientras corríamos, ella estaba tan agitada que me respondió entrecortado.

—si... Si estoy... Bien—estaba riéndose, justo en ese momento supe que esa chiquilla era una sicópata.

Entramos a un túnel turístico, y ella se quitó sus tacones y se estaba riendo
—Hay, Dios santo no es posible.Jajajajaja—ella se estaba tambaleando, se iba a caer y la tomé en mis brazos, su cintura eran tan delgada, traía puesto un vestido con us escote en al espalda, pude sentir esa piel tan suave y tersa. Me quedé viendo el escote de su pecho, parecía un depravado.

—oyé estás bien? — le pregunté mientras pensaba: yo Alaska Emiroglû metido en este tipo de situaciones.

—Kan...Kansu... Llámame Kansu.— Cada vez que oía el nombre de esa chica me hervía la sangre, pero cuando ella dijo no me sentí enojado, de hecho me agradaba que dijera su nombre.

—Mucho gusto Kansu, Alaska...Aksoy.—la levanté y ella me dió un apretón.

—Mucho gusto Alaska, gracias por sostenerme y por seguirme la locura jajaja. — cuando ella se reía era como oír reír a mi madre de nuevo, era como si el hielo de mi corazón se derritiera.

Kansu de quitó los zapatos y los tiro a la basura, no entendía bien lo que acababa de hacer.—Hasta nunca zapatos del demonio— pero al ver sus delicados pies tan rojos, con rasguños y moretones comprendí que mientras ella corría con esos botines de tacón alto la estaba lastimando. La duda que aún tenía era de quién estaba escapando.

—Kansu de quién estabas corriendo?

—Bueno... pues veras, eres la primera persona con la puedo hablar y socializar fuera de mi casa; sé que suena muy extraño pero... Creo que piensas que soy hija de mami y papi ¿no? Una niña con sobreprotección.

—Pues la verdad señorita Kansu, es un placer y un honor ser la primera persona en conocerla, y no creo que seas hija de "papi y mami"— no sabía que era lo que estaba diciendo, ella hacia que dejara de pensar, que solo me mantuviera en el ahora con ella.

— Auch,Auch— escuché a Kansu quejarse, cuando mire sus pies estaba sangrado, de inmediato la senté en una banca.

—no deberías estar caminando así, hay muchos filos en el suelo. — me estaba preocupado por el enemigo, pero al ver sus pies sangrando pensé que debía sentir algo de alegría por verla lastimada, pero solo le sentía mal al verla lastimada y más cuando ella se puso a llorar, y era obvio, no me di cuenta de que tenía un gran raspón en la planta de su pie.

—Oyé allí hay una tienda de zapatos, voy a llevarte allí y tú elijes los zapatos que quieras.— le dije para hacerla sentir mejor.
—Bien, por favor ayúdame a pararme.— ella aún estaba llorando

— Nada de eso, ven, pon tus brazos en mis hombros y agárrate fuerte.— increíble, ¡¡¡Dios mío en qué demonios me metí!!!. Pero no gustaba que estuviera llorando.

La levante sin el mínimo esfuerzo, pues ella eran tan delgada y tan liviana, que parecía una pluma, al momento de poner sus piernas en mis brazos nuestras bocas se acercaron lo suficiente, peros lo rozaron, pero lo suficiente para decir que eran suaves y aterciopelados.

—Disculpa, creo que hoy ya te metí en demasiados apuros.— ella aún tenía sus mejillas rojas, daban ganas de comerlas.

—No te preocupes— yo aún seguía procesando lo que había pasado.

Una voz dentro de mi apareció, recordándome quién era yo y quién era ella: "No te confundas Alaska Emiroglû, ella es la hija del enemigo..."

Motoko: Bien, este es el segundo capítulo, espero que les guste.
Dejen su opinión en los comentarios
Facebook: Motoko Toa




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.