Era tarde , pero Ana no podía dormir , se sentó en el sofá junto a la ventana mientras bebía una taza de té. Lo que más temía se había vuelto una realidad, Sean y Finn se habían encontrado.
No tenía muy en claro que debía hacer, a lo largo de aquellos años, había pensado muchas veces en localizar a Finn y hablarle de la existencia de su hijo. Pero no había podido hacerlo, después de todo, él se había alejado de ella después de la noche que habían pasado juntos, lo más probable es que no aceptara al niño o incluso que ni creyera que fuera suyo.
Si lo pensaba bien, ahora eran dos extraños, incluso le daba la sensación de que lo sucedido pertenecía a otra vida. El hombre que él era ahora y ella, eran dos extraños, parecía imposible que alguna vez se hubieran conocido...si no fuera por Sean.
Sean existía y era la prueba de que algunas vez las vidas de ambos se habían cruzado, pero eso no era suficiente para convertir a un hombre en padre.
Le había costado mucho criar a su hijo, sabía bien que necesitaba a un padre, lo había visto sufrir la ausencia de su papá a lo largo de toda su infancia, pero ¿quién garantizaba que no saldría más herido con la verdad?
Él era muy joven aún para soportar un rechazo, lo habían hecho bien solos hasta el momento, lo mejor era que siguieran así.
Finn O' Connell era un extraño, después de todo aquello era prácticamente cierto, y lo seguiría siendo.
-¡¡Mamá!! – la despertó el llamado de Sean y una leve sacudida en el brazo. Ana se despertó sobresaltada y se dio cuenta que era la mañana.
-Sean, ¿qué hora es?
-Hora de ir a la escuela.¿Te quedaste dormida aquí?
-Eso parece, deja que me aliste y te llevo.
-No, se me hará tarde, me tomo el bus, no te preocupes.
-¿Seguro? ¿Desayunaste? – preguntó adormilada.
-Sí, ¿irás a trabajar hoy?
-Sí.
-Bueno, nos vemos luego, mamá.- dijo y se inclinó a darle un beso en la mejilla.
-Cuídate hijo – le dijo y él le sonrió antes de marcharse.
Alana terminó de despertarse, había estado toda la madrugada pensando y atormentándose, se preguntaba si su hijo podría perdonarle que no le dijera la verdad. Sin importar lo mucho que había analizado la situación no había podido llegar a ninguna conclusión, sólo había ganado un dolor de cabeza.
Se dio una ducha y se quedó mirándose un rato en el espejo, tenía casi 34 pero se sentía mucho mayor, se había perdido de muchas cosas que habían vivido mujeres de su edad. Pero ella tenía algo mucho más importante, era la madre de Sean y no se arrepentía, porque lo amaba y porque, aunque no buscado, era un hijo del amor ya que aquella noche para ella había sido un acto de amor entregarse a Finn O'Connell.
Llegó un poco tarde a trabajar y su Jefa le dijo que la estaban esperando. Ana se puso nerviosa, pero su visitante era Andrew Thompson, era un arquitecto de la ciudad que la cortejaba.
-Hola, Ana- la saludó.
-Hola , Andrew, ¿qué te trae por aquí? – preguntó apática. Era un buen hombre pero no estaba interesada en tener una relación y ya se lo había dejado muy en claro.
-Trabajo, uno de mis ex clientes quiere poner a la venta su casa .
-Tienes que hablar con Helena, entonces.
-Ya lo hablé, también tenía otra razón y es invitarte a almorzar.
-Andrew, ya lo hemos hablado...
-Sean también está invitado, por supuesto.
- Andrew, aprecio tu invitación, pero no estoy interesada en tener una relación y mucho menos en involucrar a mi hijo.
-Eres mujer, además de madre. Sean crece de prisa y no es justo que te quedes sola, él no va a oponerse a que tengas una relación, Ana, es un buen chico y se preocupa tanto por ti como tú por él. Eso lo sabe cualquiera que los conozca.- le dijo y Ana se sintió tocada, porque había bastante verdad en aquellas palabras. Ella había dejado de lado sus sueños de mujer para dedicarse a darle una buena vida a su hijo.
-No voy a presionarte, Ana, pero seguiré esperando que me des una oportunidad – le dijo finalmente y se marchó.
-¿Volviste a rechazarlo? – le preguntó su jefa dejando en claro que no estaba de acuerdo.
- No busco enamorarme, estoy bien como estoy.
-Eres joven y bella, Sean ya ha crecido...
-Aún me necesita.
-No digo que no, pero ya no es tan dependiente y es lo suficientemente maduro para entender que puedas querer a alguien. Y Andrew Thompson es un buen hombre, que está interesado en ti...sin mencionar que es un soltero codiciado por muchas, es apuesto, tiene dinero y aprecia a Sean.
-Lo sé...
-¿Pero...? – preguntó Helena.
-No estoy lista. - respondió Ana y tuvo la sensación de que nunca lo estaría. En el fondo seguía siendo una niña muy herida porque su primer amor la había desilusionado.
Finn había salido a correr y explorar un poco la ciudad cuando llegó a una cancha de basquetbol. Había un chico jugando allí que se le acercó apenas lo vio.
-¡Hey! – saludó Sean acercándose.
-Hola, volvemos a vernos – respondió Finn.
-¿Juegas al básquet?- preguntó el muchacho y él asintió. Un rato después estaban los dos peleándose la pelota para encestar, jugaron y luego se sentaron en las gradas a descansar. Sean se hizo una escapada y apareció con dos latas de refresco. Finn recibió la bebida con una sonrisa.
-Gracias...
-Bueno, te debía al menos una bebida en agradecimiento por tu ayuda del otro día.
-No es nada . Eres bueno, ¿juegas en la escuela?
-No, en la escuela juego béisbol, es lo que más me gusta, aunque también el básquet, me sirve para pensar.
-Sí, entiendo. ¿Béisbol? Yo lo jugaba en secundaria.
-¿Eras bueno?
-Bastante, sólo que no era bueno para seguir horarios e ir a las prácticas – le respondió sonriendo y el chico se rió.
-¿Y tú eres bueno?
-Bastante, pero no le dedico mucho tiempo tampoco, no quiero descuidar mis notas.