Amor oscuro secreto mortal Parte 1 isac

 Capítulo: El silencio de las sombras

La convivencia con Isac había resultado mucho más cálida de lo que Javier imaginaba. Aunque Isac a veces desaparecía por horas sin explicación, siempre regresaba con una sonrisa suave, una cena caliente o un abrazo que parecía esconder millas de secretos.

Pero las cosas empezaron a cambiar.

Javier notaba las miradas extrañas en la calle, un mismo hombre de cabello verde que pasaba demasiado seguido por su edificio, que lo seguía hasta la cafetería o lo observaba desde la esquina con un cigarro en los labios. Una vez, cuando se armó de valor para enfrentarlo, el tipo le pareció con calma y se fue sin decir nada.

Ese hombre era Hugo, la mano derecha del padre de Isac. Y su trabajo era claro: vigilar a Javier.

—Lo conoces? —preguntó Javier una noche, mientras cenaban pasta en el pequeño comedor del departamento.

Isac levantó la mirada, tenso, pero sonriendo con cuidado.

—¿A quién?

—A un tipo... cabello verde. Siempre me ve.

Isac desvió la mirada hacia su plato.

—Seguramente es un vecino raro, no te preocupes. Si te hace algo, me encargo.

Pero Javier no se quedó tranquilo. Algo en Isac había cambiado. Ya no era solo el chico misterioso que lo amaba con devoción. Había algo más. Algo oscuro, que no podía nombrar.

Unas semanas después, apareció Emily.

Una niña de unos ocho años, delgada, con el cabello oscuro y ojos atentos, fue dejada en la puerta del edificio con una pequeña mochila. Llevaba una carta en la mano con solo tres palabras: “Cuídala por mí”.

Javier se quedó congelado.

—¿Y esta niña? —le preguntó a Isac, molesto y confundido.

Isac se inclinó, reconoció la carta, y la leyó sin que Javier la viera.

—Es... complicado. Alguien necesita que la cuidemos por un tiempo.

—¿Qué? ¿Cómo que "por un tiempo"? No soy una guardería, Isac. ¡Ni siquiera sabemos quién es!

Emily lo miró en silencio, sin lágrimas, pero con una tristeza que se clavaba.

Isac le acarició la cabeza con te

—No está sola ahora. Eso basta.

Los días pasaron, y Javier no terminó de aceptar a Emily. No era cruel, pero mantenía la distancia. La niña, sin embargo, lo seguía por todos lados. Imitaba cómo se sentaba, cómo hablaba, cómo cocinaba.

Y en silencio, Isac tramaba su plan.

Sabía que Emily necesitaba amor. Sabía que Javier era bueno, aunque su corazón estaba lleno de dudas. Así que empezó a dejar dibujos de Emily en la pared del refrigerador con mensajes como “Gracias por dejarme quedarme aquí” o “Me gusta cuando haces chocolate caliente, Javi”. Le enseñó a Emily a llamarlo “Javi” con una voz dulce que lo hacía gruñir... pero sonreír por dentro.

Un día, Javier llegó del trabajo, y encontró un dibujo con tres figuras: un chico de cabello oscuro, una niña con coletas, y otro con los ojos tristes pero sonrientes.

Debajo, decía: “Mi nueva familia” .

Ese día, Javier le hizo chocolate caliente.

Isac lo vio desde la puerta. Y aunque su alma ya tenía cicatrices, aunque la mafia le robaba pedazos cada día, por un instante... sonriendo.



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Editado: 08.05.2025

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