Amor pirata

Capítulo 18 ¡Quiero ver a mis hijos!

Sentimientos encontrados inundaban el corazón de Ana al estar parada frente a la casa de su padre en Vera Cruz.

-¡Al fin llegaron, los estaba esperando!- dijo contento Rigoberto saliendo a la entrada de la puerta.

-¡Abuelo!- gritaron dos pequeñas voces mientras corrían a abrazarlo.

-¡Pasen, los estaba esperando!- continuo emocionado

-¡Jamás había visto a tu padre tan contento, ser abuelo lo cambio!-

- Parece que sí, en estos nueve años demostró interés por sus nietos, sobre todo por Santiago, siempre quiso un hijo varón- replico Ana

-¿Aun le guardas rencor?- pregunto  Joaquín

- No es fácil olvidar todo lo que -  dejo de hablar

-Mami, Papi, que esperan, entren- dijo el pequeño Santiago jalando la falda de su madre

El pequeño niño guio a su madre hasta la puerta principal de aquella casa, un escalofrió recorrió la espalda de Ana a medida que ingresaba a la casa de su padre,  dolorosos recuerdos invadieron su mente.

-¡Mamá, vamos a la playa por favor!- suplico  María, despertando a su madre de sus recuerdos, las suplicas de su pequeña fueron acompañadas por las de su hermano.

- Iremos después de comer, ahora lávense las manos – ordeno

-¡Mamá!- reclamaron en una voz

-¡Vayan con  Flor, ahora!- mando seria mientras los niños con la cabeza agachada obedecían, siguiendo a la sirvienta.

-¡Cariño  deja que los niños vayan un rato, cuando esté lista la comi..!-

- No Joaquín, ya pronto será hora de comer y se ensuciaran con la arena- interrumpió

-Tienes razón querida-

-Joaquín, hija, no se queden ahí, vayan a ponerse cómodos antes de la comida- dijo Rigoberto con alegría mientras abrazaba del hombro a su yerno.

-¡Gracias suegro!- contesto amablemente.

Ana volcó los ojos, a pesar del tiempo ella aun no perdonaba a su padre y solo había accedido a ir allá por sus hijos, ellos estaban felices ya que siempre era su abuelo quien los visitaba y conocer el mar era su anhelo.

-¿Ahora si podemos ir a conocer el mar, por favor mamá?- suplicaron los niños

-¡Esta bien, que Flor los lleve!- replico

-¡Noo, tú prometiste llevarnos, vamos, por favor!- imploraron

- Está bien- exhalo

-¡Sí!- gritaron alegres los niños mientras corrían a la puerta

-¡Esperen!- grito Ana mientras tomaba su sombrilla

-¿Los acompaño?- pregunto Joaquín

-No te preocupes, nana ira con nosotros- respondió deprisa Ana

Los niños, ansiosos, salieron de la casa,  Ana y la nana detrás de ellos, como la playa se encontraba cerca no tuvieron que caminar mucho, finalmente llegaron a la playa, los niños corrieron sobre la blanca arena.

-¡Mamá el agua esta fría!- grito maría

-¡Mira mamá, que grande es el mar!- grito Santiago

>> ¡Si, tan grande y bello! ¡aww como extraño mis días navegando en mar abierto, disfrutando de los rayos del sol en mi cara, la fresca brisa del mar! <<

-¡Mamá!- gritaron los niños, sacando a Ana de sus pensamientos

-¿Qué paso?- pregunto asustada

-¿Podemos  jugar en la orilla?- pidieron los niños

- No, será mejor irnos, adelántense a casa con nana-

-¿pero?- reprocharon

-Otro día volvemos, vayan a casa ahora- exclamo

-Bueno-  contestaron con tristeza mientras la nana se los llevaba

Ana camino un poco más alejándose de la casa, absorta en sus pensamientos hasta que llego a una roca, se sentó en ella mientras contemplaba el mar, respiro profundo y exhalo suavemente, en su mente los recuerdos de sus días con Juan la agobiaron sintiendo un extraño dolor en el pecho, coloco su mano derecha sobre este mientras respiraba lentamente, de pronto su vista se oscureció, una bolsa de tela en su cabeza le impedía ver y respirar adecuadamente, sus manos fueron inmovilizados por las manos de alguien más fuerte

-¡Si grita se muere!- escucho al tiempo que aquella voz colocaba el filo de un cuchillo en su costado

-¡Por favor no me haga daño, llévese mis joyas, no tengo más!- suplico Ana

-¡Camine!- ordeno el hombre presionando el filo sobre su ropa

-¡Por favor, mi familia le puede dar…!- trato de suplicar, pero el hombre  la callo presionando nuevamente el filo del cuchillo.

Ana comprendió que no se trataba de cualquier ladrón y su sospecha fue confirmada cuando escucho los graznidos de las gaviotas y sintió una tabla de madera bajo sus pies, aquel hombre la condujo hasta  un lugar, abrió un puerta y la obligo a entrar en aquel lugar, el cual reconoció por el olor, era el depósito de aquel barco donde guardaban sus provisiones y sobre todo su ron, el hombre quito la bolsa y libero sus manos, hasta que los ojos de Ana se acostumbren a la luz vio como aquel hombre de aspecto descuidado salía, cerrando la puerta por fuera.

>> ¡Vaya, si estos piratas supieran quien era yo unos años atrás!, ¡Que ironía, yo, una gran pirata ahora estoy  como esclava y solo Dios sabe que harán estos hombres conmigo, donde me venderán!<<

En ese instante la puerta se abrió, dos hombres con aspecto descuidado ingresaron donde ella estaba, cerrando la puerta tras ellos, uno llevaba un vaso en su mano.

-¿Quieres agua?- pregunto dejando al descubierto sus podridos dientes

-¡Quiero que me liberen!- ordeno

Los hombres rieron al mismo tiempo mientras colocaban el vaso cerca de ella, Ana comenzó a llorar mientras aquellos piratas abandonaban el lugar.

-¡Quiero ver a mis hijos!- lloro Ana sola en aquel oscuro lugar.

 

 




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