Amor pirata

Capítulo 19 ¡No puede ser!

Los dos hombres que Ana ya había visto anteriormente ingresaron a su “prisión” uno llevaba un plato de comida y un vaso con agua o probablemente ron, el hombre coloco la comida y bebida a un lado de ella.

-¡Díganme que harán conmigo!- ordeno enojada Ana

-¡Cállate y come!- contesto uno de los hombres mientras salían de aquel lugar

Frustrada miro su plato de comida, su estómago le pedí algo de comer, tomo su cuchara y se dispuso a comer un poco pero se quedó inmóvil al ver su plato, no supo si sonreír por la ironía ¡o que!

>> ¡No puedo creerlo, ¿Por qué todo me recuerda a Juan, porque me sirvieron esta sopa justamente?, la primera que yo serví cuando Juan me puso de cocinera en su barco! <<

Después de varios minutos los hombres volvieron a entrar para retirar los platos, Ana había terminado con todo lo que le sirvieron por hambre, de pronto escucho unos pasos, aquellos hombres habían dejado la puerta abierta, claro estaba que de nada le serviría escapar, un hombre alto vestido todo de negro estaba parado en la puerta, la luz del sol no permitía a Ana ver el rostro de su captor, sintió en la mirada de aquel hombre mucho odio, después de unos segundos este dio la vuelta y se fue.

-¡Por favor les suplico que me dejen en la isla más cercana, mi padre es un almirante jubilado, moverá a toda la milicia naval para hallarme, les conviene soltarme!- dijo Ana seriamente

- Le conviene a tu padre no venir a buscarte- respondió uno de los hombres

-¡Ustedes no saben con quién están tratando, mi padre tiene importantes contactos y yo… yo fui una capitana pirata!-

-Para empezar señorita- dijo uno de ellos irónicamente

-¡Señora!, soy una mujer casada- exclamo

-Como sea, los contactos de su padre no tienen autoridad  sobre nosotros, tenemos amigos mucho más poderosos y en segundo lugar como usted misma lo dijo fue una capitana, ahora no lo es por tanto ¡no nos manda!- dijo uno de los hombres muy molesto

-¡Quiero hablar con su capitán!- exigió

-Ya le dije que usted no puede mandarnos a hacer nada -  dijo el hombre muy molesto mientras el otro reía mostrando su boca sin dientes.

Ana bajo la mirada, se sentía derrotada, frustrada, impotente, sabía que tenía las de perder si intentaba algo en contra de los piratas, solo le quedaba esperar.

>> ¡Maldición, no puedo escapar de aquí, si tomo uno de los botes no pasara mucho tiempo antes de que me den alcance o me disparen, debo esperar a que mi padre me rescate! <<

-¡Muevan cielo y tierra para encontrar a mi hija!- gritaba Rigoberto en la oficina del nuevo almirante

-¡Ya le dije señor, que enviamos a un grupo de búsqueda, pronto daremos con su hija!- respondió serenamente el nuevo almirante

-Ya pasaron dos días, usted sabe que mi hija será vendida como esclava, si no la encontramos antes ¡Solo Dios sabe lo que le puede ocurrir!- dijo Rigoberto muy angustiado

-¡Lo sé!, pero usted sabe la cantidad de barcos piratas y…-

-¡No hay excusas, deme a mí un barco y una tripulación, yo mismo liderare la búsqueda de mi hija!-  interrumpió

-Señor, tengo varios grupos de búsqueda y ya mande telegramas a España y Francia para que nos ayuden -

-¡Encuentre a mi hija Almirante!- respondió seriamente.

<< ¡Si al menos me permitieran salir a cubierta, sentir el viento en mi cara, ya me canse de este encierro!<<  pensaba Ana mientras se sentaba con las manos en su cabeza, suspirando.

-¡Capitana ya puede salir!-  dijo burlándose uno de los piratas dejando la puerta abierta

Ana salió inmediatamente a cubierta, dichosa inhalo el fresco aire de mar, los rayos de sol calentaban su cara y el viento jugaba con su cabello, sentimientos encontrados invadieron el corazón de Ana,  una mirada profunda la saco de sus pensamientos, volteo hacia el timón y ahí parado estaba el capitán del barco.

>> ¿Quién es este pirata, por qué me mira así?<<

Como leyendo sus pensamientos el capitán decidió bajar, Ana sintió un dolor en el pecho, un sentimiento de angustia, preocupación, como si algo iría a pasar, cada paso de ese hombre aceleraban sus latidos, Ana lo observaba atenta hasta que por fin aquel hombre estaba parado frente a ella.

>>  ¡Qué hombre tan extraño!  ¿Por qué no puedo ver su cara pero algo en mi interior me inquieta tanto?<<

-Capitán déjeme libre por favor, prometo que le daré mucho dinero, mi padre fue almirante de… - suplicaba Ana

-¡Se muy bien quién es usted y quien es su padre, y por lo que veo usted se olvidó de mí!- interrumpió agresivamente el misterioso hombre

-¡No puede ser!- rompió en llanto Ana de rodillas en el piso.




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