Los días pasaban, Ana estaba desesperada, encerrada en ese lugar oscuro, cuando la dejaban salir Juan no estaba, su frustración crecía, ya no soportaba la angustia de querer saber, ¿Qué estaba planeando Juan para ella, cuál sería su venganza?
-¡Puedes salir a tomar aire!- grito uno de los hombres abriendo la puerta, inmediatamente Ana salió y al igual que los pasados días Juan no se encontraba en cubierta
-¡Quiero hablar con el capitán, dígale que es urgente!- pidió Ana a uno de los hombres
-¡El capitán está ocupado, ordeno no ser molestado!- respondió
-¿Puede decirme a donde nos dirigimos?- pregunto expectante
-¡No estoy autorizado para dar ninguna información!- respondió muy serio el hombre mientras se marchaba
<< ¿Qué harás conmigo Juan? ¡Deja ya de torturarme de esta manera!<< suspiro Ana con la vista en el mar
Respiro profundamente miro para todos lados, los tripulantes estaban ocupados, lo cual aprovecho y rápidamente camino hacia el camarote de Juan.
-¡Juan, abre, debemos hablar!- grito golpeando la puerta
-¡Le dije que el capitán no desea ser molestado!- dijo el hombre sujetándola fuertemente de los brazos para encerrarla de nuevo
-¡Juann!- grito desesperada
-¡Señora por favor!- pidió el hombre mientras que hacia fuerza para sostenerla
-¡Déjame!- grito Ana dando un fuerte pisotón al pie del hombre, quien por el dolor la soltó inmediatamente
-¡Juan, responde!- grito con lágrimas en los ojos -¡Juannn!- volvió a gritar sin respuesta alguna
-¡Señora! Dijo el hombre tratando de sujetarla de nuevo mientras otros hombres la rodeaban
-No, no dejare que me encierren, tengo que hablar con él- exclamo
-¡Señora, es inútil, el capitán no quiere…!- decía el hombre cuando la puerta del camarote de Juan se abrió
Molesto Juan salió de su camarote con una señal de su mano su tripulación se dispersó dejándolos solos, Ana se hinco delante de él con lágrimas en los ojos.
-¡Haz conmigo lo que tenías planeado pero hazlo de una vez, no soporto esta tortura!- sollozo -¡Te lo ruego, mátame, mátame de una vez y acaba con esto!- continuo entre lagrimas
-¿Matarte?- dijo Juan intrigado
-¡Si vas a vengarte de mí…!- continúo Ana mirándolo con los ojos llenos de lágrimas y dolor
-¿Por qué piensas que me vengare de ti?- interrumpió Juan muy frio y serio
-¡Ya lo haces con tu actitud, mejor clava una espada en mi corazón, será más rápido!- respondió Ana mirándolo seriamente
Juan no decía palabra solo la miraba, su silencio irritaba a Ana quien al no poder aguantar más esa situación, se paró y rápidamente corrió al borde del barco con la amenaza de saltar
-¡Si lo haces serás comida para tiburones!- dijo Juan tibiamente
-¡Lo prefiero!- respondió Ana mirando decidida a Juan quien no reacciono entonces salto al agua.
Enseguida se escuchó otro chapuzón, Ana vio a Juan nadando hacia ella.
-¡Estás loca, hay tiburones en esta área!- regaño Juan tomándola de un costado mientras sus hombres le lanzaban una escalera hecha de cuerdas y troncos de madera.
-¡Suéltame!, ¿Eso querías, no?, deja que me coman, total las mordidas de los tiburones me dolerían menos que tu desprecio e indiferencia – dijo Ana triste
-¡Jamás desearía tu muerte, yo… entiende que estaba molesto! ¿Sabes cómo me sentí al verte con otro y saber que le diste hijos a ese hombre?- respondió Juan dolido
-¡Te creí muerto, ya te dije!- exclamo Ana
-¡Suban al barco capitán!- grito uno de los hombres
Juan tomo a Ana y nado hasta la escalera, tomo a Ana por la cintura para ayudarla a subir la escalera y luego él subió, ya en cubierta Ana cruzada de brazos toda mojada y molesta miro a Juan.
-¡No soporto esta situación, dime que quieres de mí!-
Juan miro a un lado resoplando molesto sin hablar mientras Ana lo miraba molesta con lágrimas en los ojos
-¡Basta Juan, no soporto esta tortura de tu silencio!, ¡Yo también viví en una prisión todos estos años, una jaula de oro en la que tuve que resignarme a una vida que no soporto, a la idea de que te había perdido para siempre, llore tu muerte hasta el cansancio y ahora ya no puedo más!,- dijo desesperada - ¿Me secuestraste para esto?- pregunto afligida -, ¡Mejor clava tu espada en mi corazón, vamos hazlo, hazlo de una vez, que ya no soporto!- grito angustiada
Juan la miro, se acercó a ella, ambos se miraron fijamente a los ojos, Juan la tomo de la cintura, el corazón de Ana latía acelerado, su respiración se agitaba, de pronto Juan la beso intensamente como lo hizo la primera vez, Ana abrazo su cuello, lo beso apasionadamente.
-¡Jamás deje de amarte!, ¿Cómo crees que podría matarte si eres el amor de mi vida?- respondió Juan con un tono dulce colocando su frente en la de Ana
-¡Amor mío!- suspiro Ana – Perdóname, yo- decía Ana cuando fue callada con otro beso de Juan
-¡No hables mi amor, quiero olvidar todo, quiero que seamos solo tú y yo!- susurro Juan sobre sus labios
Juan cargo a Ana y se la llevo a su camarote, tras cerrar la puerta se besaron apasionadamente, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro, sus respiraciones se agitaban y lentamente se despojaron de su ropa mojada, envueltos entre las sabanas olvidaron todo y se entregaron al amor y la pasión.
-¡Mi vida, te extrañe mucho!- dijo Ana echada sobre el hombro de Juan acariciando su pecho
-¡No tienes idea como te extrañe yo a ti!- respondió él mientras acariciaba la cabeza de Ana
Ana apoyándose en un hombro sobre la cama beso los labios de Juan, el recibió sus besos y acariciando gentilmente su rostro la coloco de nuevo sobre la cama echada de frente a él quien se colocó sobre ella, beso su frente, la punta de su nariz, sus mejillas, sus labios, su cuello, Ana cerraba los ojos disfrutando aquel momento, abrazo fuertemente a Juan y una vez más se entregaron al amor.