PROLOGO

PROLOGO

Delante mío están las vías del tren, me encuentro parado y bloqueado por las barreras bajas. En cámara lenta oigo los ruidos provenientes del tren, que de un momento a otro pasará; pero la impotencia que siento fluyendo dentro de mi, quemando mis manos para incentivar a trepar la valla de seguridad, me hacen olvidar que es lo que hay allí en las vías del tren.

El ruido de las sirenas es demasiado fuerte, me produce un dolor indescifrable en mis oídos, pero, aun así, pretendo ir allá, donde el peligro permanece.

Alcanzo a ver a una muchacha. Eso es lo que está allí en medio de todo. Se trata de una chica joven que lleva en sus ojos esa clase de miradas que no es fácil de olvidar. Esas miradas que se graban a fuego en la memoria de alguien, que dejan una gran marca en la vida de otro, como lo son las miradas vacías. Un vacío tan profundo alberga unos hermosos ojos que, aunque muchos dirán que ella ya perdió… que es una causa perdida…, yo pienso en la mirada, en el motivo que hace que se sienta de ese modo.

Un impacto, un rápido movimiento de una sombra oscura, termina acaparando mi atención.

Dejo de verla, la dejo ir. Porque el tren tapa toda clase de vista que pueda tener, pero algo dentro mío se revuelve con inquietud, algo no me huele bien.

Oigo un chasquido a mis espaldas. Unos pasos, y aunque quiero anticipar la  maniobra de quien se esconde en las sombras, son ellas mismas las que saltan a mi espalda sobre mí.

Y…

Estoy a punto de decir algo, pero las palabras no salen de mi boca, no oigo más que mis respiraciones agitadas, cuando noto que el sueño se ha escapado de mis manos.