Amor, Poder Y Obsesión: Nivel 1 Vol 1

CAPÍTULO CERO

Capítulo cero

 

 

21 Junio 2014

Kathleen

 

Mi reloj indicaba que ya serían las seis de la tarde en cuestión de minutos. Moví  inquieta mis pies adoloridos, justo en el empeine, mire mis zapatos por décima vez en el día, y aun no podía creer que hubiese accedido a usar unos zapatos tan altos y poco prácticos para un sitio donde  gran parte fuera de césped. Los tacones se me enterraban en la tierra, y la altura era un exceso para alguien que no suele estar parada en tacos altos y yendo de fiesta en fiesta.

Sospeche desde el comienzo, cuando me embarque en el plan de mi amiga, que esto era una pésima idea para alguien como yo, porque lo mío son las zapatillas, y no subirme a tacos, o plataformas, sean del estilo que sean.  

Me gusta lo sencillo.

Un hombre en un traje que destacaba de los trajes sencillos y baratos de almacén, paso por mi lado, sin importarle chocar mi hombro. No pidió disculpas, y eso llamo mi atención, no solo por su forma de vestir (que decía desde aquí cuan rico podría ser él), sino que capto mi curiosidad al momento que, siendo maleducado se sentó en un pequeño muro de piedra a fumar un cigarro a la luz del atardecer, solo.

Un hombre rico que podría tenerlo todo, y sin embargo, desde aquí parecía todo lo contrario, se parecía mucho más a mí de lo que otros imaginarían, solitario y antisocial, hermitanio. Su cabeza dejo de estar puesta en la nada misma, y como si fuera tan evidente, se giró hacia donde le espiaba en silencio. Mire mi reloj, y no habían pasado más de diez minutos, con toda la suerte del mundo, desde la última vez que el eché un vistazo.

 Me había parecido oír mi nombre a mis espaldas, pero al mirar hacia atrás, solo vi el gran parque vació, la cabaña en donde se ingresaba hacia el gran salón en que se festejaba la boda de la madre de mi amiga, donde algunos empleados del servicio de catering tomaban algún refresco, o hablaban mientras se fumaban un cigarro.

Nadie me llamó.

Mire de nuevo hacia el pequeño muro donde estaba ese hombre de malas, para mi sorpresa estaba Trevor, el novio de mi amiga, y ella al lado de él, riéndose juntos, pero el hombre solo miraba hacia donde estaba sentada yo.

Volví a oír mi nombre en un feo y desafinado grito, pero se oyó conciso, y reconocí la voz de Brittany, tan aguda y desafinada como siempre.

Un señor del servicio de la limpieza, me lanzo una mirada curiosa. Supuse que se preguntaban que sucedía con la chica que gritaba a cuatro vientos mi nombre. La boda estaba acabando, los novios ya habían hecho todas las tradiciones que recordaba que hacían en su boda, pero, a mitad de la segunda ronda de baile, aproveche un momento en el que me quede a solas cuando Brittany se fue a besuquearse con Trevor, y  me escabullí hasta el frente de la cabaña, donde solo estaba el personal contratado para la boda y yo.

De ese modo, podía hacer que el tiempo transcurriera sin tener que estar sentada incomoda en una mesa llena de gente desconocida, sin saber cómo hablar, ni de que opinar, porque en tres sencillas palabras: no los conocía.

Brittany, venía caminando de una manera envidiable sobre unas plataformas plateadas que combinaban con su vestido corto de adelante y largo de atrás de un color celeste en una tela que se asemejaba a una gasa, pero mucho más fina, y de seguro muy cara. 

Brittany parecía desquiciada, por la forma en que gesticulaba en voz baja, oíble para ella misma, los insultos que eran dirigidos hacia mi persona. Además, a medida que iba acercándose, veía el tic nervioso de cuando estaba fuera de sí, ese pequeño movimiento de su mano izquierda, que la giraba llena de temblores.

Ya me había visto. 

—Kathy es increíble que me vaya al baño y cuando vuelvo tu ya no estás —despotrica cuando está cerca—. ¿Qué se supone que haces acá? —dice, mirando que estoy sola.

Enseguida eleva sus cejas, y su enojo lo reemplaza por una mirada pícara.

—Eres una zorra, amiga.

Mi cara se retuerce, y finjo que no escuche aquello. Miro hacia la calle que desemboca en la carretera, y me imagino yéndome de esta ridícula fiesta, a la que debería haber evitado venir desde un principio.

— ¿Van a cortar el pastel? —cambio de tema, y ella sin oponerse, me comenta todo el drama aburrido que está ocurriendo mientras que estoy aislada aquí.

—George golpeo a mi papá, ¿Puedes creerlo? Están divorciados desde que soy una bebe, y mi papá se embriagó y se le declaró de nuevo a mamá.

— ¿y Sonia? —indague, comenzando a caminar a su lado.




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