CAPITULO II: El Primer Sorbo.

Ana observaba con anticipación mientras Diego preparaba con destreza su recomendación: el café de Etiopía con notas de frutas tropicales y caramelo. El aroma embriagador llenó el aire, despertando sus sentidos con cada movimiento de Diego.

Con una sonrisa, Diego deslizó la taza hacia Ana, invitándola a tomar su primer sorbo. Ana inhaló profundamente, dejando que el aroma tentador inundara sus sentidos antes de llevar la taza a sus labios.

El primer sorbo fue revelador. El café era una explosión de sabores exóticos y sutiles matices que danzaban en su paladar. Notas de frutas tropicales se mezclaban con el dulce aroma a caramelo, creando una experiencia única y deliciosa.

Ana cerró los ojos, saboreando cada momento mientras el café acariciaba su alma. Era como si cada sorbo contara una historia, transportándola a los campos de café de Etiopía y a las manos expertas que cultivaron los granos.

Diego observaba con atención la reacción de Ana, su rostro iluminado por la emoción. Se alegraba de haber podido compartir su pasión por el café con ella y verla disfrutar de cada sorbo.

Cuando Ana terminó su taza, miró a Diego con admiración. "¡Es increíble! Nunca había probado algo así", exclamó con entusiasmo.

Diego sonrió, agradecido por su aprecio. "Me alegra que te haya gustado. El café tiene el poder de transportarnos a lugares lejanos y despertar nuestros sentidos de formas inimaginables", respondió con calidez.

Entre risas y conversaciones, Ana y Diego compartieron más momentos mientras disfrutaban de sus tazas de café. En ese café acogedor, cada sorbo fortalecía su conexión y los unía en un amor compartido por la magia del café.