Amor Prohibido

5. Padre Nuestro

 

 

S

e llegó a hablar de una recompensa a cambio de datos por alguien que supiere sobre el paradero de Domenico. Pero nadie sabía nada. Ya había pasado una semana, llegando la fecha que Lázaro dijo que regresarían a la ciudad pero Teby se había propuesto no volverse sin su padre, ni sin que aparezca su tío.

Pero las cosas no eran así para el prometido de la joden, ya que estaba muy angustiado por la situación y se veía en la urgencia de regresar cuanto antes a su ciudad de origen. Jamás pensó en estar preparado para un problema de esa magnitud ni para la intensidad de sus emociones a causa de lo sucedido.

Todo esto condujo a un colapso nervioso para Lázaro, lo cual produjo una fuerte discusión con Teby y ella decidió salir de la casa de su tío donde se encontraban viviendo. Esa mañana caminó hasta el prado donde Georgi ejercía su tarea de leñador. Él la recibió algo extrañado y con un gran abrazo a la muchacha (quien no le importó mucho el sudor de él a pesar de que era un día muy frío).

La nieve no había vuelto a hacerse notar en Antwerpen, aquella vez que la hubo fue una…anormalidad. Jamás nevaba a tan temprana fecha en el pueblo. Pero de ésta sólo quedaban calles de piedra siempre húmedas al igual que las casas y toda la vegetación.

Teby miraba el hacha clavada al tronco mientras reposaba su rostro en un hombro de Georgi.

—Tiene razón, no podemos postergar la boda—murmuró la joven.

—Tebs, él debe aprender a respetar tus tiempos—contestó Georgi. Aunque más que comprensivo, lo hizo porque conocía bien a la joven y entendía que ella separaba sus decisiones en el tiempo que fuere necesario.

Diez años le había hecho esperar a Georgi poder verla. Diez años entrenó a su conciencia que en el apellido Vanderhoeven no podía existir relación sentimental con los Petróvich. Más allá, claro, de la amistad. Ella no estaba preparada para afrontar con él confusiones a pesar de que Georgi siempre sintió una fuerte atracción, además de la necesidad de sentirse aceptado por ella.

Estaba cansado de ser rechazado y ahora que cada vez que las situaciones superaban a Teby, la podía tener en sus brazos. Consciente aún de que su ignorancia o indiferencia podrían matarla o sepultarla en una difícil depresión.

Sin embargo, ahí estaba él para consentirla.

—Quiero que mi tío vuelva cuanto—objetó con las voz a punto de quebrar. Sus ojos ya comenzaban a humedecerse—. Esto me tiene harta, ¿cuál era la necesidad de salir a perderse por ahí borrachos? ¿Quién sabe qué puede haberle pasado a…? Georgi…

Él se mantenía en silencio y ella había logrado entender que sus palabras no terminaban de acaparar la atención del muchacho.

—¿Si, Tebs?

—Ejem… ¿crees que en aquel estado de embriaguez, Lázaro, tu padre y el mío podrían haberle hecho algo a mi tío?

Georgi negó con la cabeza.

—No digas estupideces, ninguno de los tres tiene motivos para hacerle nada a Domenico.

Se produjo un breve silencio. Ella notó que él mordía sus verdaderas palabras, Teby no era tonta y captaba con exactitud cada vez que Georgi decidía cerrar la boca o dejar de hablar.

—Hay algo que no me estás diciendo, bobo.

Él la miró algo nervioso y la apartó un poco.

—Tebs, ¿recuerdas a Bith?

—No quiero hablar de ella, esa mujer es desagradable. —El muchacho asintió ante las palabras de la joven, sin embargo ella siguió resguardándose—. No creo que hablar de ella fuere conveniente para calmarme justo ahora.

—Lo sé pero hay algo que debes saber respecto a cuando te quedaste dormida esa noche en la casa.

Georgi tragó saliva para luego presionar con fuerza su mandíbula, casi arrepentido de lo que acababa de decir.

—¿Qué? No intentes asustarme bobo.

Él sacudió la cabeza.

—Esto es serio Tebs, no bromearía con algo así. Verás…prometí a Bith que le pagaríamos su hospitalidad.

—¿Estás loco?—lo interrumpió ella—. No me involucres a mí, no volveré a entrar a ese bosque ni mucho menos a esa casa.

—Tranquilízate—dijo con la voz aterciopelada y apoyó sus manos sobre los hombros de la joven—. No te obligaré a hacer nada. Sólo que Bith dejó en claro que su hospitalidad sería paga aunque nosotros no nos preocupemos en que así sea. Se preocupó en hacer énfasis en que «todo se paga en esta vida».

Teby tenía su mirada clavada en la de él. Inconscientemente la joven dio un paso hacia atrás.

—¿Crees que la desaparición de mi tío tiene algo que ver con esa mujer?

Él asintió.

—¿Y con lo que… hicimos?

Esta vez Georgi negó con la cabeza y miró sorprendido a Teby mientras dijo lo último. Él no sabía que ella tenía culpa desde aquella noche en que se instalaron en el bosque. A pesar de que aún no encontraban el lazo que unía a Bith con Domenico o la amnesia de Lázaro, Franco y Venicio.

—No me gusta esto que dices bobo…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.