—Vamos, mamá. No me jodas —nunca le había hablado a mi madre en ese tono, nunca en mis dieciséis años le había faltado el respeto, pero la noticia que me había dado no era plato de buen gusto.
Su mirada me atravesó y cuando estaba a punto de discutirme y, seguramente ponerme uno de esos castigos estúpidos que no duraban ni media hora, el padre del chico estúpido que estaba sentado a mi lado en la mesa de la cocina, puso sus manos sobre la mesa, haciendo que Drake se enderezara. Incluso me pareció ver como un tic le empezaba a mover el ojo.
—Esas no son maneras de hablarle a tu madre — Aquella intrusión de una persona que no era más que el novio de mi madre solo hizo que me enojara más.
Me levante de la mesa, empujando la silla hacia atrás y provocando un ruido ensordecedor en la cocina. Todas las cabezas se giraron hacia mí. Drake con cara de sorprendido, porque, aunque me hubiera visto enojada en más de una ocasión, nunca había tenido razones de verdad para odiar a alguien y en aquel momento su padre se estaba ganando todo el que había en mi interior. Jack ni siquiera se inmuto, se quedó mirándome, esperando que más era capaz, mi madre, por el contrario, perdió el color de su rostro porque sabía de sobra que era lo que vendría a continuación. Solo dos veces en mi vida había explotado de verdad. El día que mi padre, después de más de dos años engañando a su mujer, mi madre, me presentó a una chica que podía ser mi hermana mayor y poco más y nos abandonó, dejándonos con lo puesto y con una mísera ayuda al mes y la segunda fue hacia Drake y el día que me ridiculizó por declararme mi amor de niña.
—Kansas, siéntate —consiguió articular mi madre, pero eso solo consiguió que mi enfado aumentara y golpeara con fuerza sobre la mesa de la cocina.
—Mamá, el día que me dijiste que habías conocido a alguien, sabes de sobra que me alegré muchísimo, te mereces ser feliz, pero… —las palabras se quedaban atascadas en mi garganta, porque de solo pensarlo me dolía —. Sabes que White y yo no nos soportamos, que desde hace años nuestra relación es una mierda y es mejor tenernos a kilómetros de distancia y te he contado todo…
En aquel preciso momento fui consciente de lo que iba a salir de mi boca. Mi madre me había dicho que había empezado a salir con alguien dos años atrás, que aún no me quería decir nada hasta que no tuviera claro hacia dónde iba aquella relación. Yo había seguido contándole mis peleas con Drake, como le devolvería las jugadas. En aquel momento fue cuando me di cuenta porque él estaba preparado para todo. Yo se lo contaba a mi madre y está a su padre y por ende él a su hijo. Eso solo significaba una cosa.
—Tú lo sabias. Sabías que ellos estaban juntos y te has hecho el sorprendido —mi ira cambió de dirección y lo miré directamente. Su actitud pasiva, con la espalda recostada en la silla y sus brazos cruzados sobre el pecho hicieron que me abalanzara sobre él y sin importarme dónde y con quien nos encontrábamos, mi mano impactó de lleno en su cara.
—¡Kansas! —mi madre y su padre gritaron mi nombre al unísono, pero no me volví para verlos. Mis ojos estaban clavados en Drake. En como mis dedos se iban dibujando en su rostro, acompañados de su petulante sonrisa. ¡Maldito idiota!
No permití que me dijeran nada. Puede que me estuviera comportando como una niña pequeña, solo me falto tirarme al suelo y patalear como si fuera un bebé con pañal. Sería una hipócrita si dijera que no estaba contenta porque mi madre estuviera rehaciendo su vida. Se lo merecía, ya había sufrido demasiado, pero lo que no me había gustado es la falta de sinceridad que había tenido conmigo. Podía haberme puesto en sobre aviso, joder. Haberme dicho algo, pero eso no era todo lo que estaba consiguiendo que cada vez me sintiera peor. Pretendía que pasáramos el verano juntos. Como si fuéramos una familia. No, no estaba dispuesta a tolerar semejante disparate.
Me fui a mi habitación y cerré con y cerré con un portazo, por si no había quedado claro mi enfado. Vacié el contenido de mi bolso sobre el colchón de mi cama para buscar y teléfono y poder ponerlo a cargar. Mientras esperaba que este se encendiera, escuché como mi madre se despedía de su novio y como la puerta de casa se cerraba. Mi ventana daba al porche delantero, por lo que no pude evitar asomarme y ver como se iban. Drake levanto la mirada y me encontré con el azul de sus ojos. Pensaba que encontraría alegría por la victoria de verme con tan apoteósico enfado, pero para mi sorpresa, en su cara no había ni gota de ella, incluso me pareció que me hacía un gesto de disculpas, pero disculpas por qué de todo lo que había pasado.
No volví a coger el teléfono hasta que no vi el coche de aquel idiota abandonar mi calle. Ignoré las alertas de mensajes y avisos de llamada y fui de manera automática a buscar el número de mi amiga y contarle la tragedia vivida en menos de doce horas. En aquel momento sentía que solo podía confiar en ella.