Amor Propio

Capítulo #8 El amor lo cura todo

Miro la dirección nuevamente. Aún no he decidido si ir, pero quedaría como mala paga. Hoy es sábado y ya han pasado tres días. Tres días que sueño con galaxias sin estrellas, reemplazadas por aquellos lunares que tanto me han idiotizado. No es que me guste, es que Collins tiene aires misteriosos y claro que no pasa desapercibido.

Al final decido r, pero solo porque no quiero quedar mal; que conste. Decido ponerme algo cómodo. Por cómodo me refiero a un pantalón de tela suave con una camisa negra algo grande que dice ¡Agh!. Son las 10 am y junto a la dirección dice "sábado a las 10:30 am". Sí lo sé, ya voy tarde, pero no es mi culpa que lo bueno siempre llegue tarde.

Luego de unos 45 minutos conduciendo llego a mi destino. Un enorme centro comercial. No sé cómo es que Alice no me había dicho la existencia de este paraíso.  de verdad que es asombroso, maldito collins me ha traído derecho a mi quiebra.

Luego de buscar estacionamiento, entré a mi suerte, después de todo dudo que encuentre a Collins en este enorme laberinto. La primera tienda en atacar es a Forever 21, aunque fue toda una decepción. En resumen, no compré nada. 

Si se preguntan porque no llamo a Collins es porque no puso su número en la nota. Sí, lo sé poco inteligente de su parte. Pero le agradeceré luego por hacerme venir.

Camino sumida en mis pensamientos y en mi teléfono cuando de repente, literalmente caigo sobre alguien, tumbándonos a ambos.

- Vaya forma de encontrarte. - Dice con voz casi inaudible por el aire expulsado. Ni siquiera debo alzar la vista para saber que es Collins. Me río por la situación mientras me pongo de pie y veo el desastre que hemos ocasionado.

 

- El mejor sonido. - Sonríe de lado.

 

- Si mal no lo recuerdo solo dijiste que invitaba el café, no un cambio de look. - Mira su atuendo lleno de helado. Eso no es todo, el mío es peor, todo el helado está en mi camisa. Miro a Collins quien tal vez espera a que monte un show. En cambio, solo hice una mueca y alcé mis hombros sin importancia.

- Es solo ropa Collins, solo espero que ese café sepa a Gloria. - No pudo contenerse y su carcajada sonó casi de inmediato.

 

- Vamos. - Hace una reverencia algo rara para luego guiarme por el largo pasillo. Había visto innumerables centros comerciales, pero este no se compara. Primero por su estilo rustico, todo huele como si fuera un gran bosque fresco.

 

Giramos a la derecha y literalmente mis fosas nasales se inundan con el olor tan maravilloso. Lo que sucede es que en cada esquina hay pastelerías y realmente es impresionante. En la parte superior dice "Candyland” y vaya que lo es. Collins me guía hasta el final a un rincón donde se encuentra una humilde pastelería. Sus vitrinas están repletas de hermosos bizcochos y galletas decoradas. Justo ahora me siento como Alice en el país de las maravillas.

- ¿Te gusta? - sonrío

 

- Esto es hermoso. - Simplemente no podía despegar mis ojos de la vitrina cuando un rostro familiar salió a recibirnos.

 

- Es un placer tenerte aquí Alessia .

 

- Señora Collins que sorpresa. - digo con evidente sorpresa.

 

- ¿Pero y a ustedes que les pasó? - Cruza sus brazos y nos mira con una ceja alzada. Por mi parte repito la acción y miro acusadoramente a Collins..

 

- Ahí está tu helado madre. - Sin poder resistir comienzo a reírme de tan solo acordarme de lo sucedido anteriormente. Sonriendo tomamos asiento y siendo solo dos nos sentamos en una mesa para tres, pero no dije nada solo miré a Collins con cara de “escúpelo” por lo que viró los ojos y comenzó a hablar.

 

- Hace cinco años mi madre fue diagnosticada con cáncer de mama y su felicidad iba rumbo al abismo. - suspira- con el tratamiento fue mejorando, pero estaba tan débil que si no la mataba el cáncer

 

 

 

       

 

 

             Lo haría la quimioterapia. Así que mi padre y yo nos propusimos cumplir sus sueños, tener un lugar en el gran "Candyland". - sonríe de lado

 

- Y así fue como el cáncer me regaló esta pastelería. - Me sobresalto ante la voz de la Señora Collins. - Vencí el cáncer hace tres años y si lo vuelvo a ver, con gusto le pateaé el trasero.

 

Toma asiento y deposita suavemente en la mea un palo lleno de galleta con chispas de chocolate. realmente esta mujer es muy fuerte.  

 

- Es usted una mujer muy fuerte.

 

- No cariño soy una mujer con mucho amor que dar y el amor lo resuelve todo, cura cualquier enfermedad y penetra hasta el corazón más frío.

 

Luego de esas palabras, ya no dije más. Si hubiera abierto la boca tal vez hubiera dañado todo su contacto del amor. Porque mi concepto del amor es algo distorsionado y vacío. No hay lugar para mí en el amor. Solo mi padre me demostraba amor y la vida me lo arrebató como hoja que lleva el viento. Dese ese momento olvidé lo que se siente amar y peor lo que se siente ser amado.

 

No hubo silencios incómodos, la señora Collins contaba anécdotas de Soley y Disdian. Mientras yo me reía y él parecía algo avergonzado. Son una familia sincera y de buen padecer y por un momento sentí envidia. Ojalá, mi madre se dignara en ser un tercio de lo que la señora Collins es. Pero solo hay lugar para su absurdo trabajo.

 

- Recuerdo aquella vez que no querías vestirte luego de la ducha y....

 

- No mamá yo y Alessia nos tenemos que ir. - Me tomó del codo y me arrastró. Su rostro completamente rojo igual que un tomate, me daba mucha gracia y solo hacía que mi curiosidad por el final de esa historia creciera.



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En el texto hay: rencor, superacion, amor

Editado: 19.03.2020

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