Amor Real

Capitulo 4

Hoy me levanté desde temprano porque mis padres invitaron al padre de Ivette a una reunión. En donde hablarán de negocios y se presentarán nuevos comerciantes. Al ser la encargada de la servidumbre no me queda de otra que hacer las cosas más importantes para que nada salga mal.

Y como es costumbre desde temprano los gemelos no me dejan en paz, cada pasillo que limpio, cada pasillo que ensucian. La verdad ya me tienen harta pero al ser los más mimados de mi padre no se les puede hacer nada. Bueno, al menos yo sí los pongo en su lugar. No me importa si padre me castiga de nuevo.

Pasan un par de horas y ya el lugar está impecable. Ya puse en orden el menú que se dará y como se servirá. Voy hacia mi habitación para echarme un baño y alistarme para la ocasión.

Paso alrededor de una hora alistandome ya que si no me arreglo adecuadamente madre y padre me van a regañar. Al final me decido por un vestido rojo fuego con un corset que acentúa mi cintura un peinado no muy ostentoso y me decido por poner una tiara delgada con un jade del mismo color que mi vestido. Un par de aretes con unos cristales rojos oscuros y un colgante de jade igual. Al terminar de ajustar el collar, Bea entra a mi habitación desesperada.

Ella viste un elegante vestido color azul cielo con un corset blanco que adorna su cintura un juego de joyas y tocado que adornan su rostro delgado y fino, que hace que resalten sus facciones.

— ¿Pero que pasa? ¿Porque entras como loca a mi habitación y sin tocar? — frunzo el ceño.

— Madre... — se tapa la boca asustada.

—¿ Madre que? — pregunto curiosa.

— Madre vio esto — me muestra un chupetón en su clavícula.

<<Esto si que es bastante malo>>

— Madre pregunto como me lo había echo y no supe que responder. Así que busco entre mis cosas y encontró las cartas que me a enviado mi novio — se sienta en la cama frustrada.

— Oh— fue lo único que logré decir.

— Estoy acabada. Hablara con nuestro padre y...—

— ¿Quieres que me sacrifique por ti? — pregunto sin rodeos.

—No... ¿Cómo crees? — responde al instante mientras juega con sus manos.

— Vamos Beatriz te conozco tan bien para saber que con tal de salvarte me sacrificarias— ruedo los ojos.

— Por favor, si hazlo— por fin dice lo que realmente quiere.

— Lo haría... Si tan solo no hubieras sido tan obvia y estúpida al dejarte ese chupetón en un lugar visible— me encojo de hombros.

Bea abre los ojos como platos y con la misma su expresión cambia por una sombría <<Ahí está la verdadera Beatriz que conozco>>.

—Ni se te ocurra intentar amenazarme— advierto.

—AGH— sale de la habitación cuál bala de cañón perdida.

Yo termino de alizar mi vestido y arreglar las mangas de la misma. ¿Les dije desde el principio que no todo es lo que parece? ¿No?. Por la Diosa de los pensamientos que olvidadiza soy. Bueno, pues acabo de decirlo espero y de ahora en adelante pongan mucha atención en lo que les hago leer.

<<Por la Diosa de los escritos, estoy interactuando con mis lectores>>.

Ahora a proseguir la historia...

Ya es hora de bajar al gran banquete que se está llevando acabo en la gran sala real. A bea no la veo por ningún lado, tan solo están mis dos torpes hermanos, madre y padre. Al llegar hago una simple reverencia a modo de desafío. Padre me reprende con la mirada pero yo lo ignoro.

Me siento a lado de Arnold el gemelo mayor. Comienzo a escuchar sus conversaciones muy poco interesantes para mí. Después de unos minutos Beatriz baja y saluda a todos con un porte elegante. Padre le dice algo a su oído y ella asiente, en sus ojos se ve escrito << mi hija adorada>> . Ella pide permiso y se lleva a Ivette junto con ¿Leoric? ¿Que hace aquí?. Espera un momento ¿Porque no me había dado cuenta de que está aquí?.

Sin darme cuenta que padre me está hablando. Hace sus típicas burlas sobre mi y me ordena ir con ellos. Si, van a tratar temas que no nos conciernen. Me levanto de la silla y me reverencio, con la misma salgo detrás de ellos. Quienes se fueron a instalar en el jardín, sin ninguna intención de interactuar con ellos me voy a sentar en una banca debajo de un árbol grande.

Me maldigo por no haber traído mi diario y mi nuevo libro que empecé a leer. Haciéndome un berrinche a mi misma por lo despistada que soy me levanto sin ganas y voy escaleras arriba a mi habitación. Pero antes tengo que lidiar con una situación.

— ¿Que hacen siguiéndome?

— Hermanita... — hablan los dos al mismo tiempo.

— ¿Que quieren? — pregunto mientras me rasco el puente de la nariz.

— Venimos a retarte de nuevo a un duelo de espadas es que estamos aburridos—

Suspiro para mí misma y yo también estoy aburrida así que no lo pienso mucho.

— váyanse a cambiar, los veo en el jardín en un momento — ordenó.

— Ya no me desagradas tanto ahora— dicen los dos al mismo tiempo.

Ruedo los ojos y sigo mi camino a mi habitación entro y me cambio por una blusa con corset de cuero y un pantalón ancho. Me despojo de mis joyas y las guardo, me amarró el cabello en una coleta así dejando al descubierto mis facciones pálidas. Sin pensarlo mucho agarro mi libro nuevo.

Salgo y bajo al jardín pero los dos idiotas no han bajado aún. Así que me vuelvo a ir a sentar debajo del árbol. Bea y Ivette están tomando el té con una elegancia que me hace querer vomitar. Y por otro lado está Leoric que no a parado de mirarme.

Nuestras miradas se conectan y a los pocos segundos Ivette ya le está reclamando. Por la Diosa de los infortunios que hizo ese pobre joven como para caer en las garras de Satanás.

<<Cómo si tú no fueras la mismísima Diosa del inframundo>>

Cada vez más, mis propios pensamientos están cobrando vida propia. Mis hermanos me sacan de mis pensamientos y comienzan a alardear que me vencerán está vez mientras nos vamos en medio del jardín.




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