Amor real entre tradiciones

Capítulo 21: Votos, vocación y decisiones

La nieve había dejado de caer en Copenhague, pero el aire seguía frío, y el Palacio de Amalienborg estaba envuelto en una calma que parecía contener el aliento. En el despacho real, Astrid Møller observaba por la ventana, su mirada perdida en los jardines cubiertos de un blanco impecable. Junto a ella, en una cuna decorada con estrellas doradas, el pequeño Oscar dormía plácidamente, sus pequeños puños cerrados contra la manta de lana tejida por la reina madre Margrethe. En las manos de Astrid, una carta de la Cancillería danesa temblaba ligeramente. La había leído tres veces, pero las palabras seguían resonando en su mente, pidiéndole una decisión.

Christian apareció en el marco de la puerta, sosteniendo una taza de té humeante. Su uniforme de gala había sido reemplazado por un jersey azul oscuro, y su cabello estaba ligeramente despeinado, dándole un aire más humano que principesco.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo ahora? —preguntó, su voz suave pero cargada de preocupación mientras se acercaba.

Astrid suspiró, dejando la carta sobre el escritorio y girándose hacia él. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de determinación y duda.

—Es lo que soy, Christian —respondió, su tono firme pero suave—. Antes de ser madre, antes de ser princesa… era una diplomática. Extraño sentirme útil. Extraño construir puentes, negociar, resolver cosas que parecen imposibles.

Christian dejó la taza en la mesa y se sentó a su lado, tomando su mano. Sus dedos se entrelazaron, y él la miró con una sonrisa cálida.

—Te voy a apoyar Astrid, tú perteneces a ese mundo, es lo que te hace feliz —dijo, su voz llena de nostalgia—. Siempre firme, siempre segura, con esa mirada que hacía que todos en la sala te escucharan. Me enamoré de esa mujer. —Hizo una pausa, inclinándose para besar su mano—. Pero también me enamoré de la que ahora me mira con el mismo fuego en los ojos mientras sostiene a nuestro hijo.

Astrid sonrió, apoyando la cabeza en su hombro, el calor de su cercanía calmando sus nervios.

—Me han ofrecido colaborar en la oficina de relaciones bilaterales con Suecia —explicó, su voz más suave ahora—. Solo unas horas por semana para empezar, desde aquí. Podría hacerlo sin descuidar a Oscar ni los preparativos de la boda.

Christian la miró, sus ojos brillando con orgullo.

—Entonces hazlo —dijo, su tono firme pero lleno de apoyo—. No quiero que dejes de ser tú, Astrid. No ahora que por fin el mundo puede verte como mi esposa.

Ella rió, dándole un empujón juguetón.

—Eres demasiado bueno con las palabras, Valdemar —bromeó, pero su sonrisa era genuina—. Gracias. Por entenderlo.

Christian se inclinó, rozando sus labios con un beso suave.

—Siempre, Møller —susurró, guiñándole un ojo.

Mientras tanto, en los salones reales, los preparativos para la boda oficial avanzaban a un ritmo vertiginoso. Aunque Astrid y Christian ya estaban legalmente casados desde hacía dos años, la ceremonia pública sería un espectáculo de protocolo real, diseñado para unir a la nación y consolidar la imagen de la pareja. La reina madre Margrethe supervisaba cada detalle con una precisión quirúrgica, desde el encaje del vestido de Astrid hasta el orden de los invitados diplomáticos.

En una sala llena de muestras de telas y planos de decoración, Margrethe estaba rodeada por Ingrid, Felix, Alexander, los hermanos menores de Christian. Ingrid, con una carpeta llena de listas, revisaba las invitaciones con una concentración que contrastaba con su usual aire desenfadado.

—Ingrid, ¿puedes revisar que las invitaciones para la delegación noruega estén listas? —pidió Margrethe, ajustándose las gafas mientras estudiaba un boceto del altar.

—Ya lo hice, abuela —respondió Ingrid, levantando la mirada con una sonrisa triunfal—. Todas enviadas y confirmadas. Incluso hablé con el embajador para asegurarme de que no haya problemas con los horarios.

Margrethe alzó una ceja, impresionada.

—Eres más eficiente que la mitad de mi personal —dijo, con un toque de diversión—. Pero no te confíes, querida. Todavía queda la delegación sueca.

Alexander, que estaba sentado en un sofá con una bandeja de muestras de pastel, levantó la cabeza, con migas en la comisura de la boca.

—¡Y tengo una favorita! —gritó, sosteniendo un trozo de pastel de frambuesa—. Este es el ganador, abuela. Es perfecto para la boda.

Felix, el más callado de los hermanos, rió desde su asiento, donde revisaba una lista de confirmaciones diplomáticas.

—Alexander, no puedes decidir el pastel de la boda solo porque te gusta el sabor —dijo, su tono suave pero burlón—. Además, Astrid dijo que quería algo con limón.

Alexander frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—¡El limón es aburrido! —protestó—. La frambuesa es… real.

Margrethe rió, sacudiendo la cabeza.

—Haremos una votación familiar —dijo, con un tono que no admitía discusión—. Pero primero, Felix, asegúrate de que la lista de diplomáticos esté completa. Este evento será uno de los más grandes del siglo, y no quiero errores.

Felix asintió, sus ojos brillando con una mezcla de orgullo y responsabilidad.

—Todo bajo control, abuela —dijo, hojeando los documentos—. Aunque… ¿has visto a Sofía? Dijo que quería ayudar con las flores, pero creo que está persiguiendo mariposas en el jardín.

Todos rieron, y la tensión de los preparativos se aligeró por un momento. Pero en otro rincón del palacio, una sombra más oscura comenzaba a moverse.

Días después, Astrid regresó a su antigua oficina en la Cancillería danesa, un edificio moderno con vistas al puerto de Copenhague. Los pasillos, llenos de murmullos y el sonido de teclados, se silenciaron cuando entró. Los empleados la saludaron con una mezcla de respeto y admiración, algunos incapaces de ocultar su sorpresa al ver a la futura reina consorte caminando entre ellos como una colega más.

—Astrid… o debería decir, alteza —bromeó su antiguo jefe, el ministro Ebbesen, al recibirla en su despacho. Era un hombre de cabello gris y sonrisa fácil, pero sus ojos brillaban con respeto.



#5125 en Novela romántica

En el texto hay: amor, realeza

Editado: 22.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.