Amor salado

Capítulo 17

Series y películas.

Amelie

 

Siento ganas de llorar pero no me lo permito, retengo toda esta frustración que siento al ser casi secuestrada y probablemente violentada.

Mantengo mi vista fija en la ventana del auto y observo las casas, árboles y demás quedarse atrás a medida que avanzamos por la carretera.

–¿Estás bien? –pregunta el chico al volante– no logró hacerte daño, ¿verdad? –pregunta sin mirarme.

Niego.

–Estoy bien. –respondo sin despegar mi vista de la ventana.

Suelta un suspiro que se asemeja a ser de ¿alivio?

Desde que subí al auto, ninguno había emitido palabra alguna, hasta ahora.

–Ehm, mi casa queda por la entrada que acabas de pasar. –digo al ver como se dirige a otra parte que no es mi casa.

–Lo sé.

Poso mi vista en él.

¿Lo sabe? O sea, lo dijo por decir o ¿de verdad conoce donde vivo?

–Bueno, quiero ir a casa. –informo.

Me remuevo incómoda en el asiento, de verdad solo me apetece llegar a casa, dormir y olvidar el mal rato de hoy.

–Y yo quiero ir a comer.

–Hazlo, pero a mí déjame por aquí si no piensas llevarme a casa.

–No, ambos iremos a comer algo, es algo tarde y no he comido nada y sé que tampoco tú. –mantiene el mismo semblante serio desde que empezó a conducir– además debes calmarte.

–Estoy calmada.

El auto se detiene y me percato de que hemos llegado a un auto-rápido perteneciente a Burger King.

Hay dos autos por delante.

–Entonces ¿por qué te tiemblan las manos? Y ¿por qué mueves tanto el pie?

–No estoy haciendo nada de eso… –observo mis manos y efectivamente están temblando– ok si, tal vez esté un poco nerviosa debido a lo que pasó y sobre el pie –lo obligo a mantenerse quieto– es algo que siempre hago, involuntariamente.

–Ajá…

Avanzamos un poco y entonces solo queda un auto por delante.

–Quiero agradecerte por haberme salvado.

–No es nada. –hace un gesto de poca importancia.

–No, fue mucho, tú de verdad me salvaste –tomo aire– no quiero ni pensar que me hubiese hecho ese hombre de no ser por ti –dejo escapar un sollozo– enserio lo agra…

No logro terminar de hablar debido al fuerte nudo que se ha instalado en mi garganta.

–Oye –voltea su rostro hacia mí y nuestras miradas se encuentran– tranquila, ya estás bien.

Dejo escapar una lágrima la cual el limpia inmediatamente, dejándome totalmente sorprendida y mi sorpresa incrementa cuando posa la palma de su mano en mi mejilla y la mantiene ahí.

–No llores, por favor no –su mano sigue en mi mejilla – no dejes que ese maldito cause un efecto en ti o de lo contrario tendré que buscarlo y hacer lo que debí, matarlo.

Me obligo a calmarme, cierro los ojos y sigo sintiendo el tacto de su piel en la mía y eso por alguna razón me resulta raramente reconfortante, me ayuda a obtener calma y me hace sentir de alguna manera protegida.

Por Dios, es Abraham el que está aquí.

¿Por qué me siento así con él?

Por inercia aparto su mano de mi mejilla e inmediatamente siento el frío llegar a esa zona donde antes se ubicaba su mano.

–¿Qué quieres comer? –pregunta mientras avanza hacia la ventanilla donde una chica espera para recibir la orden.

–No tengo hambre.

–Traiga dos hamburguesas con doble queso, dos papas y dos coca-cola.

–No me gusta la coca-cola, prefiero agua. – Informo.

–Bien, una coca-cola y una botella de agua.

–Su pedido estará listo en unos minutos guapo. –le dice la chica con coquetería y él le guiña un ojo.

Aparto la vista de ellos y saco mi móvil.

Tengo dos llamadas perdidas de mi abuela.

La llamaré, ha de estar preocupada, son las 20:40 PM, no es muy tarde pero le dije que no tardaría.

Le explico que estoy bien, que estoy con Ray y que llegaré más tarde.

Se quedó tranquila y finalmente cuelgo.

–Asi que, soy Ray. –comenta el chico sentado a mi lado.

Luego de recibir el pedido, llegamos al parque con la intención de comer aquí.

Estamos sentados en una misma banca, con la comida de por medio imponiendo la debida distancia.

–No podía decirle que estoy con un chico desconocido para ella.

–Vale. –dice entre una risita.

Me pasa una bolsa y empiezo a hurgar en ella, saco las papas fritas y meto una en mi boca.

El inicia con la hamburguesa.

–Soy vegetariana, puedes tomar mi hamburguesa.

 Me mira con una sonrisa ladeada.

–No, no es cierto.

–No me conoces, no puedes negar lo que dije.

–Te he visto comerlas en la cafetería de la escuela, como también esos sándwiches de jamón. Eso no es muy vegano de tu parte.

¿Qué?

–¿Me acosas?

Emite una sonora carcajada.

–No te acoso, solo te observo algunas veces. Y eso no es acosar.

–Ok. ¿Y por qué me observas?

–Pues tengo un raro fetiche de ver comer a las personas y resulta que tú te sientas en la mesa que queda justo frente a la mía. –le da una mordida a su hamburguesa.

Es mi turno de reír.

–Hay por Dios, eso no puede ser cierto.

–No, no lo es.

–¿Y entonces por qué me observas?

–Haces demasiadas preguntas, dedícate a comer.

Me callo.

–Y dime Amelie, eres nueva por aquí, ¿no? –pregunta luego de un rato.

–Sí, pero no tan nueva si sabes mi nombre.

–Es fácil saberlo si tienes una amiga que grita tu nombre a cada nada. –se queda pensativo– ¿Cómo es que la soportas? Parece una lora y gastará tu nombre si no deja de llamarte.

Suelto una risa.

Raychell es muy ruidosa es cierto, en vez de hablar grita y me llama por los pasillos siempre.

No debería sorprenderme por el hecho de que algún estudiante de ese colegio sepa mi nombre, debido a ella.




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