Salaa´ y salao´
Amelie
–¿Qué se usa para un partido de fútbol?
Ray me mira divertida, mientras busca en mi armario.
¿He expresado alguna vez lo mucho que me aburre ese deporte? Porque enserio no me gusta.
–¿Si no voy crees que Andrés se enoje? – hago otra pregunta.
–No se enojaría, solo herirías sus sentimientos y eso es peor.
Bufo.
Mi amiga me muestra una falda jean y niego.
Suspira cansada.
–Amelie no me ayudas, rechazas todo lo que te muestro.
–A ver, muéstrame tu top tres de posibles oufits y tendré que escoger uno sí o sí.
Sonríe ampliamente.
–Bien, tenemos este vestido –muestra – también este overol que iría súper bien con este top de manga larga y por último este pantalón jean corto junto a esta blusa, que en lo personal es mi favorita.
Observo las opciones y trato de imaginarlas en mí, de primera el vestido está eliminado, no llevaré vestido a un partido.
Al final me decido por la tercera opción y ella grita emocionada.
…
Una hora después nos encontramos haciendo la fila para poder entrar al pequeño estadio donde se llevará a cabo esta tortura para mí.
–Hoy ligaré con algún futbolista. –expresa la chica a mi lado.
La miro con el ceño fruncido.
–¿Qué? Los del otro equipo son guapos.
–¿Y los locales no? –indago.
–También, pero no me voy a involucrar con alguien a quien veré después.
–Vale.
Siento como dos manos cubren mis ojos y sonrío.
–Andrés. –digo.
Deposita un beso en mi sien para luego posarse frente a mí.
Lleva puesto el uniforme del equipo, que consiste en una camiseta verde fosforescente, un pantalón corto negro, medias del mismo color de la camiseta y tenis negros.
–¿Y bien? –señala su ropa.
Pongo una mueca.
–Ese color es horrible, estás muy mal combinado.
–Concuerdo, para la próxima háblenme para escoger su uniforme. –propone Ray con la misma expresión que yo.
–Ah hola Ray.
Mi amiga le enseña el dedo corazón.
–Gracias por notar que existo.
Andrés ríe y ella resopla, dándonos la espalda.
–Sé que es horrible, pero pensamos cambiarlo, se supone que para el otro mes debemos tener el nuevo uniforme. –informa.
–Menos mal. Lo único positivo de ese color es que se ven desde lejos.
Inesperadamente me da un abrazo levantándome en el acto.
–Gracias por venir.
Me vuelve a poner en el suelo.
–Soy tu amuleto de la suerte, claro que vine, sin mí perderías.
–Lo sé, tú eres mi suerte.
Sonrío.
–Pronto empezará el partido debo irme, al terminar me esperas en las gradas, iremos a mi casa.
–¿Por qué a tu casa? Prometiste llevarme a la feria.
–Lo sé, no lo he olvidado, iremos mañana. –le pongo mi cara de pocos amigos– Hoy iremos a mi casa para que conozcas a la bebé.
¿Bebé? Siiiiiii.
Amo a los niños.
–Debiste empezar por allí. –digo sonriendo ampliamente.
–Te veo después.
El partido transcurre siendo muy aburrido, al menos para mí. A mi alrededor veo a las chicas gritando como locas, adulando a los chicos.
Que pereza.
A mi lado Ray se mantiene con la vista fija en el móvil, estalkeando las cuentas de instagram de los jugadores del equipo rival.
De un momento a otro, el espacio se vuelve una ola de gritos, saltos y emoción y no entiendo el por qué, hasta que observo el marcador y veo que el equipo rival anotó un gol.
Ups.
–Félix anotó el gol, ¿lo viste? –pregunta Ray con una sonrisa pícara.
–No tengo idea de quién es.
–¿Y no estás observando?
–No.
Blanquea los ojos y me pasa su teléfono, mostrándome la foto de un chico moreno, bastante atractivo, más no de mi gusto.
–Ese es Félix y será mi ligue de hoy, en la fiesta haré que caiga en mis manos.
Es mi turno de blanquear los ojos.
–¿Qué fiesta?
–Organizarán una luego del partido, una a la que iremos.
–No puedo, iré con Andrés a su casa.
Bufa.
–Todo es Andrés y yo ¿dónde quedo? Me dueles Amelie, me dueles.
Se limpia una lágrima falsa.
–No seas dramática. –le sonrío.
–Vale, pero un día de estos tendrás que dedicarme un día entero para mí.
–Hecho.
Cuarenta minutos más tarde me encuentro sola en las grandes, esperando a Andrés.
El partido terminó hace unos quince minutos, Ray se fue con otra chica a la fiesta y ya casi no hay nadie aquí, solo algunas chicas tomándose selfies y otras ya van abandonando el lugar.
En mi campo de visión finalmente aparece Andrés con una bolsa en una mano y su teléfono en la otra.
–Dijiste que serías mi amuleto de la suerte y adivina qué. Perdimos dos a cero. –me recrimina apenas se sitúa a mi lado.
Suelto una sonora carcajada.
–¿Y me reclamas?
–Si, porque de buena suerte no eres, confirmado está.
–Oye –le doy un golpecito en el pecho–no es mi culpa que no pudieran contra el otro equipo.
–Estás salada, ya dije. –dice y se ríe.
Me cruzo de brazos y lo miro con una ceja enarcada.
–Hieres mis sentimientos.
–Lo siento, salaa’
–¿Salaa’?
–Es lo que eres, una salaa’.
Observo que su bolsa es de color naranja y ese era el color del equipo rival.
–Asi que, me llamas salaa’, porque según tú tengo mala suerte.
–Correcto.
–Ok, entonces tú eres un salao’ porque llevas el color del equipo contrario en tu bolsa y eso salao’, sí que es atraer la mala suerte para ustedes y darle la buena al otro equipo.
Observa su bolsa y se echa a reír.
–Buen punto.
…