CAPÍTULO 1 – UNA HIJA, UN PLAN
La casa Smith estaba sumida en un silencio espeso, interrumpido solo por el tic-tac del reloj antiguo del salón principal. Las paredes estaban adornadas con cuadros costosos, pero lo que realmente importaba allí no eran las obras de arte, sino los secretos que se escondían detrás de cada puerta.
Gabriel Smith, el hombre que había construido su imperio desde las sombras, caminaba por el pasillo con las manos entrelazadas a la espalda. Tenía el ceño fruncido y el pensamiento nublado. Había algo que le quitaba el sueño, y ese algo tenía nombre y apellido: Dannyel Allen.
—Te está superando —dijo uno de sus hombres de confianza, sentado junto a la mesa del comedor—. Esa nueva sustancia... está destruyendo todo lo que construimos.
—Lo sé —respondió Gabriel, sin mirarlo—. Pero tengo un plan.
En ese momento, se abrió la puerta del comedor. Una figura entró con paso seguro, con una chaqueta negra, cabello oscuro hasta la cintura y expresión de "no me molestes". Era Daniela Smith.
—¿Otra reunión? —dijo con fastidio, dejando caer su mochila en el sofá—. Es sábado, ¿recuerdas?
Gabriel sonrió por primera vez en horas.
—Tú eres mi mejor carta, hija.
—¿Qué?
—Necesito que te acerques a alguien... alguien del instituto.
Daniela lo miró con sospecha.
—¿Me estás usando como espía escolar ahora?
—No exactamente. Quiero que te acerques a Alan Allen. Hijo de Dannyel.
El nombre le sonaba. Lo había visto por los pasillos. Era difícil no notarlo: sonrisa encantadora, rodeado de gente, el tipo de chico que siempre parecía estar en el centro del universo.
—¿Y qué se supone que debo hacer con él? ¿Conquistarlo? ¿Pedirle la fórmula secreta entre besos? —soltó, sarcástica.
Gabriel se inclinó sobre la mesa.
—Solo acércate. Hazlo confiar. Lo demás vendrá solo.
Daniela lo miró largo rato. No era una chica fácil de manipular, y su padre lo sabía. Pero también sabía que tenía el orgullo de una Smith. Y si esto era una batalla entre familias...
Ella quería ganarla tanto como él.
—Está bien —dijo al fin—. Pero si descubro que este tipo es un idiota, me largo.
—Confío en tu juicio —respondió Gabriel con una sonrisa oscura.