CAPÍTULO 2 – EL HIJO DEL ENEMIGO

En la enorme mansión Allen, al otro lado de la ciudad, Dannyel Allen no sabía que, en ese mismo instante, su peor enemigo acababa de lanzar la primera jugada.

Estaba sentado frente a una mesa llena de reportes, gráficos de distribución, mapas de rutas... pero su mente no estaba allí. Estaba en su hijo.

—Alan tiene que alejarse de esto —dijo en voz alta, como si alguien pudiera escuchar sus pensamientos.

Desde que su nueva sustancia se volvió un éxito —una mezcla revolucionaria diseñada en secreto por sus químicos—, el nombre Allen había recuperado fuerza. Pero con el poder venía el peligro.

Y Dannyel no estaba dispuesto a arriesgar a su hijo.

Alan, mientras tanto, vivía otra realidad.

En el instituto era el rey sin corona. Todos querían ser él, estar cerca de él, o al menos decir que lo conocían. Era sociable, inteligente, deportista, y sí... algo arrogante. Pero nadie sabía lo que llevaba dentro.

Ese lunes, al entrar en clase, vio algo distinto.

Una chica nueva. O no tan nueva... la había visto antes. Morena, cabello largo, vestida de negro, auriculares gigantes.

—¿Quién es esa? —preguntó a su amigo Leo.

—Smith. Daniela Smith. No habla con nadie. Tiene cara de "aléjate o mueres".

Alan sonrió.

—Interesante.

Ella estaba sentada en la parte de atrás, con la mirada clavada en el cuaderno, como si no existiera el resto del salón. Cuando sus ojos se cruzaron con los de Alan, fue como un cortocircuito.

Ni una sonrisa. Ni una mueca. Nada.

Pero bastó para que él supiera que quería saber más.

Y bastó para que Daniela supiera que el juego había comenzado.