CAPÍTULO 3 – PRIMER MOVIMIENTO

La profesora de historia anunció un nuevo proyecto. Serían trabajos en parejas. Todos comenzaron a murmurar emocionados, negociando quién se sentaría con quién.

Daniela no dijo nada.

—Smith, Allen. Ustedes dos juntos —dijo la profesora, sin saber que acababa de firmar el contrato más explosivo del año.

Alan sonrió. Daniela rodó los ojos.

—Genial —murmuró.

Durante la hora siguiente, apenas hablaron. Alan intentaba iniciar conversación, pero Daniela lo cortaba con respuestas secas.

—¿Entonces… te gusta esta clase?

—No.

—¿Y… música? ¿Qué escuchas?

—Ruidos.

—Interesante —dijo él, tratando de mantener la sonrisa.

Al final de la clase, Daniela se levantó sin despedirse. Alan se quedó mirándola, sin entender si había hecho algo mal… o si simplemente no tenía remedio.

Más tarde, ese mismo día, en la casa Smith, Daniela actualizaba su pequeño informe personal en una libreta negra.

Nombre: Alan Allen
Estado: Popular, simpático, no tan idiota como parece.
Riesgo: Alto. Si descubre quién soy, todo se arruina.
Observación: Su sonrisa no me afecta. Repito: no me afecta.

Gabriel entró a su cuarto sin tocar.

—¿Cómo va la misión?

—Mejores notas que en álgebra —respondió ella sin levantar la vista.

Gabriel asintió. Daniela sabía mentir con elegancia. Pero también sabía que, por dentro, algo se había movido ese día.

Y si no tenía cuidado, eso que se movía podía convertirse en un problema.

Uno con el nombre de Alan Allen grabado a fuego en el corazón.