La mañana siguiente fue silenciosa.
Gabriel y Dannyel se sentaron frente al fuego. Por primera vez, sin odio.
—Ella los unió al final —dijo Daniela, tomando la mano de Alan.
Él asintió.
—Y lo único que quiero ahora... es paz.
Gabriel se acercó.
—Daniela, si eliges quedarte con él, no vuelvas.
Ella respiró hondo.
—Papá… nunca me voy a ir de ti. Pero tampoco me voy a alejar de quien soy.
Gabriel entendió. Dannyel también.
Y así, los cuatro se separaron.
Pero el mundo ya no era el mismo.
Alan y Daniela se mudaron lejos. Estudiaron. Crecieron. Se amaron en secreto.
Y aunque las sombras del pasado los rondaban, supieron construir algo nuevo.
Algo que ningún apellido podía destruir.
Un amor… nacido en guerra. Pero fuerte en paz.
—
FIN DEL LIBRO I — Amor, Sangre y Sombra.