"El comienzo del Fin"
Emily
–¿Me amas? –pregunté sin rodeos mientras retiraba mi cabello del rostro.
Clavó su mirada en mis ojos.
–Sí, por supuesto que lo hago. Si no fuera así, no estaría contigo aquí, ¿no lo crees? –respondió seguro de sí mismo, tomando mi rostro en su mano.
–Claro… porque no lo harías si no… –dije mientras acariciaba su mano en mi mejilla.
Desperté de golpe con los ojos llorosos. Ese sueño, al inicio, era un buen recuerdo, pero al pasar el tiempo se convertía en una pesadilla. Me incorporé en la cama, sentándome al filo. Empezaba a faltarme el aire, mi ritmo cardíaco aumentaba, y sentía que el pecho se me hundía, apretando de a poco en poco. Era un famoso ataque de ansiedad otra vez. Empezaba a estresarme, sentía que perdía el control. Intenté pararme de la cama para refrescarme la cara, pero al intentarlo mis piernas temblaban y no tenían fuerza para sostenerme.
De inmediato, el sonido del golpe contra el suelo despertó a mi mellizo, que se encontraba en la parte de arriba de la litera. Al verme desde arriba en ese estado, bajó de un brinco y corrió por un hielo y un vaso de agua. Se inclinó y colocó el hielo en mi nuca, mientras me decía que inhalara y exhalara profundo. –Es normal que te sientas así, no te culpes por lo que hizo. Tienes a tu familia y amigos a tu lado. Te quiero y siempre voy a estar aquí… –aclaró con una voz dulce y tierna mientras me abrazaba–. Concéntrate en la sensación del hielo, ¿okey? –dijo intentando calmar el ataque.
Pasó alrededor de media hora; ya había pasado lo peor. Me encontraba recostada en mi cama con Ethan a un lado, acariciando mi cabeza. Mientras intentaba quedarme dormida, cantaba a voz baja “Fix You” de Coldplay, su grupo de música favorito, por supuesto.
A decir verdad, mi hermano cantaba muy bien, y en mis lapsos de ansiedad su voz solía relajarme.
Lights will guide you home
(Las luces te guiarán a casa)
And ignite your bones
(E incendiarán tus huesos)
And I will try to fix you
(Y yo intentaré arreglarte)
Desperté a la mañana siguiente sintiéndome impotente. ¿Cómo era posible que me siguiera sucediendo? Pero ya no valía la pena darle importancia. Me arreglé y continué con mi vida normal.
En la noche me encontraba sentada en la sala con mis hermanos, viendo la tele como era costumbre. Fue entonces cuando una noticia cambiaría mi vida por completo.
–Recientemente se ha descubierto una nueva enfermedad, apodada COVID-19 o coronavirus, la cual ataca severamente los pulmones, y ha llevado a más de 344 casos en México. Actualmente no se conoce el origen ni la cura para esta. Así que, por órdenes gubernamentales, se le pide a todo ciudadano de la Ciudad de México que se resguarde en su hogar hasta nuevo aviso. Y ahora pasamos con mi compañero, que nos dará más información acerca de lo que se vive en hospitales…–
Al escuchar la noticia tuve sentimientos encontrados. Por un lado, deseaba poder estar en casa, pero salir y la cantidad de personas me alteraba un poco. Ethan notó de inmediato mi rostro.
–Tranquila, Emi, solo es por seguridad. No tienes de qué preocuparte, ¿está bien? Además, podemos pasar más tiempo juntos como familia –acarició mi cabeza, dando pequeñas palmadas.
–Está bien, voy a calmarme. Además, si estamos juntos, todo será mejor… ¿no? –respondí sintiéndome más tranquila.
–Mientras más personas hagan caso a las indicaciones, más rápido pasará este proceso y se dará oportunidad a los médicos y laboratoristas de crear la cura –continuó mi hermano mayor, Esteban. Era una persona seria y de pocas palabras.
Sonreí de manera amigable. Esteban tenía razón, solo era precaución, ¿no? Además, qué mejor que quedarme en casa. Ya no tendría que ir a la escuela. De inmediato se escuchó la voz de mi mamá llamándonos para cenar. Fue algo tranquilo y rutinario.
Pasada una hora y media, aproximadamente, mi familia veía una película de terror, las cuales en particular no me gustan, así que me encontraba frente a la ventana de mi cuarto, recargada en el marco de esta.
Mientras disfrutaba de la brisa y aclaraba mi mente, mi vista periférica notó movimiento en el edificio frente a mi cuarto. Una luz se prendió de la nada; era extraño, ya que, según lo que sabía, ese departamento estaba vacío. Al instante me sobresalté un poco, pero al segundo siguiente mi perspectiva cambió.
Pasó delante de mí un chico extremadamente atractivo, de rasgos varoniles pero finos, su piel era pálida y a la vista muy brillante, el cabello rubio crema y pintado de verde menta en las puntas. Pude notar, a duras penas, sus ojos color nuez. Alto y con un porte atlético. Verlo unos segundos me dejó atónita.
Pero antes de que pudiera pensar en algo más, sentí una presencia en la parte de atrás. Al voltearme vi a mi mellizo con la cara pegada a la mía. Salté de inmediato y grité.
–¡Ah! Ethan, ¿qué te pasa? Me asustaste –dije en un tono poco molesto, y juguetón a la vez.
–Ay, ¿pues qué estabas viendo?... ¿O pensando? –respondió burlándose de mí.
–No estaba pensando en nada. Aparte, ¿qué voy a andar viendo? No soy tú… –contraataqué en el mismo tono.
Abrió la boca como si lo hubiera ofendido. –Pero si yo soy un inocente angelito… –colocó su mano en el pecho.
–¡Uy sí! Y yo soy hombre… –dije con ironía.
De inmediato Ethan y yo empezamos a pelear a modo de juego. Poco a poco empezamos a empujarnos hasta llegar al punto de pelearnos de manera física, claro, sin llegar a una agresión real.
Ya recostada en mi cama, pensaba en lo que había sucedido, pero lo que más me llamaba la atención era aquel vecino de enfrente. No tenía mucho de mudarme, pero era el tiempo suficiente para saber si vivía alguien ahí o no.
No quería clavarme con el tema, pero sinceramente mi mente necesitaba una distracción de la situación anterior. Además, no tenía nada de malo haberle echado un ojo a ese guapo. En lo más profundo de mi ser, deseaba poder volver a verlo. Gracias a esta situación, pude dormir con tranquilidad, sin tener esa horrible pesadilla de nuevo.