"Inquietud"
Naomi
Estaba recostada en mi habitación; la imagen de lo que había visto y la condena de mi silencio me consumían de a poco mientras pensaba en qué sería lo correcto. Hablar traería consecuencias gravísimas para mi hermano, destruiría algo que él atesoraba, pero quedarme callada solo provocaría más daño.
Era confuso: tantos años siendo amiga y novia de mi hermano para que al final pasara esto. Para mí, esto se empezaba a convertir en una pesadilla.
Sentía mis emociones revolverse mientras mi pecho se apretaba y se hundía con fuerza. En ese momento, escuché la puerta de mi habitación abrirse.
—Hija… ¿qué haces ahí en el suelo? —dijo mi madre con calma.
Me senté y traté de disimular.
—Nada... solo intentaba refrescarme y pensar en cómo continuar mi novela.
No es que no confiara en ella, pero muy en el fondo de mi corazón sentía que ella defendería a su querida nuera antes de escucharme a mí, y temía que esa probabilidad fuera acertada.
Noté cómo el semblante de mi madre se decaía.
—Sabes que puedes contarme lo que sea... ¿verdad?
Asentí distraídamente, tratando de calmar las olas de sentimientos y el deseo de por fin abrir la boca. Mi madre me dio una media sonrisa antes de darme un beso y salir de mi habitación.
Desperté a la mañana siguiente, mirando mi Instagram un rato antes de ir a ver a mi hermano. Cuando entré en su habitación, estaba acostado mirando su celular. Toqué la puerta con calma.
—¿Puedo pasar? —dije, temerosa del estado en el que pudiera estar mi hermano, tomando en cuenta que había gritado, y qué había gritado.
Para sorpresa mía, se veía bastante tranquilo mientras se sentaba.
—Adelante...
Me acosté a su lado.
—Tal vez no sea el momento… pero me gustaría saber qué pasó ayer…
Oliver suspiró.
—Le dije lo que sentía…
—¿Cómo? —dije desconcertada. Muchas veces mi hermano había expresado sus sentimientos y nunca había escalado a una pelea. ¿Qué cambió?
Se acomodó en la cama.
—Le dije tal cual cómo me sentía… reclamándole su falta de atención y el cómo estoy cansado de esperar a que se acuerde de que existo... No sé qué me pasó, pero le expresé cómo se mentía sin filtro… —suspiró, pero no era de melancolía, sino de una extraña mezcla entre alivio y pesadez—. No te lo negaré, corté la llamada antes de que pudiera decir algo y, justo después, me sentí horrible… pero mientras más pasaba el tiempo, empecé a sentirme en paz…
No tenía que decirlo para saberlo, lo notaba en su semblante, más relajado y tranquilo.
—Sinceramente me sorprende que pudieras hacerlo… no tienes ni idea de cuánto tiempo esperé a que me dijeras eso.
Se rio. A pesar de tener una diferencia de edad corta, no solíamos ser tan cercanos, pero por alguna extraña razón, últimamente hablábamos más y nos contábamos nuestros problemas amorosos. Supongo que es porque mis padres suelen estar muy ocupados y, en algún aspecto, sentimos que nos comprendemos mutuamente.
De pronto, mi hermano miró la ventana detrás de mí. Las cortinas gruesas estaban un poco abiertas, dejando pasar la luz. Cuando noté el gesto, la curiosidad me inundó de inmediato.
—Sigo sin entender por qué miras tanto la ventana… —dije calmada, mientras me acomodaba en la cama.
Mi hermano, recargado en su brazo, me miró y, con un poco de intriga en su voz que casi parecía un murmullo, preguntó:
—¿Te puedo contar algo sin que le digas a nadie?
Lo miré aún más intrigada.
—Claro.
Suspiró y sonrió.
—¿Recuerdas que hace unos días me preguntaste por qué estaba viendo la ventana?
Asentí, dudosa de a dónde iría la conversación. Mis opciones de rumbo eran un poco descabelladas, pero, mirando su expresión, me daba la impresión de que no fueran tan locas.
—Bueno, pues… —desvió la mirada, un gesto que solía hacer cuando iba a decir algo casi funable—. Hace unas noches soñé con una chica desconocida… no le logré ver bien la cara porque se la cubría el cabello, pero alcancé a ver una sonrisa.
Mis ojos se iluminaron. Soñar con tu novia o alguna persona conocida es relativamente normal, pero soñar con una desconocida era, psicológicamente hablando, un indicio de un cambio.
—¿Y qué soñaste?
—Bueno, pues… soñé que la chica estaba parada frente a la ventana del departamento vecino y me decía que era hora de cambiar de página.
Mis emociones dieron un giro de 180 grados. Sí, una cosa era un desconocido en un sueño random, pero otra muy distinta era algo así de específico. Según artículos que había leído, esos sueños se interpretaban como una necesidad de cambio. Tragué saliva.
—¿Y te inquieta?
Se acostó boca arriba.
—Realmente no… sí es extraño, pero lejos de inquietarme, me dejó una sensación de tranquilidad…
Lo miré aún más confundida. La tranquilidad por un sueño así, sumado a lo que había pasado la noche anterior… Definitivamente, algo había pasado con mi hermano.
Justo en ese momento sonó la notificación del teléfono de mi hermano. En cuanto levantó la pantalla, mi semblante cambió rápidamente. Era un mensaje de Jessica, uno bastante largo que no alcancé a leer antes de que mi hermano dijera, con una voz algo tensa:
—¿Puedes salir un momento?