"Agridulce"
Emily
Lo miré perpleja. Había muchas formas de responder a su pregunta, pero en ninguna quedaría ilesa de sus ideas locas. Aclaré mi garganta y hablé.
—Bueno, pues… —los nervios me consumían, no quería darle una idea equivocada— Un día me asomé a la ventana y lo vi ahí parado.
Ethan abrió más los ojos. Sentándose en la cama, me miró con ojos juzgones.
—¿¡Así que tenía razón el día que te pregunté a quién andabas viendo!? ¡Y me hiciste creer que yo me equivocaba! Eso no se vale.
Rodé los ojos al verlo con su expresión dramática.
—Tampoco es para tanto. Además, ese día solo lo vi pasar.
—Pero lo viste —debatió, recalcando su punto—. Como sea… dices que lo viste otro día, ¿no?
Asentí a su pregunta mientras me sentaba. Noté en su expresión los deseos de escuchar detalles y suspiré.
—Ayer, después de bañarme, me asomé a la ventana para sentir el aire un rato… y lo vi parado, así que empezamos a hablar…
Mi hermano sonrió, como si se tratara de una historia de amor.
—¿Entonces ya tienes ligue?
—No, menso… —solté un suspiro. Sabía cómo era y, aun así, pensé que no lo diría. Qué ilusa soy a veces—. Él… tiene novia.
Por alguna extraña razón, decir esas palabras me generó un nudo en la garganta.
Mi hermano, por otro lado, quedó aturdido. Podía ver en su mirada el cambio de emociones: al principio en shock, después en entendimiento, seguido por la decepción y, al final, con una mirada cómplice y una sonrisa torcida que me llevaba a imaginar lo que estaba pensando.
—¿Y si se lo quitas?
Lo sabía.
—No… yo no soy esa clase de persona. Además, hablamos porque tiene problemas con su novia y…
Se le iluminó la mirada. Y cómo no hacerlo. En las novelas de Wattpad, que se negaba a admitir que leía, es común que la relación inicial de alguno de los protagonistas tenga dificultades para después cortar debido al otro coprotagonista. Arrugué el rostro y lo miré con ojos culpables.
—Le di ideas para mejorar su relación…
Me miró ofendido hasta China.
—¿¡Cómo que lo ayudaste!? Ese hombre está guapísimo y lo ayudaste a mejorar su relación… —Se jaló el cabello con un gesto de desesperación mientras yo lo veía algo confundida—. Era la mejor oportunidad para darle un giro a esta historia ¡y te atreves a alargarla más!
Rodé los ojos. No entendía si era sarcasmo o realmente hablaba como si fuéramos una novela. Como sea, eso no importaba ahora.
—Tengo escrúpulos… Tampoco es como que esté enamorada, solo hablamos una vez… Ni siquiera sé cómo se llama —Me acomodé para bajarme de la cama—. Además… lo atractivo no es todo lo que hay…
Me bajé de un brinco antes de meterme al baño. Lo que decía era cierto: el físico ya no era lo único que guiaba mi corazón. No después de que el físico de ese desgraciado me arruinara y destruyera como lo hizo.
Pasó la hora del desayuno. Mi hermano no dejaba de verme de forma acusadora por lo que dije, aunque en el fondo sabía que solo hacía drama. Incluso mi hermano Esteban, el mayor de los tres y el más reservado, se dio cuenta.
Un rato más tarde, escuchaba música sentada casi en la ventana, recargada en el banquito alto. Mi playlist pasaba con tranquilidad hasta que la escuché: 911 de Ellise. Esa canción encapsulaba casi por completo lo que había vivido, cómo me sentí durante tanto tiempo. Los recuerdos me inundaban, las emociones asfixiantes incrementaban. Mi garganta comenzaba a picarme mientras la letra de la canción se clavaba en mi mente. Sentía una impotencia y unas ganas de llorar enormes, al igual que la rabia y la frustración. Ganas de arrancarle mi inocencia y tiempo a ese infeliz, ganas de vomitar.
Todo eso empezaba a nublarme la vista, hasta que escuché un ruido bastante peculiar a mi lado derecho. Volteé la cabeza y lo vi.
Traía un bowl de palomitas abrazado con su brazo derecho. Los músculos tonificados y algo marcados resaltaban, mientras que su otro brazo estaba recargado en la ventana y llevaba una palomita con sus largos y tentadores dedos hacia su boca. Me miraba con unos ojos penetrantes llenos de preocupación. En cuanto me quité un audífono, habló con la voz más tranquila que había escuchado:
—¿Estás bien?
Mi cuerpo y emociones se estremecieron, y él dejó el bowl a un lado.
—Estás llorando y estás roja y pálida a la vez…
Tragué saliva. A pesar de mi estado y de cómo lo describía, no me sentía juzgada. Su preocupación era genuina. Bajé la cabeza y me limpié la cara, tratando de calmarme.
—Sí… solo recordé algo bastante desagradable...
—No te conozco mucho, o bueno, nada en realidad… pero es claro que algo te pasa y… puedes decirme —dijo con la sonrisa más tierna y amable que jamás había visto.
Sonreí. Esas eran las palabras que usé el día anterior, y me hizo sentir especial que recordara esas palabras.
—No creo poder negarme cuando usas las mismas palabras que yo…
Rio de manera cálida.
—Mi mayor trabajo es la persuasión...
Me reí, relajando la sensación de náuseas.
—Entonces haces muy bien tu trabajo… —Suspiré para preparar lo que diría. Supongo que se percató de que le contaría, ya que se recargó en la ventana y me miró con mucha atención—. Tuve un novio hace un año… Era más grande que yo por tres años.
Me detuve al sentir un nudo en la garganta. Me miró comprendiendo que me era difícil hablar del tema y me ayudó.
—Y no terminó bien... por lo que entiendo.
Asentí con la cabeza baja. Él suspiró.
—Comprendo que te sea difícil… y que tal vez te sea complicado hablarlo todavía, pero… en cuanto puedas o quieras expresarte, puedes hablarme…
Mi corazón se calentó. Sé que mi familia me apoya… pero sentir que alguien se preocupa tan genuinamente como yo lo hice ayer es diferente.
—Gracias… me sería de ayuda.