Amor sin edad

CAPÍTULO 1

—¡Feliz cumpleaños, amiga! —Jimena, mi amiga,  llegó a mi casa con una pequeña torta. Hoy era mi cumpleaños número dieciocho. Aún me encontraba en la cama, Jimena siempre tenía costumbre de llegar temprano y sorprenderme con algo y en esta ocasión había sido la torta que llevaba en sus manos.  El fin de semana tendría una fiesta, mi madre estaba muy emocionada, era su única hija mujer y le emocionaba todo esto. 

—¡Gracias amiga! creí que se te había olvidado. 

—Nunca olvidaría el cumpleaños de mi mejor amiga, de mi sweetie.

—No me gusta que me digas así, ya no soy un dulcecito. —recriminé. Mi amiga siempre me tenía ese apodo, a los dieciséis como tantos dulces que terminé con una gran diarrea, así que cada vez que me llamaba de esa manera, recordaba ese mal momento de mi vida. 

—Para mí siempre lo serás —Puso la torta en mi mesa de noche y se metió a mi cama—. Esta torta es mágica, la persona que me la vendió dijo que si logras apagar la vela a la primera, tu deseo se te cumplirá. 

—No creas en todo lo que te dicen, Jimena. 

—¡Vamos amiga!, no seas amargada, sopla la vela y pide un deseo.

Me levanté de la cama y fui hacia la torta, cerré mis ojos y soplé la vela. 

—¿Cuál fue tu deseo? —preguntó 

—No pienso decírtelo, si no mi deseo no se cumplirá.

—Pensé que no creías en estas cosas, pero te conozco tan bien que tengo dos opciones: el primero es que Chad muera o que el amigo sexi de tu hermano al fin te dé un beso.

Mi amiga me conocía muy bien y aunque si quería ver a Chad muerto, prefería un beso de mi amor platónico.

Chad era mi ex novio, el muy desgraciado me engañó con una zorra de la escuela, pero tenía la venganza perfecta para él. Hoy en la noche uno de mis amigos me ayudaría a que Chad nunca olvidé a Ahs Fox. 

El resto del día lo pasé con mi amiga, fuimos al centro comercial, vimos una película y visitamos algunas tiendas. Ella me regaló un bolso color negro, estaba precioxo y por eso lo había escogido. 

Recibí un par de mensajes de mi hermano y su novia, al parecer llegarían en la noche para celebrar mi cumpleaños, esperaba que Deivy también los acompañara, no había mejor regalo que ese. 

—Deberías pensar muy bien en lo que vas hacer. 

—Ya tengo todo planeado con Dan. 

Dan era mi amigo e iba acompañarme a romperle los vidrios al carro de Chad, iba a hacer algo rápido, era cuestión de minutos, lo difícil sería salir con vida de la casa de mi exnovio, ya que estaba rodeado de perros y hombres tipo guardaespaldas. 

—En verdad sería muy malo que pases tu primer día de dieciocho años en la cárcel. 

—Eso no va a pasar. —En ocasiones mi amiga podía ser demasiado protector, se podría decir que era la voz de la razón en nuestro grupo, éramos tres personas. Jimena, Dan y yo. 

Dan era el divertido e impulsivo, era un par de años más grande que nosotras, estuvo involucrado en algunos problemas con su familia y dejó de estudiar por dos años y por último quedaba yo, Ash, era la rebelde, al que siempre actuaba antes de pensar, quien abría la boca y decía las cosas que pensaba. 

Llegué a la casa y subí a arreglarme, en pocos minutos mi hermano estaría aquí. Estaba feliz por él, al final había encontrado al amor de su vida, Génesis una gordita tan carismática, me caía mucho mejor que la plástica de su exnovia, quien resulta era la hermana melliza de Génesis. 

Media hora después ya estaba lista, incluso había escuchado voces en la planta de abajo, eso significaba que ya estaban en casa. Bajé de prisa y en efecto se encontraba mi hermano y su novia, me sentí un poco decepcionada al no ver a Deivyd en la casa. 

—¡Feliz cumpleaños hermanita! —mi hermano caminó hacia mí y me dio un abrazo, correspondí de la misma manera. 

—¡Ash! muchas felicidades —ahora fue el turno de Génesis. 

—Gracias cuñada. 

Mi madre sirvió la cena y todos pasamos a la mesa. Hablamos de cosas comunes, mi hermano y su novia me regalaron unos hermosos aretes, eran de oro puro, incluso me los puse en ese instante. 

—Deivyd lamenta no haber venido, al parecer tuvo unos problemas con su auto, pero me dijo que mañana pasaba por la casa a felicitarte. 

Me sentí triste, al menos este día de mi cumpleaños quería ver a mi amor platónico, soñaba en recibir un beso de su parte, esta noche me hubiera conformado tan solo con un abrazo. 

Al fin la cena terminó, Dan me estaba esperando afuera. Así que fingí que iba a dormir cuando en realidad iba a salir por una ventana y escabullirme con mi amigo. 

—¿Estas lista? 

—Yo nací lista, vamos a acabar con ese desgraciado. 

Dan arrancó el auto y se dirigió a la casa de Chad. el plan era perfecto, entraríamos a la casa, para distraer a los perros les dejaríamos unos chuletas muy grandes para no pusieran su atención en nosotros, romperemos los vidrios y saldríamos por una de las paredes, conocí arte de su casa y sabía que había una escalera de emergencia, todo era perfecto, nada podría salir mal. 

 

(...) 

 

—Están arrestados por invadir propiedad privada y causar daños a un automóvil a nombre de Chad...

—¡Se lo merecía señor oficial! —intervine, no quería ir a la cárcel, el plan al parecer no había sido tan perfecto después de todo, los padres de Chad ahora tenían un nuevo sistema de seguridad y cuando pisamos su casa de inmediato enviaron una alerta a la policía. —Es un desgraciado, me traicionó y merecía esto, por favor no me envíe a la cárcel.

—¡Ash, cállate! —espetó Dan —, solo estás empeorando las cosas. 

El policía puso un par de esposas en mis manos y me metió a la patrulla, el imbécil de Chad me dio una sonrisa y yo se la devolví, estaba muy equivocado si pensaba que aquí iba a terminar todo.

—Muy bien chicos problemas, creo que la cárcel será un buen lugar para ustedes.




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