Amor sin edad

CAPÍTULO 4

Habían pasado un par de meses desde que Deivyd había desaparecido, no tenía noticias de él, sabía que estaba en Estado Unidos, pero nada más, mi hermano no solía darme mayor información sobre él. 

Revisaba cada día sus redes y sus publicaciones eran solo de lugares en los que él visitaba, nunca le dí alguna reacción, para que no pensara que era una ofrecida y que lo estaba acosando. 

Había decidido tomar un año sabático, ya que mi deseo era ir a una de las Universidades de Estados Unidos y estaba en mi proceso de aceptación, así que por estos meses estaría con mi madre, mi hermano y su novia, quien por cierto ya le había propuesto matrimonio y pronto se llevaría a cabo la ceremonia. 

—¿Qué haces? —preguntó Dan, quien llegó a la cafetería en donde me encontraba. Habíamos decidido reunirnos los tres, todos habíamos decidido ir a Estados Unidos, así que ninguno estaba estudiando. Dan trabajaba en el taller de su tío, mientras que jimena y yo estábamos en un centro comercial los fines de semana. 

—Solo veía mis redes —respondí. En realidad estaba viendo los perfiles de Deivyd. 

—Ash, ¿cuándo vas a darme una oportunidad?

—Dan, solo somos amigos . 

—Pero en verdad me gustas —insistió. Me sentía mal por él, pero en realidad solo lo consideraba como mi amigo y no quería que eso cambiara, aunque Dan no era nada feo, todo lo contrario, era muy guapo y cualquier chica quisiera estar en mi lugar. 

—Dan ya hemos hablado de esto, no quisiera que nuestra amistad se viera afectada por algo así, prefiero que sigamos como hasta ahora. 

—¡Hola! —mi amiga Jimena, llegó y se sentó a nuestro lado. Sentí un alivio al verla ya que así Dan dejaría de insistir. —Les traigo una invitación. Unos amigos quieren que los acompañemos a un bar, estará muy bueno y no podemos faltar ¿qué dicen? 

—Yo me apunto. —respondí. —No tengo nada mejor que hacer esta noche.  

—Entonces yo las acompaño, siempre tiene que haber un chófer responsable. 

Estuvimos un rato en la cafetería y después Dan nos llevó a la dirección que Jimena indicó. El lugar era bastante grande y a pesar de eso, estaba a reventar de gente. Nos sentamos en una mesa y esperamos a los amigos de Jimena. 

Pedimos unos tragos al mesero, a los pocos minutos los otros chicos llegaron a nuestra mesa, no los conocía, ni siquiera sabía que Jimena tuviera otros amigos aparte de nosotros. Ellos fueron por un trago más, el cual fue suficiente para que algo dentro de mi se encendiera y quisiera una cosa: ¡Bailar! 

—¡Vamos a bailar! —gritó Dan a mi oído, ya que la música era demasiado fuerte. 

—¡Claro! —Lo tomé de la mano y nos fuimos a la pista. Empezamos a bailar al ritmo de la música, era una chica que le encantaba disfrutar de la vida y aprovechaba cada momento sobre todo al lado de mis amigos y familia, y con relación a Deivyd, ese cobarde podía seguir huyendo. 

En estos momentos sentía una gran energía dentro de mi cuerpo y solo quería explotarla. Sentí las manos de Dan en mi cintura y su aliento en mi cuello. No entendía pero me encantaba que mi amigo hiciera eso, me acerqué más al cuerpo de Dan y él beso mi cuello. 

Esto era muy extraño, nunca en mi sano juicio permitiría que Dan me acariciara de esa manera. Esto no estaba nada bien, algo pasaba en mi y en mi amigo. Miré a Jimena, quien estaba muy acaramelada con uno de los chicos, algo vino a mi mente. ¡Las bebidas! ellos tuvieron que haber puesto en nuestro tragos. 

Caminé hacia ellos y quise golpear al tipo, pero él detuvo mis manos. —Tranquila gatita, ¿qué pretendes hacer? 

—¿Qué le pusieron a las bebidas? 

—Nada cariño, estás delirando, mejor regresa con tu noviecito. 

—Sé que le pusieron algo —me lancé hacia él y empecé a golpearlo. 

Sentí a alguien que me tomó por la cintura —¡Ya Ash! es mejor que nos vayamos. —exclamó Dan

—¡Jimena, vámonos! —grité

—Voy a quedarme con mis amigos.

—¡Estás loca! No te puedes quedar con ellos.

—Estaré bien Ash, es mejor que Dan te lleve a tu casa. 

No podía creer que Jimena prefería quedarse con ellos, después de lo que nos habían hecho.

—Ash no vas a solucionar nada con los golpes —Habló Dan. Me sacó del bar y me llevó hacia su auto. 

Estaba seguro que las bebidas tenían algo, sentía un calor en todo mi cuerpo, mis labios secos y mi garganta rasposa, eso no era normal. 

—Tengo mucha sed —mencioné. 

—Iré por agua —habló Dan—. No te muevas de aquí. 

Me recosté en una de las puertas del auto, mientras esperaba a Dan. Todo empezó a girar a mi alrededor y unas ganas inmensas de vomitar. Me sostuve al auto, para no caer al suelo. Nunca había probado las drogas, podía jactarme que mi organismo estaba sano de todos esos químicos, pero si esto era estar drogada nunca quería probarla. 

Quise caminar para ir en búsqueda de Dan, dí un paso e iba para el suelo, el golpe era inminente. 

—¡Te tengo! —Un par de brazos me atraparon, quedé congelada pero no por los brazos sino por la voz. Tenía que estar alucinando. 

Me giré y sentí desmayarme otra vez.

—¡¿Deivyd?! —balbuceé. Un nudo se formó en mi estómago, subió por mi esófago hasta llegar a mi boca, no aguante y expulsé todo. 

Acababa de vomitar a Deivyd. ¡Vaya manera de reencontrarnos! 

—¡P...perdón! — Miré la cara de Deivyd, no era para nada amistosa. 

—Lo que me hacía falta —Se quitó su chaqueta enojado. —Ahora tendré que darme un baño. 

—Si quieres te puedo acompañar —bromeé, pero nunca perdí las esperanzas en que aceptara mi propuesta. Me limpié la boca, me sentía mejor, al parecer había expulsado lo que me había hecho daño. 

—Te pasaré dejando a tu casa —pronunció 

—No puedo llegar a casa de esa manera, mi mamá va a matarme. 

—Debiste pensarlo antes de venir con tus amiguitos y tu novio y drogarte. 




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