Amor sin fronteras 2: Mi único camino sólo tú

Preludio de la tempestad

Ella, levantándose junto a la salida del sol, se asomó a la ventana contemplando en su vista los dorados rayos del sol que entraban en su habitación tras deslizar suavemente las cortinas. Con un brillo en sus pupilas ante un nuevo día más, dejó que la fresca mañana fuera su acompañante que con grandeza le enseñaba las proezas de aquellos que con su labor lograban hacer que todo funcionara.

Ella, que había sido dotada con gran inteligencia y elegancia, podía ser capaz de dar merito a todas las personas que le rodeaban, incluso sin discriminar en lo más mínimo a aquel campesino que, con el sudor en su frente, lograba ser capaz de criar, cultivar y cuidar con gran hazaña los alimentos que muy pronto podría ver en su mesa.

Entendiendo lo duro que era ganarse la vida ante una desigualdad que había prevalecido con gran fuerza en el pasar del tiempo, del cual era realista que nunca se desvanecería ya que la historia lo ha demostrado que vuelve a aparecer una y otra vez, aunque sea disfrazada de otra manera sólo para terminar confundiéndonos una y otra vez sin descanso alguno. Pero eso no significaba que sólo por esa razón no se trataría de ir aliviando esta dolencia, aunque fuera por un poco de tiempo. Ya que sólo de esta forma es que todo se puede mantener.

Habiendo logrado subir de rango y poder después de muchos años de estar dando lo mejor de sí para poder mejorar aquel pequeño pueblo que ahora parecía ser más decente y que seguía en continuo desarrollo, ella volvía a tomar de la mano la voluntad inquebrantable que nunca la dejaría rendirse tan fácilmente.

Mientras caminaba por el pueblo y miraba como las calles y carreteras pertenecientes al pueblo eran mejoradas, por supuesto que esto sin mencionar el caos que provocaba al igual que los disgustos que como la llama que a través de una pequeña brasa puede ir creciendo hasta volverse en algo completamente peligroso si no se llega a manejar con sumo cuidado, era algo del día a día.

Con un pequeño suspiro, se acercaba a cada una de estas obras para ver cómo iban avanzando y al mismo tiempo ir hablando sobre la marcha de estos, fue puliendo con su ingenio que había adquirido después de haber estado estudiando con esmero el cual se sumaba a la experiencia que había ganado al estar involucrándose en asuntos similares, esto que parecía haber sido algo que llegaba a superar las expectativas que tenían todas las personas a su alrededor de ella, no era nada más que una pequeña fracción que era lo que ella en sí percibía, pues consideraba siempre que le hacía falta más y más para poder mejorar y lograr llegar a cumplir con todas estas.

Conforme iba dirigiéndose con el son del viento, que no dejaba de soplar una y otra vez, ella también se mantenía en constante movimiento hasta lograr terminar en una pequeña oficina que le habían llegado a asignar, el cual lo consiguió como un regalo antes de cumplir la mayoría de edad como petición personal que hizo para aprender a gestionar todo lo que sucedía en el pueblo. Esto que parecía, al principio, ser más un capricho, terminó dando grandes resultados en el cual podría decirse que era donde se gestionaba varios de los problemas, sino era que se pudiera mencionar que casi era todo.

La cantidad de documentos que se veía en su mesa era abismal, sin embargo, el furor con que ella lo realizaba y el compromiso con que lo trataba, era con aquel fervor que era capaz de hacer que todo pareciera como un juego de niños.

Ella, sin perder en lo más mínimo el afán de conseguir aquellos logros que parecían ser nada más que una simple ilusión, se mantenía por varias horas en esta oficina arreglando y clasificando cada proyecto que traería un sinfín de futuros para el pueblo aquel que podría ser sólo un poco grande, pero con una gran precariedad de un sistema mejor formulado y establecido que le permitieran ser competitivo con otros que incluso han llegado a tener el tan anhelado llamamiento de volverse en una ciudad. Ante el gran infortunio que se avecinaba y la falta de contar con un gran plan de contingencia que pudiera hacerles pasar esta calamidad. Ella se acercó ante un pequeño libro que tenía a un lado para luego sacar de este lo que era un pequeño pedazo de papel en el cual decía unas pequeñas palabras que le eran graciosas por alguna razón.

Sin dejar que nadie pudiera ver en este su contenido, lo que se podía mencionar era que se trataba de unas palabras mal escrita en un intento de poder realizar algo que para esta época podría considerarse imposible para varias personas. Este trozo de papel que se encontraba guardado en el interior de este libro era como un amuleto que el hacía sentir que podía continuar adelante y con ello poder tratar de seguir avanzando un poco más en cada uno de los proyectos que tenía en mente.

La revisión y respaldo de cada una de las proyecciones que había en cada acción que había tomado, era revisada por varias personas y con ello iba descartando la opinión de aquellos que con lengua aguda trataban, como serpientes que se esconden para lanzar con total agudez un ataque furtivo a su presa, poder terminar siendo estorbo para el camino que se iban trazando.

Esto no era algo que pudiera hacerse con total calma aquella que sería la compañera ideal. Puesto que, entre las implacables sombras que son compañera fiel de toda la vida, siempre estará aquello que tratará de frenar todo lo que se trate de hacer.

Ella, sin siquiera titubear, empezó a confirmar todo lo que sucedía y lo iba a revisar cada cierto tiempo para tener una certeza de que se estaba ejecutando con total claridad y esfuerzo. Aunque sabía muy bien que esto le podría traer problemas en un futuro, puesto que el tener que realizar dichas diligencias era capaz de atraer varios enemigos que estaría dispuestos a llegar en busca de un pequeño error y con ello acabar con todo su esfuerzo.




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