Amor sin límite [saga Vrej #2]

Capítulo 3

Rowena estaba sentada con la espalda erguida mientras cocia afanosamente un vestido.

— muchacha — ella se detiene pero no levanta su cabeza, aparentemente está respirando profundo.

— señor Ibran — me mira y su sonrisa es nerviosa.

— hable con la condesa, ella aceptó que me ayudes con las ungüentos.

— con gusto le ayudaré — al parecer era una chica un poco insegura, sus manos sostienen con fuerza la prenda.

— ¿Estás bien? — ella asiente y baja su rostro, niego y decido que es mejor marcharme antes que arruine lo que esté cociendo — buen dia Rowena.

Decido salir de ahi rápidamente.

Rowena

Él se fue, suspiró al ver que he quedado sola nuevamente, me pongo de pie y me acercó a la ventana, la última vez que vi a Ibran como Olivia fue cuándo me besó, cuándo una extraña electricidad nos rodeó, pienso que eso debio pasar por que un fantasma tocó a un humano.

Mi corazón dolia por que lo extrañaba, las conversaciones, su sonrisa y el amor mutuo que había entre nosotros.

— Rowena — la señora Ivora está en el umbral de la puerta, siempre seria, con la espalda erguida. Aquella mirada dura y vacia cómo si sólo fuera un cascarón vacío.

Ella tenia una ceja enarcada mientras terminaba de entrar a la habitación que era de costura después que las personas de servicio lo habían limpiado.

— señora Ivora — ella se acerca a la prenda y pasa su mano por ella — ya he avanzado mucho, no le pondre los adornos.

— ¿Por qué ese joven quiere que tú le ayudes? — camina detrás de mi espalda — eres una joven soltera, igual él. No es muy correcto Rowena, bueno si deseas casarte.

La miró sobre mi hombro.

— él es el médico del Conde, necesita ayuda en la elaboración de la medicina.

— no olvides que tengo un negocio decente.

— no estoy haciendo nada malo señora Ivora, mi padre me educó muy bien.

— eso esperó Rowena, este negocio lo levanté con el poco dinero que me dejó mi difunto marido, este es mi medio para subsistir. Eres una jovencita muy bonita pero también muy inocente y para que negarlo, muchos desearan en convertirte en otra cosa.

— señora Ivora — la miró molesta — el doctor Ibran es alguien muy respetuoso.

— es hombre querida — suelta un suspiro — nosotras las mujeres que no pertenecemos a la clase social alta, los hombres importantes sólo piensan en ofrecernos un puesto de la amante — desvia la mirada — me caes bien Rowena, eres tan inocente cómo yo lo fui hace tiempo, veía el mundo cómo si fuera rosa pero la vida me mostró que no es así.

— pero me habló de su esposo — ella baja la mirada y sonríe con tristeza.

— él llegó a mi vida cuándo ya habia descubierto que el mundo no era color de rosa. Perdona si he sido dura pero no deseo que sufras.

— no se preocupe señora Ivora — ella vuelve a sonreir, estoy asombrada ya que ella desde que la conozco hasta ahora lo hace, su rostro se ha suavizado, se ve más joven.

— eso espero Rowena, que pienses con la cabeza fria, eres muy bonita.

— gracias — sonrió.

Ella sale del cuarto de costura, me doy cuenta que es una mujer que a sufrido ... igual que yo pero de distinta  forma.

Ibran

te veo relajado... al fin — Stéfano cruza una pierna mientras observa su vaso entre sus dedos.

— lo estoy, aunque me hubiera gustado volver a ver a mi hija.

— fue muy dura su muerte — sigo estrujando las hojas — dentro de tres meses viene al mundo tu bebé.

— si, mi hija vendrá al mundo — ruedo los ojos por que sigue insistiendo que será una niña.

— no podemos saber el sexo del bebé, hasta que nacen — hago una pausa para mirar a Stéfano.

— tú mirabas muertos y hablabas con ellos.

— el último que vi fue la amiga de Zulema, cuándo me contó que se atravesó para salvar la vida de Tobías Arévalo, hasta hoy no he sabido de fantasmas que te revelen el sexo de un bebé.

— eres un cabeza dura Ibran.— me encogo de hombros para molestia de Stéfano, continuó estrujando las hojas.

En un cuenco las colocó y empiezo a mezclarla con las escencias de las flores.

— aunque sea tan difícil de creer, cuándo mi hija nazca te darás cuenta que no he mentido.

— realmente lo crees — afirmó — esa es la razón por la que la habitación del bebé está dispuesta para una niña, hasta Irina lo cree.

— asi es — lo veo levantarse y tomar de un sorbo su agua — debo irme Ibran, es hora de leer con Irina.

— nunca apareció mi libro — Stéfano se detiene en la puerta — ya sabes el erótico, revisé cada estante de la biblioteca y no está, igual en mi habitación pero se esfumó.

— quizás aparezca Ibran — sonríe con nerviosismo y sale de la habitación mientras mi ceño está fruncido, era extraño que Stéfano se hubiera puesto nervioso, en fin, quizás era idea mia. El conde no tendria por que tener mi libro secuetrado o ¿si?, sacudo la cabeza por mi loco pensamiento y me dedicó a trabajar en el ungüento nuevo, trataba de mantenerme ocupado para no deprimirme por lo que sea que me estuviera pasando.
 




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