Amor sin Manual

Prólogo

—Señorita, Almanza; como abogado de la señora Renata Galván, cumplo con informarle que mi difunta cliente dejó legalmente notariado su deseo de que usted sea la tutora de su hijo, el menor, Theo Galván. Como sabrá, ella introdujo la petición de tutela anticipada que ambas firmaron, debido a su condición de salud.

Yo solo pude escucharlo y pensar que bromeaba, que había cámaras grabando, y una repentina risa nerviosa me invadió, haciendo que el hombre serio frente a mí me viera con cara de que estaba loca.

Y, sí, tal vez lo estaba. O sea, esto tenía que ser un chiste. A mí, hasta las plantas se me mueren. He tenido peces y los pobres amanecían flotando porque olvidaba alimentarlos o cambiarles el agua del estanque. Renata tuvo que haber enloquecido antes de morir. Eso es lo único que se me ocurre para que tomara una decisión tan equivocada.

—Disculpe, no estoy entendiendo nada. Debe haber un error. Yo no he firmado ningún papel. —«menos uno tan comprometedor», cosa que no dije.

—¿Me está diciendo que la señora Galván estafó al sistema? —me asusté. No supe qué decir, así que mentí.

—Lo siento, compréndame. Jamás creí que ella moriría. Sí, lo firmé por ayudarla, pero yo no estoy casada y creo que nunca lo estaré. Soy la solterona del grupo, la que cuidará gatos y será la tía gorda de todos. Usted no lo entiende, yo no cumplo con los requisitos. —la cara del pobre sujeto iba de mal en peor. Suelo hablar de más cuando me pongo nerviosa.

—No se preocupe por eso —indicó, acomodando sus gafas—. No necesita estar casada para obtener la tutela del menor. Esto no es una adopción. La tutela cesará cuando el menor alcance su mayoría de edad. En este caso será más sencillo porque no hay bienes de por medio.

¿Cómo haberlos?, si la pobre Renata gastó lo que tenía y lo que no, tratando de salvar su vida.

—¿Y su tata? Su abuelo, Cheo Galván —me corregí, al ser tan coloquial—. Él podría cuidarlo. —el hombre volvió a tocar sus lentes, en una clara muestra de que estaba desesperándolo.

Pues que se aguante porque la verdadera desesperada era yo. No puedo cuidar a un niño, apenas me alcanza para mantenerme con lo que gano.

—El señor tiene casi setenta años. ¿De verdad cree que puede cuidarlo? —negué, despacio, queriendo comerme las uñas, pero jamás dañaría mi manicura—. Señorita, Almanza, si gusta puede renunciar a la solicitud de la tutela, y el departamento de bienestar social le buscará una nueva familia a Theo.

Algo se paralizó dentro de mí y recordé esa horrible tarde en el hospital. Ahora, por fin, comprendo las palabras de Renata.

Flashback

No te agites. Eso no te hace bien. —intentaba calmarla, pero ella insistía en hablar.

—Lu, tú siempre has estado ahí para nosotros. Theo te adora, y yo también. Me estoy muriendo, amiga, y solo te tengo a ti. —negué, queriendo que se callara.

La palabra tiene poder, ella no podía estar diciendo eso. Ella estaría bien. Mi amiga no podía dejarme.

—Eres una guerrera, no hables así. Tu pequeño cerebrito te necesita. —la hice sonreír, y me tragué las ganas de llorar con fuerza.

—Soy su mamá, sé que me necesita y por eso luché, pero ya no aguanto tanto dolor. Debo partir, a pesar de que lo amo con mi alma.

—No, no, no. No quiero oírte decir estas cosas. —intenté alejarme, y su delgada mano se aferró a la mía.

—Prométeme que no tendrás miedo y que siempre estarás para él —dudé, yo no era la más estable del planeta—. ¡Promételo!

Estaba cansada, parecía que el oxígeno que recibía a través de la máscara ya no era suficiente. No podía seguir prolongando su agonía, así que acepté. Le dije que sí, sin conocer sus planes y sin saber que esa sería la última vez que la vería con vida.

—Señorita, Almanza, ¿sigue aquí? —fue la voz del abogado, la que me sacó de mis recuerdos.

—Sí, lo siento. Pensaba en Renata. No renunciaré a nada. Yo me quedaré con Theo, él es mío. Su madre lo quiso así.

—Muy bien, la estaré llamando para su presentación ante el juez. Debe ratificar su aceptación ante el tribunal, y este le otorgará legalmente la custodia temporal del menor. Después de tener eso, su vida será evaluada, y si pasa la prueba, él podrá quedarse definitivamente con usted.

Yo solo asentí, aterrada por dentro porque nada en mi vida estaba bien y, aun así, cuidaría a un pequeño. Lo único bueno es que a él no olvidaré alimentarlo, ya que cocinar y comer se me daba muy bien.




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