Amor sin Manual

Capítulo 2

♟️Dominic♟️

Pensé que esta mañana no podía ser peor, hasta que la vida me sorprendió con ese desagradable tropiezo en el café. Todo por culpa de mi inservible cafetera que no funcionó y me hizo parar en cualquier lugar de cuarta.

Debí esperar llegar a la oficina, pero no. Quise tomar aire, y al final no tuve ni el respiro que necesitaba, ni el café, porque esa insoportable mujer y su hijo, arruinaron con creces mi ya acontecida mañana.

—Jefe, buenos… ¿Por qué hueles a arándanos? ¿Y por qué tu traje está manchado? —le hice señas de que cerrara la boca, y ambos entramos al ascensor de presidencia.

Luke permanecía callado, pero sé que moría por saber qué me pasó para poder burlarse de mí.

—Ríete, sé que quieres hacerlo. —negó.

—No lo haré hasta saber cómo llegó esa mancha allí. Tengo la teoría de que podrá ser interesante. —metió sus manos en los bolsillos del pantalón y, suspiré, cansado.

Miré mi saco hecho un asco, acomodé mi corbata y sentí el desagradable olor dulce del baño de smoothie que recibí.

—Carmen no se presentó a trabajar. No pude hacerme mi estúpido café porque la cafetera no quiso colaborar, y cuando me detuve a comprar uno en el cafetín que está a un par de cuadras de aquí, un pequeño mocoso me echó su bebida encima. —gruñí, furioso, y el desgraciado se rio.

—Amigo, qué manera de comenzar el día.

—Eso no fue lo peor —expliqué, saliendo del ascensor—. El mayor incordio fue su madre. Esa mujer está completamente loca. —no quería ni recordarla, o me pondría de peor humor.

—Buenos días, señoritos.

—No tienen nada de buenos, comenzó muy mal. Por favor, no me pases llamadas. No estoy para nadie, hasta nuevo aviso. —indiqué, yendo directo a mi oficina, sintiendo que venía detrás de mí.

—Su majestad, me encantaría complacerlo, pero le recuerdo que debe escoger una secretaria y, que su abuela fue clara al pedir que atendiera a la señorita, Almanza. Ella debe llegar en cualquier momento. —blanqueé los ojos, y quise darme contra la pared.

Ese era el problema de tener como secretaria, a alguien que me cambió los pañales porque me conoce desde que nací.

—Sonya, te ofrecí un aumento sustancioso de sueldo.

—Y yo te dije que si sigo así, serás tú el que me lleve al asilo. No puedo seguir aquí. Trabajé con tu abuelo, con tu padre y ahora contigo. Ya no puedo continuar, me vas a matar un día de estos.

—Ella tiene razón. —intervino mi amigo, y no pude contradecirlo.

—Tú ganas. Te diré cuando esté de ánimos para ver los currículums que te llegaron.

—¿Y la señorita, Almanza? —masajeé mi sien, presintiendo que me daría jaqueca.

—Supongo que me tocará atenderla, o mi abuela se enterará.

La muy sinvergüenza sonrió, y me dejó solo con Luke. Sabía que si no atendía a esa mujer, mi abuela pondría el grito en el cielo porque mi amada secretaria se lo diría.

—¿Por qué te pone de tan mal humor darle una oportunidad a esa chica?

—Porque los negocios no se rigen por el corazón. Esta es la mejor inmobiliaria de todo New York. Nos expandimos a otros estados, gracias a la eficiencia. No somos una beneficencia.

Esa mujer no estaba a la altura. No es el tipo de persona que empleo en el área de marketing y mercadeo.

—Deberías darle una oportunidad. Si tu abuela la recomendó, debe ser porque algo vio en ella.

No le presté atención y me quité la chaqueta, queriendo que desapareciera ese desagradable olor.

—Si no fue capacitada en una universidad, no tiene validez para mí. —no pensaba discutirlo.

—Bueno, yo solo pasé a recordarte que viajaré mañana a los Ángeles. Hay unos acuerdos que debo finiquitar.

—Perfecto, lo tengo en cuenta, mantenme al tanto.

Lo vi salir y miré el reloj, preguntándome por qué el chofer tardaba tanto. Necesitaba un traje limpio de inmediato.

—Ya está aquí. —no había pasado, ni cinco minutos, de la partida de mi amigo cuando Sonya interrumpió.

—Bien. Hazla pasar, salgamos de esto.

Me sonrió, y llamó a la muchacha. Pude escuchar que le dijo Lucía, y me pareció un lindo nombre, hasta que la vi.

💙Lucía💙

Corrí, sudé, me cansé, casi me doblo el pie, pero llegué. Logré mi cometido e iba subiendo a la que sería la cita laboral de mi vida. Trabajar aquí lo era todo. No desaprovecharía esta oportunidad. Theo me dio el coraje para estar aquí. Él merece todo lo mejor y yo sé lo daré.

—Buen día, soy Lucía Almanza, tengo una cita con el señor Ashford. —le hablé a la amable mujer que me observaba con una dulce sonrisa.

Era una señora mayor, me sorprendía que aún estuviera trabajando. En mis sueños dorados, me encantaría estar horneando pasteles, y cuidando a mis nietos con esa edad.

—Al fin conozco tu cara, la… Eleanor, me ha hablado mucho de ti. —de inmediato sonreí.




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