💙Lucía💙
Él juró que esta conversación había llegado hasta aquí, y que yo me iría con Sonya de inmediato para comenzar con mi capacitación. Pobre ingenuo, se metió con mi logro, con mi esfuerzo de meses; insultó a mi bebé y eso no pensaba dejarlo pasar.
—Quizás, si en el futuro próximo me pagaran completo en esta empresa, puede que en un corto tiempo me alcance para cambiar de “auto”. —remarqué, y él me observó, echando su cuerpo hacia atrás.
Estaba cómodamente sentado en su silla, con su amplio espaldar, grande y acolchado, el cual nunca le produciría dolor de espalda. Y que bueno por él, ya que bastante rígido vino de fábrica como para tener añadiduras.
—Ay, señorita Almanza. Si esos son sus planes, será mejor que aprenda a moderar sus respuestas. Resultará interesante ver como se controla para que yo, su nuevo y compasivo jefe, no la despida.
—¿Eso es una amenaza o un reto? —se inclinó hacia adelante, y yo también, dando un paso hacia el escritorio.
—Me gustan más los retos, soy fan de ellos. —en su ojos estaba esa chispa maléfica, fácil de reconocer.
—Dominic, deja a la pobre muchacha en paz. —pidió, su asistente y yo agradecí su ayuda.
Yo también amaba los retos, pero tonta no era y si algo tenía con vida propia era la lengua. Controlarla se me complicaría y eso me llevaría a perder de inmediato, y quedarme sin trabajo no es una opción.
—No le estoy haciendo nada, Sonya. Más bien la ayudo a conservar su empleo. Hoy amanecí benevolente. —me sonrió falsamente con la boca cerrada y tuve la impresión de que esto era un juego para él.
Lo que me dejaba a mí como la payasa y eso no se lo permitiría. Al menos no abiertamente, así que sonreí igual que él. Con hipocresía, queriendo ahorcarlo, porque era todo un acartonado con buen envoltorio. De verdad era muy guapo y me molestaba notarlo.
—Lamento decirle, señor Ashford que, por ahora, no podré aceptar su reto, ya que le debo una fortuna a su empresa y botarme no le conviene. Así que de momento, le toca soportar mi lengua. ¿Comenzamos, Sonya?
—Oh, por supuesto, querida. Este tiempo antes de jubilarme me dará años de vida.
—Eso es traición, Sonya. —gruñó y quise reír.
La parlanchina curvilínea le había ganado al papacito acartonado.
—No lo es, en lo absoluto. Esta oficina estaba sumida en la monotonía, y presiento que eso no será más así. Esta muchacha vale oro.
Me tomó por el brazo y caminó conmigo, mientras yo sentía una intensa mirada sobre mí. Capaz era parte de mi locura, pero no tuve el valor para mirar y comprobarlo.
Ya estando en el escritorio que podría ser mío, Sonya comenzó a explicarme todo lo importante de mi futuro trabajo. Me aliviaba saber que ella estaría en todo momento para enseñarme y corregirme.
—Lucía —dijo, de repente, mientras yo enviaba algunos correos que me pidió—. No te conozco de nada, pero me caes muy bien. Mi niño necesita de alguien que le descuadre la vida. Solo modérate un poco, Dominic suele ser explosivo a veces.
La miré con miles de preguntas que antes no tenía. Había activado mi lado chismoso que pedía a gritos un café, con galletitas o pan, mientras charlábamos.
—¿Lo conoces desde hace mucho? Es que me llamó la atención tu forma de referirte a él. —su cara se iluminó, cuando escuchó mi pregunta.
—Sí, desde que estaba en el vientre de su madre. Era un niño precioso con unos increíbles ojos azules. —sonreí, con ternura, recordando a mi Theo.
En eso se parecía ese par. Tenían unos ojos azules hermosos y muy particulares porque eran tan azules como el hermoso cielo del caribe.
—Con razón lo quieres tanto y hay tanta familiaridad entre ustedes. Aprendiste a soportarlo, con los años. —ella negó divertida, acercando su silla a la mía.
—Dominic es un amor. —aseguró y por mero respeto no me reí.
—Permíteme refutarlo. Debe serlo en lo más, más, más profundo y oculto de su ser.
—No, Lucía, hablo en serio. Conocí a su padre y a su abuelo. Trabajé con ellos y le enseñaron muy bien, eran unos caballeros. Él es un buen hombre, pero… la vida le dio un fuerte golpe y lo ha hecho mostrarse duro.
Y ya está… ¿No hay más? ¿Y el desenlace, la revelación de la verdad? ¿¡En serio me piensa dejar así, con este chisme a la mitad!? ¡Me puedo morir de angustia! ¿Qué le sucedió al acartonado bombón de ácido para convertirse en una mezcla radiactiva y venenosa, envuelta en un empaque de lujo? Moría por saberlo.
Estuve cerca de seguir dándole cuerda para ver si soltaba algo más, pero el sonido del ascensor se escuchó y una mujer que parecía modelo del Fashion Week, apareció. Era preciosa y sus zapatos me mataban, quería unos iguales, así fueran de bajo presupuesto porque a los suyos no llegaba.
—Sonya, Dominic me espera. —alcé una ceja y mordí mi lengua, al ver que de nada le servía ser bella porque era bien maleducada.
—Sí, ya la anuncio, señorita Lockwood. —así que ella era la próxima cita del acartonado.
Por alguna razón me imaginé a una señora mayor, educada y más simpática.
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Editado: 03.09.2025