Amor sin medida

Capítulo 2 El gran amor de tu vida

Vuelvo a leer el mensaje que aparece en la pantalla de mi móvil. No me cabe la indignación. ¿Cómo se atreve? Después de la jugada que me hizo, no esperaba que apareciera con su cara tan lavada, pidiéndome una oportunidad para hablar y aclarar el malentendido.

¿Malentendido? ¡Patrañas!

Lanzo el teléfono con un sonoro golpe sobre mi escritorio. ¡¿Qué se ha creído?! Me froto la cara con las manos en señal de frustración. Me levanto de la silla y camino hacia la pared de vidrio ubicada detrás de mi escritorio para admirar las preciosas vistas de la ciudad y tratar de conseguir un poco de calma. ¿Qué ha venido a buscar? ¿No fui claro cuando le dije que no quería volverla a ver? ¡Joder!

Abandono mis reflexiones cuando la puerta de mi despacho se abre repentinamente.

―¿Te enteraste de la noticia?

Cierro los ojos e inhalo profundo. Justo tenía que aparecer en este preciso momento. Juro que le cabría como anillo al dedo el nombre de inoportuno.

―¿Cuántas malditas veces te he dicho que toques la puta puerta antes de entrar?

Me doy la vuelta y observo a mi mejor amigo sonreír sin ninguna vergüenza. Estoy tan enfadado que puedo jurar que en cualquier momento mi corteza cerebral saldrá expulsada como la tapa de una olla de presión al estallar.

―Sí, ya estás enterado ―tira de una de las sillas y se sienta frente a mi escritorio mientras hurga en su móvil―. Silvia es la única mujer sobre la tierra capaz de estimular tu mal humor.

Elevo la mano y me aprieto el puente de la nariz.

―Lo siento, Herman, pero esta noticia acaba de arruinarme el día.

Aparta la mirada de la pantalla de su móvil y se digna a mirarme.

―Los chismes de su regreso están volando en las redes sociales ―es lo que me temía―. La hija consentida y futura heredera del magnate de los negocios, Warren Musk, vuelve a su país natal tras dos años de ausencia ―sí, se largó de aquí el mismo día que me abandonó en el altar para huir con otro hombre―. Según los rumores, sigue estando soltera.

Me importa un comino su estado civil.

―Su vida no me incumbe.

Eleva una de sus cejas y sonríe con arrogancia.

―¿Estás seguro, Rhys? ―se inclina y apoya los codos sobre la mesa―. ¿Cuántas mujeres tuviste después de que ella te abandonó? ―¡maldito cabrón!―. Y no metamos en la cuenta a todos tus royos de una sola noche ―sonríe con arrogancia―. Sigues enamorado de Silvia a pesar de lo que te hizo ―la sonrisa desaparece de su boca y una línea fina y tensa la sustituye―. ¿Cuándo carajos la vas a sacar de tu corazón? Hay mujeres mucho mejores que esa arpía.

Aparto la mirada, porque no me atrevo a mentirle en su propia cara. He intentado olvidarla, sacarla de mi alma por la fuerza, pero no hay mujer que pueda lograrlo. La amé desde la primera vez que la vi y la sigo amando como nunca amaré a nadie más.

―¿Y así te haces llamar mi amigo?

Lo recrimino, molesto. Se supone que está aquí para ofrecerme apoyo y solidaridad. Bufa y rueda los ojos.

―Es precisamente por eso que soy tu mejor amigo ―me señala con su dedo índice―, porque soy el único con las bolas bien puestas como para decirte a la cara verdades incómodas que te harán trepar por las paredes ―eleva los brazos y los cruza detrás de su cabeza, antes de ponerse cómodo―. Lo siento, Rhys, pero no voy a mentirte solo para hacerte sentir bien.

Bien, no voy a perder el tiempo en discusiones improductivas. Así que voy directo al grano.

―Me pidió que nos reuniéramos para conversar y aclarar lo que sucedió en el pasado.

Sale eyectado de su asiento, planta las palmas de sus manos sobre mi escritorio y me acribilla con la mirada.

―¿No estarás pensando en reunirte con ella? ¿Cierto?

Él y Silvia fueron muy buenos amigos, pero esta amistad se arruinó el día en que ella se burló de mí y me rompió el corazón. Herman fue testigo de mi sufrimiento, de lo mucho que me afectó su engaño, de las consecuencias desastrosas que su desamor provocó en mi vida. Presenció la caída y la desgracia de un hombre poderoso que se volvió añicos cuando perdió al amor de su vida. Fueron días muy oscuros y tomentosos para mí. Él fue el único que estuvo a mi lado para salvarme y protegerme de mí mismo. Si no hubiera sido por Herman, todo lo que soy hoy en día, habría desaparecido.

Me quedo en silencio, porque no soy capaz de darle una respuesta sincera. Dicen que el que calla otorga.

»¡Joder, Rhys! ―espeta con indignación―. ¿Lo estás considerando a pesar de lo que te hizo?

Bajo la mirada hacia el suelo.

―Para serte sincero, no sé lo que voy a hacer ―eso parece enfadarlo más de la cuenta―. Después de tanto tiempo, pensaba que nada que tuviera que ver con ella tendría efecto en mi vida ―suspiro resignado―. Pero ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba.

No puedo engañarme a mí misma. Ahora que sé que Silvia estará de regreso, es cuando soy más consciente de que mi amor por ella nunca murió. Está más vivo que nunca.

―¡No puedo creerlo! ―comienza a moverse sin parar de un lugar a otro, como león enjaulado, meciendo su cabello con desesperación y maldiciendo en voz baja―. ¡Estás pensando con las putas pelotas!



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En el texto hay: sacrificio, amor, embarazo

Editado: 12.09.2024

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