En instantes un gran primate salto al suelo, al verlo bien tenía apariencia un poco humana provocando en mí un pánico que me paraliza...
Sin pensarlo me di la vuelta y comencé a correr y saltar, la bulla y los ruidos que hacían estos animales no era normal me seguían como su próxima presa, me atormentaban y yo no podía ni emitir un ruido por el miedo.
Uno de los primates me alcanzó me tomo por un brazo alzándome por el aire y soltándome, estando a puntos de caer y rebotar contra el suelo otro me tomo por la pierna clavando sus garras en mi muslo...
-¡No! Suéltame, Gritando con desesperación dándole una patada al primate con mi otra pierna
Este me deja caer de golpe, comencé a rodar por un pequeño barranco, las grandes hojas me tapaban, pero se podía notar el movimiento entre ellas, las ramas, piedras golpeaban mas mi cuerpo el cual ya estaba lastimado, pero no sentía dolor por el miedo no sentía nada, mi corazón latía sin parar y mi adrenalina estaba a mill, los primates saltaron era como toda una manada de mandril, sino me equivocaba, como pude me deslice y me arrastre a un gran charco de lodo y me tape con las hojas
Tapándome la boca con mi mano para intentar ocultar mi agitada respiración, los primates me buscaban con desesperación, pero estos no podían sentir mi olor por el barro que me cubría por completo, poco a poco comenzaron a irse y mientras esperaba.
Mi cuerpo se entumecía, el dolor comezón a brotar, me dolía todo, sentía un fuerte ardor en mi muslo izquierdo
Después de estar unas cuantas horas escondida por el miedo de que me comieran, comencé a salir para ir a la orilla donde me encontraba, cuando pude salir del barro con mucho esfuerzo porque me sentía muy adolorida, corrí y corrí como nunca lo había hecho en mi vida, varias veces tropecé y perdí el equilibrio, pero no quería estar dentro de esa selva, de mis ojos brotaban lágrimas, no podía controlar mi llanto el cual era casi imposible de contener, al llegar a la playa camine hacía la orilla, mi cuerpo se desplomó y mi llanto estalló y pude recordar algo.
- Elizabeth (dijo una voz tenue y cálida)
- mamá? Dije buscando ver su rostro
Mis ojos se abrieron se detuvo mi llanto, por un segundo, recordé a mi mamá, - mi nombre es Elizabeth, no me había percatado de que no recordaba nada, no sabía cómo había llegado ahí, pero a mi mente le empezaban a llegar imágenes de mi infancia donde jugaba en un gran terreno con dos niños los cuáles llamaba hermanos, - mis hermanos mayores, una voz chillona de una niña más grande diciendo
¡¡- Para mí y Natalia es diferente, nuestro padre te favorece por ser la menor, tú no cargas con tanta responsabilidad!!
Mis hermanas mayores, recordé a un hombre vestido elegantemente al cual llamaba Rey, mi padre un hombre amoroso que me cuidaba y mimaba, no me dejaba participar en las mismas actividades que a mis hermanos y hermanas, decía que yo podía hacer lo que quisiera, sin tantas responsabilidades, pero esto solo me hacía sentir incapaz e insuficiente, de ser igual que mis hermanos y hermanas ellos estaban dotados de prestigios y reconocimientos, las personas los admiraban, mis hermanas dotadas de belleza y elegancia, siendo siempre la atención de todo lugar, pero yo siempre pasaba desapercibida, nadie notaba mi presencia, me dedicaba a leer, estudiar, al tener tanto tiempo libre, practicaba a la espada aún que fuera princesa me lo permitían, podía montar a caballo, hacer lo que quisiera, yo hacía de todo ya que realmente queria probar ser buena igual que ellas
Reaccione a estos recuerdos e imágenes que vinieron a mi cabeza, me levanté de la arena y entre en el mar, al parecer no estaba en el mismo lugar de un inició, de este lado no estaban los escombros solo un largo trozo de madera y un baúl.
El agua que poco a poco comenzaba a taparme fue limpiandome dé todo el barro que cubría mi cuerpo, el sol estaba grande y rojo ocultándose, como si el mar se lo estuviera tragando, pude sentir ardor en la cabeza, en mi pierna izquierda, en las rodillas y en mis brazos, salí del agua y arranque un pedazo del vestido que ya estaba destruido, dejando mis piernas descubiertas por completo, mi muslo no se veía nada bien, antes que el sol diera su última iluminación, busque algunas plantas no estaba muy segura de que eran buenas pero se parecían a las que se usan para las infecciones, triture unas cuantas y me las pegue en el tejido sobresaliente de carne, esto me ardía pero lo presioné más, si no lo hacía, no se cerraría con la tira del vestido me vende la pierna.
La noche cayó, jale la madera tratando de crear como un techo busque hojas y ramas el encendedor que encontré aún servía y pude hacer una pequeña fogata, su pequeña luz me daba un poco de consuelo, calentaba mis manos y pies, me recosté a las hojas grandes que encontré, hasta que sin darme cuenta mis ojos se cerraron.
Despertaba con el ruido del mar el cual comenzaba a fastidiarme, solo escuchaba las olas golpear la arena, el viento y los ruidos extraños proveniente de la selva, la cual no me atrevía a frecuentar, entraba y muy cerca encontraba lo necesario para comer, recolectaba todo lo necesario para sobrevivir, en el baúl estaban unas sábanas las cuáles por las aguas y el tiempo dentro de ese cajón estaban podridas, las coloque al rededor de la pequeña choza que poco a poco fui construyendo, con las hojas de las palmas comencé hacer cestas dónde coloque las frutas, el baúl lo metí a la choza y lo usaba como mesa para colocar más cosas, caminando encontré un estuche el cual tenía vasos hechos de madera, tazas y más cubiertos, la noche ya casi llegaba así que decidí recolectar más ramas para encender una fogata, tenía hambre y estaba cansada, todo mi día me la pasé haciendo de todo, y solo podía comer las pequeñas frutas que encontraba, ya encerrada en la pequeña choza y la pequeña luz de los tizones la cual se apagaba lentamente, daba su ultimo esfuerzo por permanecer encendida, crujían, estás dieron su último resplandor.