Amor Sobre Polvo de Ladrillo

Día Siete

I

 

No sé cuanto tiempo llevo despierta mientras Gonzalo se aferra a mi cuerpo, como si intentara escaparme de su lado. Es como un koala trepado en un árbol o algo parecido. No he podido dormir bien por dos motivos: uno es por el clima caluroso y otro que el calor emanando de su cuerpo al mío me ha sofocado gran parte de la noche. No me quejo, pasaría noches sin dormir solo para estar con él, sin importar en la situación en la que me encuentre. Esto me jugará en contra en el partido pero daré mi mejor esfuerzo para que no me suceda nada físicamente y prepararme para lo que viene. El saber que a partir de ahora no pasaré mucho tiempo acompañándolo, se me complicará porque es él quien me sostiene de todas las maneras posibles.

Giro quedando frente a él, observando su angelical rostro del que me trasmite paz dentro de mí, preguntándome como es que tuve la mala suerte de involucrarme con un hombre del que tranquilamente pudo lastimarme sin pensar en el daño que podría tener. Nunca pensó en lo que nos unía, no usó su cerebro para no darse cuenta del mal que ha hecho. Me ha dejado indefensa y con el tiempo armé mis propias barreras protectoras para no hacerme más daño de los que he recibido. Gonzalo los ha derribado sin darme cuenta y no temo entregar mi corazón. Es el hombre más indefenso que he visto en mi vida, pasando por situaciones difíciles para llegar hasta donde está ahora. Somos dos personas dañadas por un pasado completamente diferente... Obviamente que el mío no es nada en comparación a lo que tuvo que vivir y ni siquiera me lo ha comentado. Aún no estamos en esa confianza plena de contarnos todos esos secretos que nos atormentan y nos persiguen estemos donde estemos.

El impulso me gana por lo que termino acariciando su mejilla, notando el crecimiento de su barba haciéndome cosquillas entre mis dedos y muerdo mis labios para no reírme. Me excita la idea de ver esa barba aún más crecida. Me alejo cuando lo escucho gemir por lo bajo, por lo que caigo al suelo de espalda escuchando esa gruesa risa que me tensa con solo oírlo. No es la primera vez que me pasa lo mismo, deseando que al final sea igual que anoche. Su cabeza se asoma por encima de la cama y sonrío al ver su rostro dormido pero con esa sonrisa que me quita el aliento. Como lo deseaba, hace el esfuerzo de acomodarse encima de mi cuerpo uniendo sus labios a los míos para luego pegar nuestras frentes compartiendo el aire.

- Tranquilamente me acostumbraría a esto...- esconde su rostro en mi cuello, erizándome la piel ante el contacto de su nariz en la curva de mi cuello- Me malcrías demasiado para mi gusto, te amo por eso.- invade mi boca llevando su peso a sus brazos y sus manos se aferran a mi nuca profundizando el beso.

- Será mejor de desayunemos.- observo la hora en el reloj, son las seis de la mañana- En siete horas juego y me tienes que acompañar a entrenar.- deja un beso en la punta de mi nariz dándome espacio para luego ayudarlo a levantarse.

Con la ayuda de su fuerza lo levanto del suelo y le coloco las muletas debajo de sus axilas y se encamina hacia el baño. Por mi lado espero ansiosa el partido de hoy. Me toca enfrentarme con la preclasificada numero veinticinco y son de las que se esfuerzan en que las primeras les tome trabajo ganar sus partidos. Los dos primeros partidos nos tocan con jugadoras con poca experiencia, pero al final de la primera semana comienzan los partidos en los que realmente tienes que poner la mayor parte de tus esfuerzos para entrar a la siguiente ronda. Es por eso que el tiempo que pasaré con Gonzalo será tan corto que solo nos veremos por las noches o podremos entrenar juntos para no arruinar la relación tan linda que hemos comenzado. Me pregunto que numero de cita sería, se supone que en el cuarto o quinto es que... Creo que todos sabemos y ni siquiera hace falta nombrar. No puedo darme el lujo de pensar en eso, al menos no ahora que estoy a unas horas de mi partido de tercera ronda.

Vuelvo a la realidad encontrándome a Gonzalo frente a mí cruzado de brazos con esa sonrisa suya, como si en verdad me leyera la mente. Levanto la vista negando avergonzada y me dirijo al baño sin siquiera devolverle la mirada. No sé cuanto tiempo ha estado esperando por mi atención y yo con mi mente con él haciéndome el amor, entregándonos en cuerpo y alma... ¿Qué otra cosa esperaban? Para los que acostumbran a las citas desean que llegue ese gran momento y no precipitarse ante el intento para luego arrepentirse.

Salgo del baño y de nuevo mis ojos se encuentran con los suyos oscuros que me devuelve con mucha intensidad. No dejo de imaginar estar debajo de su fornido cuerpo, amándome como ningún hombre lo haría. No quiero esperar tanto tiempo a que llegue ese momento.

- ¿Sabes qué numero de cita es?- pregunto frunciendo el ceño y su sonrisa crece- ¿Y bien? Si contamos el de la cita a ciegas en la que nos conocimos, ¿Cuántas fueron?- muerdo mis labios ansiosa por su respuesta.

- Bueno...- se encoge de hombros- El primero es el día que nos conocimos gracias a Mauro y Virginia, el segundo fue la apuesta en el entrenamiento y el tercero cuando mi instinto insistió a que vaya al café.- me toma del brazo hasta quedar sentada sobre sus piernas uniendo sus labios a los míos en un corto beso- Esta es la cuarta cita y sin dudas será la mejor de todas.- sus brazos rodean la parte baja de mi espalda pegándome más a su cuerpo- Ver la ciudad desde la punta de la torre Eiffel es algo que siempre que hacer. ¿Has llamado?



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En el texto hay: suenos, amor, discapacidad

Editado: 01.06.2018

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