Amor Sobre Polvo de Ladrillo

Día Ocho

I

 

El calor me invade tanto que siento que me falta hasta el aire y aún más el cuerpo pesa como el mismo demonio, hasta que recuerdo lo ocurrido anoche... Una sonrisa se asoma en mis labios. La molestia en mi entrepierna debe ser común al no llevar una vida sexual activa por lo que no me preocupo, ya pasará. Abro los ojos adaptándome a la poca claridad que entra por la ventana de su habitación, froto mis ojos en el intento de ver mejor. Como puedo giro la cabeza encontrando un pequeño matorral de cabello castaño. Observo por debajo de él, sus piernas entre las mías y la molestia es porque no ha salido de mí, solo espero que no traiga consecuencias en el entrenamiento. Miro la hora de su reloj digital, aún falta media hora para las seis de la mañana y juega en el primer turno. Con algo de incomodidad empiezo a besar su nuca, sintiendo crecer su erección y gime mientras incremento la intensidad de mis besos.

- No me hagas esto...- su voz ronca paraliza mi corazón- Me encanta que me despiertes así, eres el mejor despertador que un hombre pueda tener y este afortunado hombre te agradece por elegirme.- invade mi boca con un gran beso, devolviendo con la misma intensidad.

- Gracias por hacer esta cita la mejor de todas.- su frente pega a la mía tratando de recuperar aire- Has transformado a esta mujer en la más afortunada por tener a un hombre como tú, no saben lo que se pierden por ser tan superficiales.- acaricio sus mejillas y sale de mí por lo que jadeo.

Lo ayudo a levantarse hasta acomodarlo en la silla de ruedas, preguntándome como es que ha llegado hasta aquí, tampoco se han dado cuenta en que posición nos han encontrado y si no fuese por la sábana que nos cubría, no sé con que cara miraría a esa persona. Es todo un privilegio tener frente a mis ojos el cuerpo desnudo de Gonzalo. Éste al darse cuenta de que lo observo de pies a cabeza se ruboriza, susurrándole al oído que no tenga vergüenza seguido de unir mis labios a los suyos. Lo dejo en el baño, me visto con la misma ropa que he utilizado anoche y espero a que haga su aparición sentada a los pies de la cama.

Muchos en cuanto ven a una persona que requiere este tipo de atención se escapa por la primera puerta que aparece a su vista. En cambio, lo mío es algo que me sale tan natural... Ese amor hacia él hizo un cambio rotundo en mí que ni siquiera me había dado cuenta.

Frunzo el ceño al sentir una mirada sobre mí, así que levanto la vista para encontrarme con la mirada de Gonzalo junto a esa gran sonrisa que me quita el aliento. Se acerca hasta quedar frente a mí y entrelaza nuestras manos besando mis nudillos. Solo lo miro fascinada, admirando al hombre que tengo delante de mis ojos, aún sin creer que realmente existe y lo tenga a mi lado... Es increíble que después de darme por vencida de encontrarlo y aparezca en el momento menos esperado. Mis manos acunan sus mejillas e invado su boca, haciéndole saber que tanto es el efecto que tiene en mí con sus muestras de amor. Mi cuerpo pegado al suyo mientras sus brazos rodean la parte baja de mi cintura me despierta de mi ensoñación. No sé como llegue a estar sentada encima de sus piernas, sintiendo esa presión debajo y mi abdomen se contrae mientras sus labios están en mi cuello. Gimo ante la sensación placentera que me trasmite a través de todo el cuerpo.

El desayuno preparado por Micaela me sorprende, no es de despertar a horas tempranas y temo saber el motivo. Es como si nos leyera la mente porque no hemos hecho demasiado ruido como para que los demás habitantes se enteren. Sabe que su hermano hizo un gran cambio en mí, ese sexto sentido es muy perceptible y de seguro no me salvaré de sus preguntas. Me parece aún más raro que esté junto a Ramiro, quien no deja de observarla muy embelesado mientras termina con el desayuno y nos miramos muy sonrientes con Gonzalo. Le guiño un ojo para luego ponerlo de pie y guiarlo hacia el asiento más cercano a éste. Cuando controlo que lo he acomodado bien en el lugar, levanto la vista encontrando la expresión sorprendida de Micaela mirándose con Ramiro que se encoge de hombros. Los saludamos mientras me ubico al lado de mi novio.

Pasamos el tiempo conversando de la semana que está por terminar, en lo rápido que ha pasado y en el gran cambio de vida de Gonzalo... Sé que se refiere a mí apareciendo en su vida como así también en lo ocurrido días atrás. No sé que tanto he afectado en su vida pero por lo que dicen las personas más cercanas a él y quienes son los que conviven las veinticuatro horas, el impacto emocional ha sido grande que hasta a ellos los han sorprendido. Solo trato de no darle mucha importancia de lo que dicen, uno porque Gonzalo parece muy incómodo por ser el tema a hablar y otro que no quiero mostrarme delante de ellos, aunque tampoco se lo he mencionado y temo que se lo tome a mal, que piense que solo lo estoy utilizando.

Una vez que terminamos de alimentarnos, lo llevo de nuevo hacia la silla de ruedas guiándolo hacia su habitación para que haga cambio de ropa de estar con la vestimenta deportiva. Lo espero en la sala escuchando a lo lejos la conversación entre Micaela y Ramiro. No quiero ser entrometida en su privacidad porque pensarán que husmeo lo que dicen. Miro de reojo hacia ellos encontrándome con la mirada soñadora de ella que me sonríe alzando las cejas en mi dirección ruborizándome, temiendo a que piense que hemos hecho con Gonzalo en la noche. Sé que conmigo no hablará sobre ese tema, su hermano es a quien le corresponde hacerlo. Gonzalo aparece en mi campo de visión por lo que sonrío al verlo con su bolso encima de sus piernas anunciando a Ramiro que en media hora estaremos en planta baja.



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En el texto hay: suenos, amor, discapacidad

Editado: 01.06.2018

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