Amor Sobre Polvo de Ladrillo

Día Once

I

 

La alarma suena justo a las seis de la mañana. La desactivo y puedo decir que he dormido, pero han sido un par de horas y no es lo mismo dormir rodeada en sus fuertes brazos que estar en solitario. Su corto pero desenredado cabello entre el mío y su respiración chocando en mi piel. No es lo mismo dormir sola que descansar a su lado. ¡Dependo de Gonzalo! Es a lo que no quería llegar después de lo ocurrido con Giovacchino, él solo entró a mi vida y se instaló en lo más profundo de mi corazón. Desearía tener una foto suya en mi celular y perderme en sus hermosos rasgos, solo que creí que era mejor no soltarlo y vivir el día a día, no separarme de él... Disfrutar del momento sin que nadie irrumpiera en nuestro propio mundo.

No tengo las fuerzas para separarme de la cama, o más bien no tengo las fuerzas de alejarme del perfume amaderado de Gonzalo. Si, estoy deprimida y exhausta que me quedaría aquí todo el día. No quiero entrenar, no quiero jugar, no quiero ganar, no quiero nada... Giovacchino me ha hecho daño con su presencia, la misma depresión que me ha invadido el día que nos casaríamos. Solo que ahora no es porque me ha visto la cara de estúpida, temo que dañe a un hombre de aspecto frágil. Mi corazón ha vuelto a la normalidad al paso del tiempo y fue el mismo Gonzalo quien hizo que apostara en el amor, verdadero amor.

- Cecilia, se está haciendo tarde.- escucho la voz de mi hermana asomándose por la puerta de mi habitación- ¡Vamos campeona! ¡No quiero verte con pocos ánimos! Faltan tres partidos y el campeonato es tuyo...

- No tengo ganas de nada Chiara, ¡Hazme el favor de no molestarme!- le respondo de mala manera. Sé que no tiene la culpa y ella sabe cual es mi reacción cuando estoy mal descansada. Levanto la cabeza para encontrarme con mi hermana sorprendida- Lo siento, será mejor que me dejes sola, no quiero tratarte mal si no tienes la culpa de mis desgracias.

- No puedo decir que te entiendo porque no he pasado por lo que estás pasando, pero sabes que siempre estoy para tí.- se acerca y se acuesta a mi lado- No me gusta verte así.- sus brazos me rodean y apoyo mi cabeza en su hombro- No mereces pensar demasiado en un hombre tan machista como Giovacchino, tienes algo mucho que él. Tienes a Gonzalo que es mejor persona y puede hacerte feliz.- suspiramos al mismo tiempo- Cuando estás con Gonzalo eres una mujer distinta. Es como si te olvidaras de lo que es llevar tu nombre, simplemente una mujer común y corriente.

- Con él me siento una adolescente enamorada, ¿Sabes?- me río mientras llevo todo el peso de mi cuerpo a un brazo, mirándola a los ojos y le sonrío- Nunca me había sentido de esta manera, es algo tan desconocido que asusta pero a la vez me hace sentir viva. Solo que ahora no lo tengo conmigo y al acostumbrarme a dormir a su lado, no sé como sobrevivir a su ausencia.

- No sé como responderte a eso...- Chiara frunce sus labios- ¡No sabes lo frustrante que es cuando quiero ayudarte y no poder hacer nada!

- Hay cosas en la que no están a nuestro alcance, Chiara.- me encojo de hombros. De la nada desapareció el mal humor y me levanto- Si Mattia te hiciera daño, personalmente me haré cargo de hacerle pagar por el daño causado en tí.- ahora frunce el ceño- Sé que te ama demasiado como para engañarte, pero es hombre y aún sigo pensando que todos son iguales.

- ¡Me canso de decirte que no lo son!- siento su mirada taladrándome la cabeza mientras sigue mis pasos- Mattia es todo un caballero conmigo, no tengo nada que reprocharle.

- Lo sé, dímelo a mí... Damiano ha sido mi padre sustituto...- ladeo la cabeza con una sonrisa- Actuando como un guardaespaldas cuando algún que otro hombre se acercaba a coquetearme sin descaro.- recuerdo al hombre que me dio la vida y siento una presión en mi pecho al darme cuenta que el mismo Damiano se ha preocupado mas que mi propio padre.

Damiano supo cuidarme cuando aún era menor de edad, contándome cuentos como si fuese una niña. Me río ante otras ocurrencias que ha tenido a lo largo del tiempo, como enseñarme a montarme en una bicicleta... Aunque no lo crean ¡Es cierto! Nunca olvidaré esas enseñanzas de vida, como la vida de un tenista no es fácil y vivir arriba de aviones no es lo mejor que pueda existir...

- Dejemos las nostalgias de lado, hoy tienes un partido que ganar.- me empuja hacia el baño y cierra la puerta detrás de mí- ¡Hasta el campeonato no paramos!- me río y escucho la puerta de mi habitación cerrarse.

 

La sala se encuentra silenciosa y sin habitantes. Me parece raro, me tendrían que esperar para la cabala del día del partido. Doy pasos hacia la cocina y me sorprendo al ver a mis hermanos junto a Brisa y Antoinette. A esta última la miro levantando una ceja sonriente al ver una de sus manos entrelazadas a la de Hugo. Ahora observo a mi pequeño hermano que se ruboriza ante mi atenta mirada y me río de su reacción. Justo donde te quería ver hermanito querido, me digo a mí misma. Abrazo a todos hasta llegar a ellos, rodeando mis brazos en sus hombros y separo sus manos.

- ¿Qué cuentan de sus vidas chicos?- les pregunto a Hugo y a mi querida amiga cuando los demás vuelven a lo suyo- Lo que he visto, ¿Debo enterarme por los demás o fue solo una alucinación mía?- levanto una ceja en dirección a Antoinette que esquiva mi mirada, por lo que me dirijo a Hugo que niega con la cabeza.



#45684 en Novela romántica
#12352 en Joven Adulto

En el texto hay: suenos, amor, discapacidad

Editado: 01.06.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.