Amor Sustituto

Capítulo 1

—¡Emma! —ella se levanta rápidamente de la cama, su corazón latió apresurado, sabía que al segundo llamado de su madre significaba que la castigaria severamente.

Su madre estaba en la cocina, el olor a estofado inundó su nariz, sintió náuseas, pero se contuvo.

—Madre —ella se gira de medio lado, su rostro duro la contempla de la cabeza a los pies —Dígame.

—Pon la mesa, en cinco minutos aparecerá tu padre esperando la cena —aparto la mirada del reloj de pared, la vida en la casa de la familia De Tamayo era monótona, todo estaba bajo una regla, si Emma aparecía a la hora de la cena dos minutos después, ya no tenía derecho de comer. Siempre ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa, pero hoy se sentía indispuesta.

Su padre apareció a las seis en punto, miró su reloj de bolsillo, lo guardo y se sentó en la cabecera de la mesa, su madre le sirvió la cena. Emma los contempló en sus veinte años, jamás había visto una muestra de afecto entre sus padres.

Se sentó con el estómago revuelto y luchando por no vomitar.

—Mañana llega esa amiga tuya de la ciudad —Emma levanta la mirada de su plato y la fija en su padre —No la quiero en esta casa y menos cerca de ti.

Ella no dijo nada, la palabra de su padre era ley en la casa. Emma De Tamayo vivía en un pueblo rural, la casa donde vivían era como una hacienda, ella no había salido del pueblo, no conocía la ciudad y no había tenido el más mínimo interés en conocerla ya que su vida estaba hecha en el pueblo, hasta que lo conoció a él.

—Estoy de acuerdo contigo Benjamin, no sabemos que malas mañas trae esa muchacha de la ciudad, no es una buena influencia para ti Emma.

Ella retorcio el dobladillo de su vestido debajo de la mesa, sus padres eran demasiado estrictos con ella. Había pedido prestado el teléfono de la parroquia y había pedido a su amiga que le comprara una prueba de embarazo, había pasado rezando toda la noche, pidiendo que en su vientre no estuviera gestándose una vida. Leticia se había asombrada al saber que su mejor amiga había tenido intimidad con el arquitecto que llevaba las reformas de la mansión vieja que estaba en la colina, con los padres estrictos que tenía Emma, se asombraba de saber que ella se había atrevido a desafiarlos, ya que ellos eran exigentes, Emma debía llegar pura al lecho nupcial.

La cena continuo en completo silencio como todas las noches desde que tenía memoria Emma. Una vez terminó de lavar los trastes de la cena, se encerró en su habitación, la ventana estaba abierta, la noche era calurosa, sentía el vestido de algodón pegarse a su cuerpo, suspiro y se despojo de su ropa, se dejó en unos shorts cortos y un top, regalo de su amiga Leticia, si sus padres la vieran vestida así, estaba segura la harían arrodillarse en maíz por todo un día.

*****

—Embarazada —Emma mira la prueba de embarazo, Leticia suspira de tristeza, sabía lo que conlleva que su amiga estuviera embarazada con sus padres estrictos, la castigarian severamente con el cinturón y luego la echarían de casa, en el pueblo nadie la ayudaría, no era bien visto que una joven soltera saliera embarazada.

—Ve a la mansión de la colina y habla con el arquitecto, es su hijo, debe hacerse cargo.

—Está en la ciudad —las lágrimas corrían por sus mejillas —Se fue sin despedirse.

—Debes buscarlo, el bebé es suyo, debe hacerse cargo, antes que don Benjamin sepa que estas embarazada.

—No conozco la ciudad.

Leticia pasa la lengua por los labios.

—Dile al cura que irás tú por las compras de la iglesia, yo vine a despedirme de mis padres, me enviaran del trabajo por dos años al extranjero, me iré el sábado a la ciudad, te llevaré al trabajo del arquitecto y luego me iré.

Emma abraza a su amiga Leticia y le agradece, el saber que al día siguiente iría a la ciudad la hizo sentir mejor, una vez le dijera a James que estaba embarazada, sabía que él se sentiría feliz, se casarían y formarían una hermosa familia.

*****

—¿Porque te envía a ti el párroco?—su padre da un sorbo a su café, sus ojos fríos se posan en su hija.

—No lo sé, padre —trató de parecer indiferente.

—No conoces la ciudad —su madre se quita el delantal y se sienta con ellos.

—No podemos negarnos a la petición del padre —Emma quiso levantarse de la mesa y besar a su madre, pero nunca se había atrevido a tocar a su madre —Es un hombre de Dios, es una bendición que nos tome en cuenta en alguno de sus asuntos, esta muchacha atolondrada espero que sea inteligente y no se pierda en la ciudad.

—No me perderé —baja la mirada a su plato —¿Puedo retirarme? Ya terminé de desayunar, el bus saldrá en media hora.

—Puedes —su padre respondió, Benjamin de Tamayo era un hombre alto, ya sin cabello en la parte delantera de su cabeza, usaba un bigote con las puntas arqueadas en los extremos, sus ojos eran grandes y saltones. Era delgado, su piel quemada por el sol.

Doña Lucrecia de Tamayo era una mujer de mediana estatura, su cabello negro estaba salpicado por hilos plateados, su rostro ya un poco ajado por los años aún mostraba las bonitas facciones, pero que ella habia endurecido con los años, Emma no recordaba haberla visto sonreír nunca en su vida.

Emma se apresuró a salir de la casa, debía llegar a la estación de bus. Leticia estaba sentada en la banca de madera, llevaba un bonito vestido que resaltaba su estrecha cintura, sonrió al ver llegar a su mejor amiga, Emma era una muchacha bonita, de piel blanca, su cabello era dorado, herencia de su abuela paterna, su nariz estaba salpicada de pecas que odiaba mucho, era alta como su padre, delgada y de buen corazón, así le decía Leticia, ya que era muy confiada. Llevaba un sencillo vestido blanco con puntos negros, zapatillas negras y bajas, el cabello atado en una cola de caballo que dejaba ver su elegante cuello.

Ambas se abrazaron y luego subieron al bus, era la primera vez que Emma salía del pueblo Los Milagros, y se sentía feliz de hacerlo con su mejor amiga.



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En el texto hay: matrimoniofalso, amor celos

Editado: 04.06.2023

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