Emma se sienta en el borde de la cama, lleva un camisón largo y blanco, el cabello suelto callendo sobre sus hombros, sus manos las está estrujado, se sentía nerviosa, Arturo era un hombre guapo, no lo negaba, pero para ella no era suficiente para tener intimidad con él, cierra los ojos con fuerza, ella había aceptado casarse con él, sin medir las consecuencias, ya no había vuelta atrás.
La pesada puerta se abre, ve a su esposo entrar a la habitación, él se ha soltado la corbata, se ha quitado el saco, los primeros botones de su camisa están desabrochados, él se detiene a unos pasos de la cama.
—¿Qué haces despierta? —coloca su saco y su corbata en una silla, sus mejillas están un poco rosa, se da cuenta que Arturo estaba tomando.
—Te... —aprieta con fuerza su mano, siente las uñas enterrarse en la palma de su mano —Estaba esperando.
—¿Para qué? ¿Estás bien? —lo ve fruncir el ceño y dar un paso más hacía ella —El bebé está bien.
Ella lo ve sin entender, es su noche de bodas.
—Nos acabamos de casar —murmura, él entiende a lo que ella se refiere, suelta una pequeña risa.
—Entiendo, por esa razón estas en mi habitación —ella asiente —No debes preocuparte, no exigire mis derechos de esposo —ella levanta la mirada hacia él.
—¿Estás seguro?
—Por supuesto —se encoge de hombros —Ambos sabemos la razón por la que nos casamos, puedes estar tranquila —mete las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón —Puedes quedarte a dormir esta noche en la habitación... no, olvídalo, está será tu habitación, mañana pediré mover mis cosas a otra.
—Por favor no —Arturo la mira —Todos en el pueblo sabrían que dormimos en habitaciones separadas y comenzarían a hablar el porqué no dormimos juntos.
Él pasa una mano por su cuello.
—No me importa lo que diga el pueblo —ella baja la cabeza rápidamente, él suspira profundamente —Veo que a ti si, esta bien, dormiremos en la misma habitación, no te darás cuenta que estoy junto a ti, te iba a decir que usaría el sofá, pero soy demasiado alto para el sofá.
Ella aparta las sábanas, descalza sus pies de las pantuflas que le llevó de regalo Leticia en una de sus visitas al pueblo, se acomoda en la orilla de la cama.
—Duérmete, iré a darme un baño —camina hacia el baño, pero se detiene —¿Te gustan los perros?
Ella asiente, pero no sabe porque le pregunta.
—Saldré de viaje, iba a dejar a mi perro con un amigo, pero creo lo traeré a esta casa, es tiempo se familiaricen.
—¿Es un perro grande? —Arturo sonríe ampliamente, Emma supo que él se veía más guapo sonriendo.
—Es un chihuahua —ella no esperaba la respuesta, pensó tenía una perro grande —Regalo de mi hermana —Emma desvia la mirada, se sentía mal con la hermana de Arturo, sin saberlo se había metido en la relación de ella —Nero es un poco desconfiado, pero estoy seguro se llevarán bien.
Emma esperaba lo mismo.
—Pediré a Esteban te programe cita con el ginecólogo, debes chequearte ¿Sabes conducir? —Emma niega —Enviaré por uno de mis autos, permanecerá contigo, para cualquier necesidad que tengas.
—Gracias —susurró.
Arturo sonríe.
—Conoces el precio para que todo marche bien, en unos días la luna de miel de Adriana acabará, naturalmente al saber que me he casado, vendrá a verme, con James.
Emma palidece, no estaba preparada para ver a James, ambos estaban casados con diferentes personas.
—Evita estar cerca de él, no puede saber que el hijo que esperas es de él.
Ella asiente.
—Le di mi palabra que él no sabría que es el padre, estoy muy agradecida por haberse casado conmigo sin conocerme y hacerse cargo de mi hijo.
Arturo asiente.
—Duerme Emma —camina hacia el baño, esta vez no se detuvo.
Ella se llenó de ansiedad, no sabia como se lo iba a tomar al verlo con otra mujer, sabiendo que en su vientre se gestaba su hijo, pero algo era seguro, ella no le diría nada a James.
*****
Arturo abre los ojos, ya era de día, al moverse sintió un leve dolor de cabeza, se estira, no recordaba haber dormido tan bien desde hace mucho tiempo, se quita la sábana para salir de la cama, recuerda que durmió acompañado, ve la huella de la cabeza de Emma en su almohada.
Se dirige al baño a darse una ducha, cuando ya estaba listo, toma las llaves de su auto, iría a comprar comida para desayunar, recordaba que en el pueblo había visto dos establecimientos.
Cuando bajo las escaleras, Emma venía hacia ellas, traía un delantal sobre su ropa.
—Buenos días Arturo, iba a despertarte, ya esta listo el desayuno.
—¿Desayuno? —ella asiente, él no esperaba que Emma cocinara para él, realmente su matrimonio era de apariencias.
—Ya está servida la mesa, tu abuela ya bajó.
Arturo recordó que insistió tanto para que su abuela no se marchará de noche.
—¿Preparo el desayuno las personas de servicio? —Emma negó, esperaba que le dijera que si.
—Yo lo preparé —decidió no decir nada, termino de bajar las escaleras y caminó junto a Emma, al llegar al comedor, su abuela estaba sentada bebiendo un jugo de frutas.
—Buenos días Nona —ella le sonrió ampliamente.
—Buenos días Arturo, me alegra que ya estés aquí, él olor del desayuno que preparo Emma, me tiene hambrienta, todo se ve delicioso.
Arturo besa el dorso de la mano de su abuela.
—¿En que te ayudó Emma? —ella lo mira sin entender, su padre jamás ofrecía su ayuda, las tareas del hogar eran exclusivamente para la mujer, rápidamente miró a la abuela de Arturo, esperaba ver su rostro molesto porque él había ofrecido a ayudarla, pero se equivocó, la abuela sonreia honestamente.
—Ya el desayuno esta listo, solo iré por la comida a la mesa—él asiente y lo ve dirigirse a la cocina, Emma apresura el paso, era extraño Arturo.
Cuando se sentaron a desayunar, Arturo tomó un bocado de su plato, cerró los ojos al probarla, recuerdos de su niñez lo invadieron, sentado en la mesa junto a sus padres y su hermana, el sabor de la comida de Emma era delicioso, podría jurar que cocinaba como su difunta madre.