Amor Sustituto

Capítulo 5

—¡Bajen, por favor! —Arturo tira en la cama el libro que estaba tomando y prácticamente abandona la habitación corriendo, baja las escaleras de cemento de dos en dos, observa la sala vacía ¿Dónde estaba Emma?

—Arturo ¿Qué ha pasado? ¿Porqué a gritado Emma? —su abuela se acomoda el elegante peinado.

—No lo sé, voy a buscarla —una joven del personal de servicio salía de una de las habitaciones que había estado limpiando —¿Sabe donde la Señora Dixon?

—Hace un rato la vi entrar a la cocina —responde, Arturo asiente y se dirige con rapidez a la cocina.

Al entrar se detienen al verla sacando una bandeja de pan del horno de la cocina.

—Emma ¿Estás bien? —ella se gira, mira a la abuela de Arturo y a él agitados.

—Lo estoy, es la hora del café, pueden tomar asiento, ya les sirvo el café y el pan.

La abuela suelta un suspiro, su gritos la había asustado.

—¿Hora del café? —Arturo pregunta, él mira la bandeja de pan humeante que a sacado del horno y que huele delicioso —Nos has preocupado con tu grito, pensamos algo te había pasado.

Emma lleva su mano aún en el guante para no quemarse a su boca.

—Lo siento yo... solo deseaba llamarlos para el café

La abuela sonríe.

—No te preocupes querida —camina hacia una de las encimera de la cocina —Este es el teléfono interno de la casa, el número 1 es la habitación principal, o sea la de ustedes, el 2 comunica a la habitación que estoy ocupando en estos momentos.

—Lamento haberlos preocupado —Arturo se acerca a la mesa donde descansa una bandeja de plata con tres tazas de café y la cafetera de porcelana.

—No te preocupes —toma la bandeja —Llevaré el café a la terraza que acabo de descubrir tiene unas impresionantes vistas, pediré a Esteban traiga mi cámara.

Emma rápidamente se acerca a Arturo y trata de quitar la bandeja de sus manos.

—¿Qué haces? —la mira a los ojos, ella desvia la mirada de Arturo.

—Yo la llevaré.

—Yo la llevó —se apartó rápidamente de ella —Quítate el delantal y vamos a sentarnos —su abuela observa la bandeja de pan y sonrie, no era de comer nada entre comidas, pero valía la pena.

Emma casi corría junto a Arturo, si su padre la viera, la regañaria, le diria que no es una buena esposa por permitir que su esposo hiciera el trabajo que le corresponde.

—Dame la bandeja, yo puedo hacerlo —Arturo la mira a los ojos, ella rápidamente desvía la mirada.

—Emma, yo la llevó, estas muy agitada, puedes caerte y lastimarte, abre la puerta por favor.

Ella mira la puerta de vidrio, con su mirada buscaba el picaporte para abrir, vio como rápidamente la abuela la abrió, pero corrió la puerta hacia los lados, ella no había visto una puerta así.

El suave viento movió su cabello largo ella se quedó sin aliento al ver el hermoso paisaje, se veían a lo lejos las montañas de varios tonos de verde, la hermosa pradera cubierta de flores, y a lo lejos los techos de las casas del pueblo, todo era impresionante.

—Es precioso —la abuela se coloca junto a Emma —Totalmente diferente a la ciudad.

Emma no respondió, el pueblo de Los Milagros era realmente precioso.

Se gira al escuchar el sonido de las tazas, abre los ojos como plato al ver que su esposo estaba sirviendo el café.

—¿Qué haces? —Arturo se sorprende al sentir como le arrebatan la cafetera de porcelana de sus manos —Yo serviré el café.

Él no dice nada, se sienta, pero su mirada no se aparta de Emma, a ella no le gustaba que la ayudarán.

—Emma debo reconocer que haces un pan, delicioso —la abuela masticaba el pan haciendo ruiditos de placer.

—Me alegra saber que le gusta.

La abuela toma la taza de café que le han pasado.

—¿Es costumbre tuya beber café a esta hora? —pregunta Arturo, mientras da un sorbo a su café, no le gustaba mucho el café, si bebía de este líquido dos veces al año era un milagro, pero no pudo negar que el probarlo le gustó el sabor.

—¿Ustedes no beben café a esta hora? —pregunta apenada.

—No acostumbramos comer entre comidas —sonríe la abuela —Y a tu esposo no le gusta el café.

Emma bajó el rostro hacia sus manos, se sentía mal, ni siquiera había preguntado si a su esposo le gustaba el café, ella no era una esposa adecuada.

—A partir de hoy será costumbre beber café a las tres de la tarde en la mansión de la colina —Emma levanta la mirada y se encuentra con la de su esposo que está dando otro sorbo de café —Por muy ocupados que estemos, nos tomares nuestro café.

—Pero no te gusta el café —susurró suavemente.

Él sonríe.

—Mi esposa se toma su tiempo en prepararme café, en  hornearme pan, por supuesto que me gusta.

Las mejillas de Emma se pusieron rojas de la vergüenza.

—Retomaré los ejercicios —suelta una suave risa Arturo —No me puedo resistir al pan que preparas.

Emma junto sus dos manos en su regazo, estaba sentada en una esquina de la silla, aún no se sentía cómoda en medio de tanta riqueza y con gente que vestia elegante.

—¿No beberás tu café?

Ella asiente y con cuidado toma su taza, dio un sorbo y sobre el borde de la taza, miró al hombre que hoy era su esposo, hasta el día de hoy, la trataba con consideración, respeto algo que no conoció en su hogar. 

La tarde fluyó con mucha tranquilidad, Arturo se encerró en su despacho para seguir trabajando, con el estómago lleno de pan y café, sonrió al pensar que no era tan difícil como siempre pensó el matrimonio.

Emma bajó los escalones, al llegar a la sala, miró a la hermosa mujer, ella llevaba un elegante sombrero blanco, miró a Emma y le sonrió.

—Por favor tráeme un vaso de agua —Emma asiente y camina rápidamente hacia la cocina.

Arturo sale del despacho, le han avisado que la señorita Adriana ha llegado, se alegraba ver a su hermana, pero estaba tenso, no sabia como se iban a comportar James y Emma al verse.

Adriana al ver a su hermano dibuja una enorme sonrisa en sus labios.



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En el texto hay: matrimoniofalso, amor celos

Editado: 04.06.2023

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