Amor utópico

Capitulo I (ÚNICO)

AMOR UTÓPICO

PRÓLOGO

 

Amar.

 

¿Cómo sobrevivir al amor?

Lo ame, y lo ame tanto que me mato; me mato como lo primavera se lleva lo último del invierno.

 

CAPÍTULO 1 (UNICO)

 

El principio del fin.

 

Mi vida era totalmente común, como la de cualquier mujer que vivía en este simple pueblo, como vivía yo. Mis días eran una incesante rutina a la que estaba acostumbrada, levantarme antes de que saliera el sol, preparar el desayuno para mi padre y mis hermanos antes de que sus pies tocaran el suelo, limpiar la casa antes de que el sol llegue a su punto más alto, alimentar a los animales antes de que el cielo azul se tornara negro, todo antes de que otra cosa pasara, el tiempo; mi más duro crítico.

Siempre lo mismo; todo paso por mis ojos como una secuencia aburrida y monótona mientras caigo en la más bella oscuridad, perdiéndome en el brillo de las estrellas.

El día en el que todo cambió, el 02 de Noviembre de 1783 exactamente a las 3:27 pm; el pueblo, las personas estaban vueltas un lío; todo un caos, no le di importancia puesto que no se me permitía salir de mi casa sin alguno de mis hermanos a mi padre, ninguno de ellos se encontraba en el lugar indicado en el momento indicado, por más que mi incompetencia me gritaba que fuera a ver porque tanto alboroto me negué y seguí con mis obligaciones, a este punto; alimentar a los animales.

Justo a las 3:30 por la parte frontal de mi casa paso un carruaje, si un carruaje; lleno de fantasía con caballos blancos, su madera se veía tan inmaculada que me daba miedo el solo pensamiento de tal vez tocarlo y ensuciarlo con mis dedos, el curso que tomó fue directamente a la casa contigua a la mía, esa casa es enorme mucho más que la mía, es bastante vieja, he vivido en el mismo lugar desde mi nacimiento y el mismo tiempo ha estado abandonada, una vez la visite; no es un lugar muy agradable para la vista, es muy oscuro y frío, la humedad que desprende la madera podrida se siente en la atmósfera.

Dije que no se me permitía salir de casa sola pero nunca especifique que siempre obedeciera esa regla. Por curiosidad de una mujer joven; tengo 18 años, no puedo hacer nada con mi fisgoneo que sin duda supera los estribos de un felino.

Cruce a paso rápido toda el área de mi casa con cuidado de no irme de cara al piso, en momentos como ese odie tener que siempre usar vestidos, un poco agitada llegue a la valla que divide ambos territorios; la suerte que acudió a mí en ese momento fue que los ocupantes del carruaje aún no habían bajado, a las 3:35 me pare ahí a observar su descenso, por supuesto no fue absolutamente nada de lo que yo esperaba.

El primero en bajar fue un hombre joven y apuesto, con un porte y elegancia que yo sentía a la distancia en la que me encontraba. Después lo siguió una mujer hermosa, también joven; su piel blanca como la más fina porcelana resplandecía con el suave sol del atardecer como si tuviera luz propia.

Por último bajó un joven, sus pies tocaron la hierba seca con seguridad y confianza desmesurada, sus pasos dirigidos a las otras dos personas se vieron interrumpidos cuando giró lentamente su rostro hacia mí; mostrándome sus ojos negros que me hacían encoger sin el más mínimo contacto.

Mi respiración ya irregular se paró completamente por un segundo, mi corazón se aceleró provocando que sintiera mi pulso palpitando con fuerza en mi cuello, mi cerebro le gritaba inclemente a mis piernas que corrieran y me sacaran de ahí, pero estas no obedecieron.

Esto lo interprete como amor, tal como había leído anteriormente en un libro que mi hermano me obsequio a escondidas de mi padre pidiéndome guardar el secreto; la protagonista sentía su cuerpo totalmente ajeno simplemente con su cercanía, justo como el mío en este momento, en ese momento lo único que me pertenecía era mi pensamiento.

Siguió, se rompió el contacto visual y con ello cualquier vínculo que pudiera existir y yo volví a la realidad.

El día pasó, la noche cayó, mi sueño fue perturbado por el extraño ruido proveniente del exterior de la casa, procurando no hacer ningún ruido que alarme a mi familia Salí a pasos suaves y vacilantes.

Al salir había una persona al lado de una vaca, respirando profundamente con cada paso que daba a las 11:55 pm, me puse de pie a su lado y toque el hombro de aquella persona.

Era él, sentí con mi mano en su hombro el mismo bloqueo sin siquiera ver su rostro; se tomó el momento más largo de mi vida en inhalar y voltear hacia mí, me miró; sus ojos brillaron intensamente llevándose cualquier luz, su boca en un segundo paro en mi cuello saboreando mi pulso enloquecido.




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