Amor, Uvas y Vinos

Capítulo #2

Alma Teller

 

—Re-Renzo… —pronuncio con la voz quebrada.

No pudo contener por más tiempo sus lágrimas al ver a ese par intentar cubrir su desnudez con la sabana que antes abrigaba su cuerpo, alterno la mirada entre ambas personas aun negándose a aceptar que eso fuera real. Deseaba internamente que solo fuera una cruel pesadilla, no podía creer que existiera tal traición, su mejor amiga junto a su novio, eso no podía ser cierto.

—Por fin dejaremos de fingir —fue Macarena la primera en hablar.

¿Fingir?

—Si, fingir.

Renzo y yo somos amantes desde hace muchísimos años, sino fuera por tu dinero él nunca se hubiese fijado en ti. Es momento que pises tierra, no existe ningún amor perfecto, no existe un príncipe azul y ni tu eres una princesa de cuento de hadas como los tontos libros que lees. Es momento que aceptes que soy mejor que tú, que ni todo el dinero que tu familia posee puede regalarte un esposo.  

¡Calla Macarena! Grito Renzo poniéndose de pie intentando tomar del brazo a Alma quien por inercia retrocedió unos pasos.

¡No me callo nada…! Es momento que Alma se entere de toda la verdad, tu no la amas y nunca la amaste solo estuviste con ella para poder conseguir un buen trabajo como médico. —Sí Alma, Renzo y yo nos amamos desde el día uno que nos conocimos.

—No creas en las palabras de esta loca, mi amor —volvió a decir Renzo tomando las manos de Alma quien en ese momento solo lloraba no pudiendo articular palabra alguna por todo el dolor que esta sintiendo.

¡Suéltala…! ¡Odio que la toques…! Grito una histérica Macarena que en cuestión de segundos se había puesto pie, tomo del brazo a Renzo y empujo a Alma quien no se esperaba ese ataque y termino por caer al piso soltando un grito de dolor al sentir los vidrios clavarse en las palmas de sus manos.

Renzo intento ayudarla más no lo hizo porque Macarena lo abrazo de la cintura impidiéndole avanzar. —No te atrevas a ayudarla, no querrás que aborte a nuestro hijo —amenazo.

En ese momento se apareció Liliana, quien había subido en busca de Alma ya que se estaba demorando mucho y tenía un mal presentimiento.

¡Alma…! grito al verla tirada en el piso.

Se apresuro a ayudarla, la sostuvo con mucho cuidado del brazo y cuando elevo la cabeza se encontró con dos personas que conocía muy bien. Era Renzo su amigo de toda la vida junto a Macarena, la mujer que se hacia llamar la mejor amiga de Alma.

—Sácame de aquí —pidió en un hilo de voz Alma quien aún parecía estar en trance sin saber que hacer y como reaccionar.

Liliana les dio una ultima mirada reprobatoria y salió junto a Alma quien caminaba por inercia hacia la salida. Se metieron al ascensor en completo silencio, Alma solo lloraba y lloraba desconsolada negándose a aceptar la traición de las dos personas que más quería, de los dos seres en quien más confiaba.

¿Tu lo sabías? Pregunto Alma sin mirar fijamente a Liliana.

—Juro por lo más sagrado que tengo, que son mis padres… —nunca supe de la relación que Macarena y Renzo tenían. Y en efecto, Liliana desconocía la relación de ese par.

Al llegar a la salida Alma comenzó a caminar a la deriva con los ojos llenos de lágrimas.

—No puedes conducir en esas condiciones, yo conduciré y te llevare al hospital para que te curen las heridas de las manos —dijo Liliana ayudándola a subir al asiento del copiloto y colocándole el seguro.

Liliana condujo hacia el hospital más cercano, el cual correspondía a un familiar de Alma. Esperaba de corazón no encontrarse con ninguno de los familiares de su amiga porque no sabría que decir y en el estado que se encontraba Alma sería crítico. La ayudo a bajar e ingresar por emergencia porque en las manos de Alma aun seguían incrustados algunas láminas de vidrio y seguía sangrando.

¿Alma?

¡Mierda…! Dijo para sus adentros Liliana.

Alma, cariño. —¿Qué paso? ¿Qué le paso a mi sobrina? —pregunto un tipo muy parecido a Santiago solo que unos cuantos años más joven.

—Tío…—sollozo Alma aferrándose a los brazos de su tío Alonso quien la sostuvo y se sobre salto cuando le vio las manos llenos de sangre.

—Soy Liliana Díaz, amiga de Alma. Ella sufrió un pequeño accidente, termino lastimándose las manos y la traje buscando le puedan curar las heridas —dijo Liliana tratando de no hablar sobre la verdadera razón del estado de Alma, ya que sabía que contar la verdad de lo que sucedió solo le pertenecía a Alma y ella no era quien para hablar al respecto.

Alonso no espero más, enseguida envió a su sobrina para que la atendieran y se sentía preocupado porque ella no dejaba de llorar y decir entre llantos que era una tonta, una estúpida que merecía todo lo que le estaba pasando.

Una vez que Alma fue guiada hacia una sala para que le curaran las heridas, Liliana creyó que ya se le había librado de dar alguna información al tío de Alma, pero no fue así cuando este la llevo a un lado.

¿Ahora me dirás que le paso a mi sobrina, señorita Liliana? Pregunto Alonso mirándola fijamente ya que no creía que eso fuera un simple accidente.

—Se-señor…

¿Qué paso con mi sobrina? ¿Por qué esta en esas condiciones?

—Bien no me vas a responder, entonces llamaré a sus padre… —dijo Alonso buscando su teléfono para llamar a su hermano.

¡Mierda…! Dijo Liliana para sus adentros sabiendo que eso complicaría mucho las cosas, conocía a Alma y lo que menos quería sería malograrle la noche a su hermano y preocupar a sus padres.

—Señor, por favor no llame. Estoy segura de que Alma no quiere preocupar a sus padres más aún que hoy es el cumpleaños de David. 

¿Me contarás que paso?

Liliana trago saliva y respiro profundo.

—Alma descubrió a su novio con alguien más… —dijo Liliana prácticamente en susurro y de alguna forma trato de no mencionar el nombre de Macarena ya que esta estaba estudiando gracias a una beca otorgada por el hospital de los padres de Alma. Era consciente que si alguien debía tomar represalias o hacer algo al respecto, solo le correspondía a Alma.




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