Amor, Uvas y Vinos

Capítulo #3

Alma Teller 

 

Después de media hora salió Alma, tenía ambas manos vendadas y los ojos completamente rojos e hinchados, y no eran por el dolor que sentía en las manos sino por el dolor agonizante de su corazón. Liliana le hizo algunos gestos a Alma como queriéndole decir que su tío ya lo sabía todo más ella no lo entendió.

Alonso la arropo entre sus brazos con suma cuidado para no causarle más daño, Alma se lo permitió y se aferro al cuerpo de su tío, llorando como cuando era niña y se lastimaba, pero esta vez no había nada que pudiese calmar su dolor. Golpeaba suavemente en la espalda a su sobrina diciéndole que todo pasaría, que el tiempo se encargaría de poner las cosas en su lugar.

Cuando por fin sus llantos cesaron, Alonso la abrazo y la saco del hospital seguidos por Liliana quien se sentía muy mal al ver a una persona tan buena y dulce como Alma pasar por algo tan cruel. Aun se preguntaba como Renzo pudo hacerle algo así a Alma quien lo amaba ciegamente, su celular no había dejado de sonar y todas eran llamadas de Renzo.

—¿Adónde deseas ir Alma? —pregunto Alonso al ver la hora y que posiblemente sus padres estarían preocupados por que Alma no se aparecía en la fiesta.

Alma en ese momento recordó que era el cumpleaños de su hermano David e intento secarse las lágrimas que salían de sus ojos, mentalmente se decía que debía ponerse bien por su hermano que el no merecía que le malograra su fiesta de cumpleaños numero 15.

—Puedo llevarte a la casa y te excuso con tus padres —ofreció Alonso al ver a su sobrina destrozada.

—No tío, le prometí a David que estaría presente en su cumpleaños por eso precisamente pedí día libre en el hospital.

¿Estás segura?

—Sí. Por favor, Liliana, trata de ponerme maquillaje y si mis padres preguntan que le paso a mis manos le dicen que me resbale y me lastime. No quiero preocuparlos y mucho menos malograr la fiesta.

—Pero cariño…

—Tío, por favor.

Alonso acepto resignado y puso en marcha el auto ya que Luna estaba llamando a preguntar donde estaba, ya era bastante tarde y ya cantarían el cumpleaños feliz a David.

Liliana forzó una sonrisa y busco en su bolso algo de maquillaje para tratar de cubrir la tristeza de Alma, pero eso no era posible porque las lágrimas seguían haciéndose presente y por más que intentara darse aire con las manos para calmarse no le era posible.

Alonso condujo sin dejar de ver a su sobrina por el retrovisor y agarrar con fuerza el volante, tenía ganas de moler a golpes al imbécil de Renzo por atreverse siquiera a lastimar a su sobrina.

Se estacionaron frente a la casa de Santiago, Alonso se giro a ver a Alma y Liliana para asegurarse que su sobrina se hubiese calmado, y en efecto su sobrina había dejado de llorar. Se apresuro en bajarse del auto para abrirles la puerta, ayudando a su sobrina a bajar.

¡Dios…!

¿Qué pasa? Pregunta alarmado Alonso.

—No trajimos los regalos —dijo Alma y sus ojo se volvieron a llenar de lagrimas recordando lo que había sucedido por ir a buscar ese regalo.

—Tranquilízate por favor —pidió Alonso secando con la yema de sus dedos las lágrimas de su sobrina y mentalmente estaba moliendo a golpes a ese imbécil.

¿Alma?

El corazón de Alma empezó a golpear con fuerza al reconocer la voz de su padre, cruzo miradas con su tío y Liliana quienes también se habían sobresaltado por la presencia de Santiago quien había llegado acompañada por Magdalena.

—Pa-papá… —tartamudeo Alma al ver a su padre y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Santiago dio un paso agigantando, llegando hacia su hija y por inercia la tomo de las manos sin darse cuenta de que estas estaban lastimadas provocando que Alma diera un fuerte grito de dolor nomás que el que sentía en el pecho.

—Perdón mi amor… —dijo Santiago mirando las manos vendadas de su hija. —¿Qué paso?

Alma miro con ojos de suplica a su tío y solo dijo que se lastimo al caer. Su padre arrugo el entrecejo y miro a sus acompañantes que solo asintieron siguiendo la mentira de Alma.

—Pasemos… —deja que te revise la herida.

—No es necesario, ya fue atendido en el hospital.

Santiago abrazo a su hija e ingreso a la casa seguido por detrás por Alonso quien tenía el ceño arrugado, Liliana debatiéndose internamente si debía o no ingresar a esa casa o mejor sería ir en busca de ese par y exigir respuesta, pero eso no le correspondía a ella. Pero se sentía tan molesta, tan furiosa por la traición de ese par. Magdalena se dedico a observar en silencio a Alonso y Liliana quienes parecían algo nervioso, no se creía el cuento que su hija se hubiese caído y lastimado las manos. Había algo raro porque minutos antes había llegado Renzo a casa quien parecía nervioso y pregunto por Alma, pareciéndole raro ya que ese par siempre solían llegar juntos a las fiestas familiares.

Alma al ingresar a casa lo primero que sus ojos hicieron fue cruzarse con los ojos del imbécil de Renzo poniéndola nerviosa, provocando que su sangre hirviera al recordar como lo había encontrado junto a Macarena.

«¿Cómo se atrevía a presentarse en su casa?»

Alma sintió su cuerpo temblar por toda la rabia, enojo y decepción que sentía por haber sido tan estúpidamente confiada, recordar que tantas veces lo había dejado solas a ese par. Por primera vez en su vida haría algo que jamás había hecho en sus 26 años y nunca se imagino sentir tanto odio y desprecio por alguien, lo amaba, pero todo ese amor se fue al demonio por lo que el había hecho. Renzo no solo había acabado con su amor, sino con todos los planes que se habían planteado como pareja a futuro, todos sus sueños, sus planes y su deseo de ser madre se había acabo en un abrir y cerrar de ojos.

—Buenas noches…

Alma giro la cabeza como la niña del exorcista al reconocer esa voz, era Macarena.




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