Amor, Uvas y Vinos

Capítulo #9

Alma Teller 

 

Jacob no podía dejar de sonreír como un tonto al recordar el sabor de los labios de la sobrina de su mejor amigo, se sentía tan suave y dulce como un buen vino. Se froto la mejilla al sentir un picor de las cachetas que le había logrado dar Alma para que la soltara, pero cada golpe valió la pena y lo volvería a hacer si eso significara besar sus labios nuevamente.

Se sirvió una copa de vino tinto y lo saboreo imaginando que eran los labios de Alma, por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en aquella castaña. Camino hacia su balcón, elevo su mirada hacia el hermoso cielo estrella y sonrió como hace mucho tiempo no lo hacía, ese noche durmió tranquilo y sin tener ninguna pesadilla.

A la mañana siguiente despertó temprano como solía hacerlo todos los días, hizo un poco de ejercicio, se ducho y llego a desayunar.

—Buen día Jacob… —saludo Juana con una sonrisa pícara dejando el desayuno sobre la mesa y mirándolo como si fuera un extraterrestre, ella no mencionaría lo que escucho de algunos trabajadores ya que los metería en problemas, pero ya se imaginaba que ese cara de ogro tenía esa sonrisa por aquella castaña. Juana internamente rogaba que Jacob fuera feliz y saliera del mundo en el que se había encerrado.

—¿Ella no vendrá? —pregunto Jacob ignorando la sonrisa de Juana.

—¿Quién ella? —pregunto Juana fingiendo desconocer a quien se refería.

Juana…

—La señorita Alma decidió ir a desayunar con sus padres y el niño Martín, por cierto, su hijo se encuentra bien —menciono Juana la palabra hijo con énfasis para que recordará que ese pequeño también era suyo y no podía seguir tratándolo con tanta indiferencia.

Jacob solo no respondió y siguió desayunando en silencio, no le gustaba que Juana se metiera en su vida, pero ya la conocía y sabía que discutir con esa testaruda mujer no lo llevaría a ningún lado.

—Recuerda que cuando encuentre a una nueva cocinera no dudare en cambiarte —amenazo Jacob poniéndose de pies para irse a sus labores.

—Me avisa —solo dijo Juana con ironía porque eso de que la correría era mentira llevaba años diciéndole lo mismo y nunca lo haría.

—¿Ya se fue? —pregunto Alma en susurro mientras se llevaba un trozo de sandia a la boca.

Juana respiro profundo y asintió con la cabeza sirviéndole un poco más de jugo en el vaso de Alma quien le pidió que no era necesario que la atendiera, ella podía hacerlo sola.

—Lo hago con mucho gusto, ¿ahora si me dirás que fue lo que paso con Jacob? —pregunto con un tono de picardía.

No me hagas recordar a ese idiota, puedes creer que se atrevió a besar… —Alma no termino su oración al darse cuenta de lo que acaba de decir y podía ver por la cara de Juana que estaba disfrutando de la noticia.

¿Te beso?

—Iré a llamar a mis padres —dijo Alma huyendo de la cocina, no quería seguir hablando del tema. Pero si ese tipo se atrevía a hacer algo así, no dudaría en dejarlo sin descendencia por atrevido.

Alma se froto los labios con el dorso de la mano, sacudió la cabeza buscando alejar ese horrible recuerdo y camino hacia la oficina de Jacob ya que allí se encontraba el teléfono. Marco primero el número de su hermano menor ya que quería saber como estaba y hablar acerca de la escuela, luego llamo a su madre y abuelos para saber cómo estaban, por último, llamo a su padre ya que era el más intenso de todos y le haría muchas preguntas más ahora que se había quedado sola en el viñedo del amigo de su tío.

¿Estas segura que quieres estar ahí? ¿No quieres volver?

—Papá estoy bien, me siento tranquila en este lugar.

—Bien. Hablare con tu tío Alonso para acompañarlo a ese dichoso viñedo, necesito ver que estas bien.

—Papá…

—Lo siento cariño, pero necesito asegurarme de que estas bien. Eres mi hija y me preocupo por ti.

—Papá si te preocupas por mi dame mi espacio y mi propio tiempo. Te amo padre y por favor no vengas por mí, yo volveré cuando me sienta lista.

Diciendo aquello Alma le corto la llamada a su padre, no quería ser dura con su padre, pero necesitaba su propio tiempo y espacio. Todo en el viñedo era tranquilo y pacifico a excepción de ese estúpido, debo mantenerme a kilómetros de ese idiota, no puedo permitir que irrumpe en mi vida.

Salió de la oficina de Jacob y se escabullo por la parte trasera de la casa, los días siguientes fueron de la misma manera. Alma evadiendo a Jacob y recibiendo la visita del pequeño Martín por las tardes quien le acompañaba a caminar por los alrededores del viñedo de Jacob, pero esta vez con la autorización de los abuelos del pequeño para que no se preocuparan.

Alma disfrutaba de la compañía del pequeño con quien jugaba, reía y muchas veces se metían al río a disfrutar del agua fresca. Estar en compañía de ese pequeño le llenaba el corazón de gozo, y aunque el pequeño no era de hablar mucho disfrutaba estar cerca de ella, la abrazaba, le gustaba que le cantara algunas canciones y que le leyera cuentos infantiles.

¿Martín?

Alma elevo la mirada encontrándose con unos ojos negros penetrantes. El pequeño se puso de pie y corrió hacia él.

¡Tío Luis…!

Luis levanto al pequeño en brazos.

—¿No me presentaras a tu hermosa amiga? —pregunto sin dejar de mirar a Alma quien tenía el ceño arrugado por la forma en la que la estaba mirando.

—Es mi tía Alma… —dijo el pequeño pidiendo que le bajaran y tomar la mano de Alma para presentárselo a Luis quien era dueño del viñedo al lado de Jacob. Ambos viñedos eran separados por el río.

Así que te llamas Alma…

—¿Eres hermana de Jacob? —pregunto extrañado ya que no sabía que este tuviese una hermana, ya que su madre con la mamá de Jacob era muy amiga y se frecuentaban de manera regular, y nunca menciono que tuviese una hija, solo menciono a su sobrina llamada Marcia.




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