Amor, Uvas y Vinos

Capítulo #10

Alma Teller 

 

¡Idiota…! ¡Idiota…!

Gritaba Alma golpeando su almohada al recordar que ese idiota la había vuelto a besar, como se atrevía a robarle besos, pero ella no se lo permitiría. Sonrió feliz al recordar que le hizo gritar y sangrar los labios cuando lo mordió, momento que aprovecho para soltarse de su agarre y golpearlo entre las pelotas dejándolo tirado en el piso.

Alma sonrió ampliamente al ver la fuente con uvas que había traído de la casa principal, huyo del lugar, pero no sin antes llevarse su comida.

Respiro profundo, se levanto de la cama y camino hacia la mesita para tomar unas uvas y llevárselos a la boca, sonrió recordando como le hizo gritar de dolor cuando lo golpeo en sus partes sensibles.

Inconscientemente Alma se llevo los dedos a los labios y los froto suavemente recordando lo que había pasado con el cara de ogro, preguntándose mentalmente porque le estaba permitiendo esos comportamientos. Sacudió la cabeza buscando alejar ese pensamiento y repitió mentalmente como un mantra “no volveré a abrirle mi corazón a nadie”.

A la mañana siguiente decidió ir a buscar a Juana para preguntarle como podía ir hacia el pueblo ya que necesitaba comprarse pinturas y lienzos para pintar, le gustaba y relajaba pintar, y eso haría en su soledad y sería una forma de huir de ese bastardo. Mientras menos saliera de casa sería menos probable de encontrárselo, también se aseguraría de llevar provisiones a su casa temporal para prepararse sus propios alimentos.  

—Buen día Juana —saludo ingresando a la cocina y mirando hacia todos lados temiendo que ese idiota estuviera rondando por ahí.

—Salió temprano —dijo Juana.

Alma solo sonrió ante su comentario y pregunto como podía llegar al pueblo mas cercano, Juana le explico que necesitaba que uno de los chicos del viñedo debería llevarla o caso contrario prestarle la camioneta a Jacob cosa que lo veía imposible, así que solo asintió con la cabeza algo desanimada.

¿Cuánto tiempo me tomara si decido ir caminando? Pregunto algo dudosa.

—Deja que hable con mi esposo, para pedirle que te lleve al pueblo y de paso compra provisiones para la cocina porque caminando te será difícil con este sol y según yo creo que será como horas.

—Entonces espero a tu esposo… —dijo sonriente Alma y salió de la cocina despidiéndose de beso en la mejilla de Juana quien la sonrió con ternura.

Salte de tu escondite, supongo que ya escuchaste toda la conversación. —¿Quieres llevarla tu o se lo pido a mi esposo? —dijo Juana sin voltear a ver a Jacob quien se había escondido detrás de puerta y escucho la conversación que tenía Alma con Juana.

¿Por qué la llevaría yo? Dijo tratando de mostrarse indiferente, pero en su interior el era consciente que Alma no le era indiferente, le importaba y mucho más de lo que quería aceptarlo. No se había sentido de esa manera desde que Sol falleció, al recordar a su mujer su corazón dolió, ella seguía siendo una herida abierta en su pecho.

—Pídele a tu esposo que la lleve, yo tengo trabajo por hacer —dijo Jacob volviendo a ser el tipo amargado de los últimos 5 años. No quería dejar que ninguna otra mujer se metiera en su corazón, solo necesitaba a una mujer para desahogar sus necesidades.

Juana solo asintió y fue en busca de su esposo para decirle que debía ir a comprar las provisiones y de paso llevar a Alma con él. Media hora más tarde José el esposo de Juana paso por Alma quien lo saludo con una enorme sonrisa, se monto al auto, pero antes paso por Martín quien le pregunto si podía llevarlo con ella y no pudo negarse al pedido de ese pequeño.

Dos horas de viaje más tarde llegaron a un pequeño pueblo donde se podía encontrar de todo y también había señal de celular. José se despidió diciendo que se iría por las provisiones y la esperaría frente a la tienda de abarrotes. Alma asintió y tomo de la mano a Martín con quien fueron a recorrer a la librería mas cercana comprando lo necesario para comenzar a pintar, de paso compro unos cuadernillos para colorear para Martín quien lleno de felicidad la abrazo y deposito un beso en la mejilla de Alma provocando que el corazón de la castaña vibrara.

—Pero que agradable coincidencia.

¡Tío Luis!

 Luis sonrió y cargo al pequeño en brazos, deposito un beso en la mejilla de Alma tomándola por sorpresa.

—Te ves hermosa… —dijo galante.

—No pensé encontrarlo en el pueblo, ¿Qué los trajo por aquí?

Alma le enseño las cosas que traía en las manos y el entendió la razón de su visita al pueblo. —¿Quién los trajo? —pregunto Luis mirando a su alrededor no creyendo que fuera posible que Jacob los trajera porque sabía que ese hombre no salía de su viñedo.

—Nos trajo José y ya debemos de volver, seguro nos estará esperando —dijo Alma cayendo en cuenta que ya había pasado mucho tiempo metida en la librería buscando sus artículos para pintar.

Luis coloco al pequeño en el piso y sin previo aviso tomo las cosas que tenía en la mano Alma y los cargo. —Los acompaño hasta su auto —dijo sonriéndole como tonto.

Alma no podía negarse ante su amabilidad, así que sostuvo la mano de Martín y camino al lado de Luis. Aquella escena era sorprendente para los pobladores del pueblo ya que conocían a Luis y al pequeño Martín, murmurando que hacían una bonita familia que era escuchado por alma que se sentía un tanto incomoda con aquella escena, no le gustaba tener mucha atención.

—¿Te puedo invitar un café y unos dulces? —pregunto Luis llegando hasta el auto donde lo esperaba José quien lo saludo con respeto.

Alma estaba por negarse ya que no quería que la siguieran mal interpretando más no tuvo la opción de negarse ya que Luis le había susurrado en el oído a Martin que le invitaría su postre favorito por lo que el niño grito entusiasmado pidiendo comer su dulce.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.