Amor, Uvas y Vinos

Capítulo #11

Alma Teller

 

Jacob freno el carro en seco y se dio media vuelta para volver a casa, no tenía nada que hacer y mucho menos tenia que buscarla. Alma no era nada suyo, solo la sobrina de su mejor amigo y ella podía hacer lo que le daba la gana con su vida se dijo mentalmente más no podía ocultar su frustración por la forma en la que se sostenía del volante.

—¿Qué esta pasando con el jefe? —pregunto extrañado José a su esposa cuando vio a Jacob ingresar a casa y cerrar de un portazo la puerta. Juana solo negó con la cabeza y sonrió comprendiendo que es lo que estaba sucediendo con el cara de ogro.

Jacob no podía ni consigo mismo, estaba dando más vueltas que un trompo y no había rastros de Alma. Él esperaba que ella llegara a buscar las cosas que trajo José, pero esa noche Alma nunca se apareció por la casa principal poniéndolo de peor humor más no la iría a buscar, el esperaría que ella llegase por su propia voluntad y dejarle claro las cosas, eso se repetía mentalmente mientras miraba fijamente las cosas de Alma.

Escucho suaves golpes provenientes de la puerta haciendo que su corazón se agitara.

Adelante.

Jacob, buen día.

En su rostro se reflejó decepción al ver que era Juana quien ingresaba por esa puerta y no la persona que él esperaba. —¿Qué necesitas? —pregunto con los dientes apretados y fijando los ojos sobre los documentos que sostenía fingiendo estar trabajando.

Juana se mordía los labios para no reír al ver a su jefe tan perturbado que no se había percatado que los documentos que sostenía en las manos estaban al revés.

—Quería saber si desea que le traiga el desayuno o se lo llevo al comedor.

—Tráeme a la oficina.

Juana asintió y salió de la oficina, se dirigió a la cocina encontrándose a una sonriente Alma.

—¿Qué tal la pasaste en el pueblo? —pregunto Juana mientras colocaba los alimentos del cara de ogro en una fuente.

—La pase muy bonito, es un pueblito bastante acogedor. Por cierto, ¿irás a la fiesta del pueblo que se celebra este domingo? —pregunto Alma sirviéndose un vaso de jugo de naranja.

—Claro que sí, todos van a esa fiesta. Lo celebran a lo grande y hay muchos juegos divertidos. ¿Deseas ir con nosotros? —pregunto Juana colocando el ultimo plato con ensalada de frutas para Jacob.

Los veré allá seguramente porque Luis me invito para la fiesta y acepte, bueno es el único amigo que tengo después de ustedes y la mamá de Jacob me dijo que es alguien de fiar así que acepte. —¿Sabes si él cara de ogro va para la fiesta?

Cuando su esposa estaba viva solía ir con ella a esas fiestas, pero desde que ella falleció absolutamente todo a cambiado, él no sale del viñedo a excepción que sea algo urgente. Así que no te preocupes por él que no te lo cruzaras.

¡Qué alivio!

Juana sonrió y negó con la cabeza, ella no era bruja, pero estaba segura de que entre ese par algo pasaría, si es que ya no estaba pasando, esperaba que pasara algo bueno. Así Jacob podría ser feliz —pensó.

—Por favor, ¿podrías traer mis cositas que trajo tu esposo ayer? —pregunto dudosa Alma.

—Esta bien… —respondió Juana siguiendo su camino hacia la oficina de su gruñón jefe.

Juana acomodo la comida de Jacob y una vez terminado pregunto si podía llevarse las cosas de Alma ganándose una mirada fulminante por parte de su jefe.

—Si la señorita desea sus cosas que venga a buscarlos ella misma, recuerda que eres mi empleada no de ella.

—Como ordene empleador —dijo con ironía Juana y salió de su oficina dejándolo con la palabra en la boca.

Llego hasta Alma y comunico lo sucedido, la castaña solo puso los ojos en blanco y sabía que no tenía escapatoria, debía verle la cara.

Alma desayuno más lento de lo normal como buscando dilatar el tiempo, pero sabía que eso no sería para siempre. Desde lo sucedido esa noche que la beso y ella lo golpeo no se volvió a cruzar, seguramente me tiene rencor por el golpe y hará algo para vengarse —pensó Alma mientras lavaba los trastes.

Respiro profundo, se seco las manos y camino hacia la oficina de Jacob. Golpeo suavemente la puerta y escucho la voz ronca del cara de ogro autorizándola pasar. Forzó una sonrisa y suavizo el tono de su voz.

—Buen día señor Rivasplata —saludo con respeto.

Jacob solo la miro de pies a cabeza, la castaña traía puesto un vestido en color amarillo haciéndola ver más blanca y resplandeciente. Ese color le quedaba perfecto, ella era hermosa… —pensaba Jacob fijando sus ojos en sus labios carnosos.

—Me llevare mis cosas —dijo Alma al ver que Jacob no respondió a su saludo así que sobre entendió que el tipo no estaba de buen humor y ella no tenía porque aguantarlo.

Se agacho a tomar sus cosas y cuando levanto la mirada con sus manos sosteniendo sus bolsas se encontró frente a frente con los ojos de Jacob. Su cercanía inesperada provoco que retrocediera unos pasos por inercia, su corazón se aceleró de sobre manera y sus ojos se abrieron como platos.

¿Q-que le pasa? Pregunto nerviosa.

—En mi casa, en mi viñedo y en mis tierras hay reglas señorita Teller. Si usted no puede regirse a ellas y quiere hacer lo que le de la gana lo puede hacer siempre y cuando no este bajo mi techo. Mi casa no es un hotel donde usted puede entrar y salir a la hora que le de la gana, peor aún no llegar a dormir —pronuncio con los dientes apretados.

Los labios de Alma formaron una O, no entendiendo de que demonios estaba hablando el cara de ogro.

—Por favor compórtese como una señorita de familia con valores —dijo Jacob con los dientes apretados llegando a la conclusión de que ella no dijo nada en su defensa porque el tenía razón en lo que estaba suponiendo, llenándolo de más coraje imaginando que Luis había disfrutado del cuerpo de su mujer.

«¿Tu mujer?», reprendió su voz interna.




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