"Capitulo 8 Entre risas y miradas"

Ashley

Hola, querido diario:

Quiero contarte que ya han pasado cuatro meses desde que regresé de Barcelona. Durante este tiempo, mi vida ha estado llena de reencuentros y destinos inesperados, como el momento en que conocí a Rubén. Desde ese instante, he sentido una conexión tan intensa que es difícil de explicar; ha sido una experiencia increíble que me ha dejado maravillada.

Además, quiero compartirte algo muy especial: he dado mi primer beso. Esa experiencia fue simplemente asombrosa, y realmente me hizo sentir como si estuviera flotando. Todas las emociones que surgieron en ese momento me acompañan incluso ahora, y me siento muy contenta de haber vivido algo tan hermoso.
Rubén es un chico verdaderamente encantador y maravilloso. Su atractivo físico es innegable; es guapo, lo que lo convierte en una persona que atrae miradas. Además, tiene una dulzura que se percibe en su forma de ser, lo cual lo hace aún más interesante. Es divertido y siempre sabe cómo sacarme una sonrisa, y cuando lo miro a los ojos, me pierdo completamente en su mirada, la cual transmite una profundidad que me fascina. Cuando me besa, la experiencia es tan intensa y especial que parece que lo hace de una manera casi divina, como si los besos que compartimos estuvieran llenos de magia.

He tenido el placer de conocer a Luna, una niña realmente encantadora. Trabajo con ella en el ámbito de la lengua de signos, y me ha impresionado su dulzura y simpatía. Además, al igual que Rubén, quien es encantador, tuve la sensación de que ambos parecían tener una conexión especial entre ellos.

He visto en Rubén una actitud de hermano mayor hacia Luna, lo cual me resulta muy tierno y conmovedor.

Es asombroso cómo estos lazos se forman entre ellos y la forma en que Rubén la cuida y la apoya mutuamente.

Querido diario, ha llegado el momento de despedirme. Hasta luego
Espero seguir contando más sobre mis vivencias y todo lo que está por venir.

Justo en el instante en que cierro las páginas de mi diario, entra Noel con un montón de golosinas y un ordenador. Supongo que quiere de que veamos una película juntos.
Espero que no tengas ningún plan para hoy, porque hemos decidido organizar un maratón de películas —anuncia con entusiasmo, dejando caer un montón de chucherías sobre la cama, como si se tratara de un verdadero tesoro recién descubierto.

—¿Y si te dijera que, de hecho, tengo planes? —le respondo con una sonrisa, pero ya estoy acomodándome entre las almohadas de la cama, dispuesta a encontrarme cómoda.

—En ese caso, tienes que cancelarlos —replica con una confianza inquebrantable, sin dudar ni un segundo

—. Porque he traído tu chocolate favorito, además de palomitas, y…

—abre su ordenador y muestra una lista cuidadosamente preparada— ¡las películas que más adoras!

—Estás un poco extraña —me comenta en un momento, echando un vistazo de reojo hacia mí.

—¿Extraña en qué sentido? —pregunto, intentando entender su intención.

—Extraña… pero de una manera buena. Como si algo agradable te estuviera sucediendo. No sé, te noto que brillas un poco.

No le contesto de inmediato; la sorpresa me deja pensando.

Solo sonrío, porque no sé cómo explicarle que a veces, simplemente, el corazón late distinto cuando empieza a enamorarse de verdad.

—Tal vez es el chocolate —le contesto finalmente, y le lanzo un cojín a la cara.

Él ríe, y la película comienza.

A medida que la película sigue su curso, Noel y yo nos acomodamos cada vez más entre las mantas, disfrutando de las palomitas y compartiendo risas. Aunque la trama que se desarrolla en la pantalla es entretenida y cómica, mi mente se dispersa hacia otros pensamientos… me dejo llevar por la imagen de una sonrisa que anhelo, el recuerdo de un beso que despierta mis emociones, y la fantasía de unos ojos que no puedo sacarme de la cabeza.

—¿En qué estás pensando? —pregunta Noel de repente, dirigiendo su mirada hacia mí en lugar de centrarse en la película.

—¿Yo? —pregunto parpadeando con asombro

—. No, en realidad no estoy pensando en nada. Bueno, solo en la película.

Él me mira con los ojos entrecerrados, como si no estuviera convencido de lo que decía.

—Eso es una mentira, —me dice

—. No has mirado la pantalla en los últimos diez minutos.

Bajo la mirada y me dibuja una sonrisa culpable en el rostro.

—Está bien… en realidad estaba pensando en un chico que no es Carlos, así que por favor, deja de poner esa cara.
Él permanece en silencio durante unos segundos, contemplando sus pensamientos. Su rostro refleja un ligero cambio, como si estuviera haciendo un esfuerzo por ocultar un sentimiento profundo que parece atravesar su ser. Al principio, no pronuncia palabra alguna; simplemente inclina la cabeza de manera pausada, como si estuviera tratando de asimilar una realidad que ya había estado presentándose en su mente.

—¿Es una persona que conociste recientemente? —pregunta, su voz se mantiene tranquila, aunque transmite una sutil fragilidad que rara vez deja entrever.
—Sí —digo, evitando su mirada por un instante mientras las palabras emergen de mi boca con cierta duda

—. Es... diferente a todo lo que había imaginado. Es como si, de repente, algo encajara en mi vida sin que yo lo estuviera buscando.

Noel asiente lentamente una vez más, pero en esta ocasión su sonrisa es solo un leve destello, una presencia sutil que casi pasa desapercibida.

—Eso suena bonito —murmura, aunque su voz lleva consigo un tono de melancolía, como si sus palabras flotaran en el aire con un peso invisible

—. Me alegra saber que eso te hace sentir bien.

Lo observo con mayor detenimiento y me doy cuenta de ese brillo apagado que hay en sus ojos. Un silencio cargado de significado se establece entre nosotros, creando una atmósfera tensa pero a la vez íntima. Siento la necesidad de decirle algo más, pero me resulta difícil encontrar las palabras adecuadas que no suenen injustas o crueles.