Amor Verdadero & Reencuentros

"capitulo 11Rubén es la página donde quiero escribir mi vida"

Ashley

Nuestras miradas están entrelazadas de tal manera que me hacen sentir que todo mi universo está presente en ese instante.
Es como si cada una de nuestras miradas contara una historia, creando un vínculo profundo.
En ese momento, encuentro un espacio simbólico, como una página en blanco, donde anhelo plasmar cada detalle y cada emoción de mi vida a su lado, escribiendo juntos nuestra propia historia.

De repente, observo cómo Luna tira suavemente de la camisa, lo que provoca que mis mejillas se tiñan de un rubor intenso en cuanto se acercan en ese momento, mi padre inicia una conversación con un tono cálido y protector. Mientras tanto, saludo a Rubén y a Luna con una sonrisa.

Luna me observa con un aire de complicidad, como si compartiera un secreto solo entre nosotras. Se acerca suavemente a mi oído y murmura con una voz suave y melodiosa que el lunes es el cumpleaños de Rubén. Su mirada brilla con un destello de emoción mientras me cuenta que están organizando una fiesta sorpresa para él. La idea de la celebración se siente en el aire, llena de alegría y sorpresa, como si la misma luna estuviera encantada por la intriga de lo que está por venir.

Luego me pregunta si asistiré al cumpleaños de Rubén y, con una sonrisa en el rostro, le respondo que sí. Justo después, mi padre termina de conversar con él, mencionando que los esperamos mañana. Acto seguido, mi padre y yo nos despedimos de ellos. Sin embargo, Rubén se acerca y me susurra al oído que a la medianoche tiene planes de secuestrarme. Luego, me deja un suave beso en la mejilla y a continuación se aleja junto a Luna.

Después de despedirnos, mi padre y yo continuamos caminando entre los puestos de la feria. A pesar de que mi corazón late con fuerza por lo que acaba de suceder, hago un esfuerzo por enfocarme nuevamente en ese momento tan especial a su lado.

—Entonces… ¿un secuestro a medianoche? —comenta en voz baja, mirándome con una expresión divertida.
—¡Papá! —respondo riendo y dándole un suave empujón con el hombro.

—Tranquila, tranquila. Solo espero que ese chico te haga realmente feliz. Y que me lo diga directamente.

—Lo hará —le aseguro con sinceridad.

Mi padre me observa en silencio por un instante, con esa expresión que combina orgullo y nostalgia. Luego señala un puesto de libros antiguos y se acerca.

—¿Te acuerdas cuando veníamos a estas ferias y tú solo buscabas cuentos de princesas?
—Sí, y tú me convencías de llevarme uno con dragones, por si acaso —respondo riendo a carcajadas.

—Y ahora estás escribiendo tu propia historia.
Sus palabras me hacen detenerme un momento. Porque tienen significado. Porque lo sé.
Pasamos el resto de la tarde explorando la feria, comprando pequeños recuerdos, riéndonos de títulos curiosos y discutiendo sobre qué libro nos gustaría vivir. Me regala un marcapáginas de madera con una inscripción grabada que dice: 'Donde hay amor, hay historia.'

Antes de irnos, mi padre nos compra dos empanadas y nos sentamos en una banca a comer algo. Mientras tanto, él rompe el silencio:

—¿Sabes algo? Te veo feliz. Y eso me basta.

Lo miro. Sonrío. Porque esa frase, pronunciada por él, me hace sentir que todo está en su lugar.

Gracias, papá —le digo en voz baja, disfrutando no solo de la comida, sino también del momento.

Permanecemos así un rato, observando cómo la gente pasa. Un niño corre entre los puestos con un libro en las manos, y una pareja mayor se agarra de las manos mientras hojea novelas románticas. El cielo comienza a cambiar de color, tornándose dorado y malva. La ciudad, con su suave bullicio, parece acompañarnos con calma.
—A veces olvido que estás creciendo —dice de repente mi padre, con voz tranquila
—. Pero luego te veo hablar con tanta claridad, defender tus ideas, sonreír con tanta sinceridad… y me doy cuenta de que ya no eres mi niña. Eres una mujer.
Trago saliva. Me muevo un poco en el asiento. No porque me incomode… sino porque esas palabras me llegan al fondo del alma.

—Pero siempre seré tu niña —respondo con una sonrisa que tiembla.

Él me rodea con el brazo y me atrae hacia su pecho. Me dejo abrazar, como cuando era pequeña, como en aquellos momentos de miedo en los que él me susurraba que todo iba a estar bien.

Él me envuelve con su brazo y me acerca a su pecho. Me dejo abrazar, como en mi infancia, cuando sentía miedo y él me susurraba que todo estaría bien.

—Y tú siempre serás mi orgullo —me dice.

Permanecemos en silencio, respirando al unísono. El atardecer avanza, y mi corazón siente que ha experimentado algo más que una simple salida. Ha vivido un momento que recordaré para siempre.
Finalmente, nos levantamos y caminamos hasta el coche. Una vez montados, él comienza a conducir. Durante el trayecto, no intercambiamos palabras. No es necesario. A veces, los silencios entre padre e hija significan más que las palabras. Miro por la ventana.
Finalmente, nos levantamos y caminamos hasta el coche. Una vez montados, él comienza a conducir. Durante el trayecto, no intercambiamos palabras. No es necesario. A veces, los silencios entre padre e hija significan más que las palabras. Miro por la ventana.

El cielo ya está oscuro y las luces de la ciudad comienzan a reflejarse en los charcos de la acera.
El cielo ya está oscuro y las luces de la ciudad comienzan a reflejarse en los charcos de la acera.

En cuanto llegamos, mi padre aparca frente a nuestra casa. Nos bajamos del coche y entramos. Él me acompaña hasta la puerta de mi habitación.

—Gracias por esta tarde, princesa —dice.

—Gracias a ti —respondo, con brillo en los ojos.

Cuando cierra la puerta, me quedo en silencio, a solas. Mi corazón late tranquilo, sereno... pero expectante. Porque en unas horas, Rubén aparecerá. Y, de algún modo, lo intuyo: esta noche quedará grabada en mi historia.

Me quito la chaqueta, me tumbo en la cama y empiezo a chatear con mis amigas. Sin embargo, Rubén me envía un mensaje que dice: “Estoy afuera. Ven, pero trae solo lo necesario: ganas de vivir el momento.” Con el corazón latiendo muy fuerte, me despido de ellas, me levanto de la cama, me pongo la chaqueta y salgo de la habitación. Camino hasta la puerta de mi casa y cuando salgo, lo veo. Sin perder tiempo, me acerco a él y él me besa apasionadamente.



#4672 en Novela romántica

En el texto hay: reencuentros, amor

Editado: 08.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.