Capitulo 17 despidiendo de mi familia de Londres

Ashley

Los observo desde la distancia mientras se alejan hacia la puerta de embarque. Leo voltea una última vez, me lanza una sonrisa traviesa y mueve los labios para decirme "nos vemos pronto". No necesito oírlo para entenderlo. Su promesa queda suspendida en el aire, tan suave como el aleteo de una despedida.

Siento que algo se encoge dentro de mí. No es tristeza pura… es una mezcla de nostalgia, gratitud y ese vacío que dejan las personas cuando hacen hogar en tu vida, aunque solo sea por unos días.

Me llevo una mano al pecho, como si pudiera atrapar la calidez de todo lo vivido este fin de semana: las conversaciones en la terraza, las risas a carcajadas, las bromas de Leo, la ternura de mi tía Emma, y la complicidad con mi tío. Todo eso se queda en mí, como una especie de abrazo invisible.

—¿Lista? —me pregunta mi padre a mi lado, con tono sereno.

Asiento despacio.

—Sí… solo que una parte de mí se va con ellos.

—Y otra parte se queda contigo —responde, colocando una mano en mi hombro

—. Eso es lo bonito de las raíces. Siempre vuelven a encontrarse.

—Pero antes de continuar, debo informarte que ya he comprado los billetes para viajar a Nigeria, así que mañana nos iremos. Esto significa que tendrás que preparar tus maletas. —Asiento con la cabeza mientras dejamos atrás el aeropuerto. Una vez que salimos, nos subimos al coche y él comienza a conducir hacia casa. En ese momento, recibo un mensaje de la señora Teresa.

Hola, Ashley. Espero que te encuentres muy bien. Te pido disculpas por molestarte, pero quería preguntarte si podrías acercarte a la fundación mañana. Me gustaría hablar contigo sobre un asunto y también quisiera aprovechar para charlar un rato. Por favor, házmelo saber si puedes venir. Te envío un fuerte abrazo.
Hola, señora Teresa. Espero que se encuentre muy bien. Quería informarle que mañana tengo programado mi viaje hacia Nigeria. Sin embargo, si le parece conveniente, podría pasar por la fundación esta tarde.
. Un abrazo fuerte.

Guardo el teléfono en el bolsillo y me reclino contra el respaldo del asiento del coche. A través de la ventana, la ciudad se despliega lentamente, como si el paisaje estuviera tomando su tiempo para despedirse de mí. Mañana, estaré cruzando océanos hacia un continente completamente diferente. Nigeria, un lugar que está íntimamente ligado a mi historia familiar, que corre por mis venas, pero que hasta este momento solo he llegado a conocer a través de anécdotas y fotografías antiguas.

—¿Te sientes bien? —pregunta mi padre, sin desviar la mirada del camino que se extiende ante nosotros.

—Sí... solo que estoy en medio de un torbellino de pensamientos sobre todo lo que nos espera. La verdad, me provoca un poco de vértigo.

“Es algo común,” contesta con una sonrisa serena. “Sin embargo, también tiene su belleza, Ashley. Descubrir tus orígenes no te separa de tu esencia; por el contrario, te enriquece y te hace más completa”.

Asiento, sin hablar. En ese momento, entiendo que este viaje no será solo una visita. Será un reencuentro con una parte de mí que aún no conozco.
Mis raíces son la esencia misma de lo que soy, son las bases que sustentan mi identidad. Mi historia, en cierto modo, está entrelazada con la de mis antepasados, quienes me han dejado un legado invaluable. Creo que sus experiencias y enseñanzas me servirán como faros que me orientarán en un viaje de autodescubrimiento, permitiéndome comprender mejor quién soy y de dónde vengo.

en cuanto hemos llegado mi padre estaciona frente del nuestra casa y nos bajamos del coche ahí donde veo a Ruben mi padre le saluda amablemente y entra en casa ahí donde me besa apasionado después de ese beso

Le informo que mañana viajaré a Nigeria para asistir a la boda de mi prima. Él me mira con una sonrisa y me comenta que ya está al tanto de todo, gracias a que mi padre le ha invitado a acompañarnos. Me sorprende un poco la noticia y me quedo reflexionando sobre cuándo mi padre habría dicho eso. Pero, dejando de lado cualquier duda, me siento muy contenta de que él se una a nosotros en este viaje. Espero que Noel no se sienta incómodo.

Rubén me toma la mano con delicadeza, marcando un instante de conexión entre nosotros.

—¿Te parece bien que me una al viaje? —me pregunta, mientras busca hacer contacto visual conmigo.

—Sí… de verdad, me hace feliz que vengas —le contesto con total sinceridad—. Este viaje significa mucho para mí, y saber que estarás a mi lado lo convierte en algo aún más especial.

Nos quedamos en silencio durante un breve momento, simplemente disfrutando de la compañía mutua y respirando al unísono. Luego, con una sonrisa, él comenta:

—Entonces será un viaje en el que no solo conoceré a tu familia… sino que también descubriré una parte de ti que quizás aún no he visto.
Esa frase me deja tan perplejo que no encuentro palabras durante un instante. Porque es completamente cierto. Nigeria no es solo un lugar al cual acudir, sino que representa una puerta abierta a nuevas experiencias. Luego, entramos a mi
casa y nos marchamos de inmediato a mi habitación. Ahí donde, abro un armario y saco una maleta grande, lista para ser utilizada.

La maleta se encuentra abierta en el suelo, y yo me muevo entre el armario y ella, organizando mis cosas. Doblo cuidadosamente cada prenda, seleccionando con atención lo que quiero llevar. Mientras tanto, Rubén está reclinado cómodamente en una esquina del colchón, con una expresión que sugiere que no está allí solo para mirar.

—¿Y esto qué es? —me pregunta con un tono juguetón, levantando una de mis blusas favoritas con curiosidad

—. ¿Estás planeando enamorar a medio Nigeria o solo a mí?

—¡Rubén! —exclamé, riéndome a carcajadas mientras le quitaba de las manos una prenda que había sacado.

Él soltó una risa baja, casi una carcajada contenida, pero antes de que pudiera detenerlo, se introdujo nuevamente la mano en la maleta y, con un gesto exagerado y teatral, sacó una de mis piezas de ropa interior más delicadas.