Ashley
En el tercer día de nuestra visita, decidimos ir a un sastre muy recomendado por mi tía. Al llegar, el sastre comenzó a tomar nuestras medidas con gran atención y cuidado, asegurándose de que todo estuviera perfectamente ajustado para nuestros futuros trajes.
Después de nuestra cita con el sastre, nos dirigimos hacia la casa de mi tía para almorzar. Al ingresar, me sorprendió la gran variedad de platos que había en la mesa. El esposo de mi tía me invitó a probar cada uno de ellos, lo que resultó ser una experiencia muy placentera para mí. Disfruté enormemente de la comida y de la calidez del ambiente familiar. Pasamos una tarde maravillosa, llena de risas y conversaciones animadas que se extendieron durante varias horas.
En el cuarto día de nuestra aventura, estuvimos muy ocupados decorando la sala. Luego, nos dirigimos a recoger nuestros vestidos, emocionados por ver cómo habían quedado después de la visita al sastre.
Después de haber elegido y puesto nuestras prendas de vestir, hemos tomado la decisión de salir a dar un paseo por el parque marítimo.
Mientras estábamos sentadas, hemos disfrutado de una bebida refrescante y hemos conversado animadamente. Mi prima Mara, en medio de nuestra charla, ha estado preguntando por Rubén.
Después de dedicar unos minutos a contemplar la inmensidad del mar, Mara se volvió hacia mí, luciendo una sonrisa llena de travesura.
—Ashley… —comenzó, alargando mi nombre de una manera juguetona
—. ¿Qué está ocurriendo entre tú y Rubén?
No pude evitar soltar una risa nerviosa mientras me encogía de hombros, tratando de disimular la confusión que sentía.
—¿Qué quieres que te diga? —respondí, buscando las palabras adecuadas—. Es… diferente. Con él, siento una conexión especial, como si estuviera en casa, incluso cuando me encuentro lejos de todo lo que solía conocer.
Mara me observó atentamente, su mirada penetrante parecía intentar descifrar lo que realmente estaba sucediendo en mi interior.
—¿Estás enamorada? —preguntó con un tono suave, como si quisiera evitar asustarme con la posibilidad.
La pregunta me tomó de sorpresa, pero no necesité reflexionar demasiado antes de responder. Asentí lentamente, dejando que las palabras se formaran en mi mente.
—Sí —admití con sinceridad—. No fue algo que estuviera buscando activamente ni algo que realmente esperara que ocurriera. Pero ha sucedido. Y cuando estoy con él… todo ese dolor, todo ese peso que solía cargar sobre mis hombros… de repente, parece aligerarse.
Mara sonrió, y esta vez su expresión estaba impregnada de una ternura especial.
—¿Sabes? Tu madre solía decir que el amor verdadero no se limita a ser aquella persona que te hace reír o que te provoca mariposas en el estómago. Es también quien te escucha en esos momentos en que ni siquiera sabes cómo articular tus pensamientos. Aquella persona que permanece a tu lado, incluso cuando tú mismo no puedes entender lo que sientes.
Me sumí en un profundo silencio. Las palabras resonaron en mi interior de una manera conmovedora. Fijé la vista en el mar, inhalando con intensidad para llenarme de su brisa.
—Ojalá pudiera compartirle esto a ella —musité finalmente
—. Ojalá pudiera expresarle cuánto estoy creciendo.
—Estoy segura de que te escucha, Ash. Desde donde esté, seguro que te está escuchando… y se siente muy orgullosa de ti.
Nos hemos quedado así un rato más, sumidas en la quietud, sin prisa por agregar nada más a la conversación. Era solo nosotras, el mar y ese tipo de silencio que no resulta incómodo... sino que, por el contrario, nos acompaña y nos envuelve en su calidez.
En que momento en que vi a Rubén tan guapo como siempre mi corazón comenzó a latir muy rápido y me echo una mirada que pareció decirme que no podía escaparme de él fue en ese momento que unas frases vino a mi mente
Hay miradas que no preguntan solo confirman lo inevitable ese brillo en sus ojos era la promesa silenciosa de algo que ya era nuestro
Cuando me miró así entendí que que el amor no siempre necesita palabras a veces basta con un latido
En su mirada había hogar deseo y una calma que desarmaba todos mis miedos
Nunca nadie me había mirado con tanta certeza... como si su alma recordara la mía
Rubén se había acercado sin decir una palabra, como si sus pasos respondieran al ritmo de mí corazón.Se detuvo a pocos centímetros de mi y por un instante el mundo pareció detenerse no necesitábamos saludos solo existíamos él y yo en ese punto exacto del tiempo
Mi prima mara se ha ido dejándonos solos
Rubén deslizó su mano por mi mejilla apartando un mechón de cabello rubio que el viento había desplazado fue un gesto tan simple pero tan cargado de significado que sentí como se me apretaba el pecho había algo en su forma de tocarme que me decía :te veo tal como eres
—¿Sabes qué pensé cuando te vi sentada allí, con la mirada perdida en el horizonte del mar? —me preguntó él, su voz baja y suave como un susurro que apenas rompía la quietud del lugar.
—¿Qué fue lo que pensaste? —respondí, sintiéndome nerviosa, sin atreverme aún a cruzar mi mirada completamente con la suya.
—Que no existe un lugar más hermoso en este mundo que aquel en el que tú te encuentras.
En ese instante, sentí cómo sus palabras se instalaban en mi pecho, como un suspiro que había estado reprimido en mi corazón durante años, esperando el momento adecuado para liberarse.
Nos distanciamos de mi familia sin comunicarlo, como si nuestros pasos tuvieran un propósito propio, como si conocieran el destino al que debían dirigirse. Caminamos a lo largo de la orilla del parque marítimo, rodeados por la penumbra suave de la noche y los faroles que iluminaban el camino con su luz cálida. En ese espacio, compartimos pensamientos que no necesitaban ser expresados en palabras; bastaba con nuestra presencia mutua para entendernos.
Al llegar a una baranda que se asomaba al horizonte, nos detuvimos. Desde allí, la vista era amplia y deslumbrante. Fue en ese momento cuando Rubén se acercó y me rodeó con sus brazos desde atrás, creando un refugio a mi alrededor. En ese instante, me sentí envuelta en su calidez, protegida y a salvo, como si nada pudiera perturbar nuestra burbuja de tranquilidad.